Affidamento
Por: Alejandra Salgado Romero
“Apelar a una ética de cuidado entre mujeres, es un imperativo de la política feminista, puesto que sólo desde la construcción de espacios de complicidad, amor y confianza por fuera de la ley paterna, podemos transitar puentes de mayor autonomía para todas”
Yuderkys Espinosa Miñoso
“El affidamento se refiere a las relaciones entre mujeres con una jerarquía, que reconoce la autoridad femenina y deposita la confianza en ella, reconociéndose a sí mismas como mujeres semejantes, dispares y diversas”
María Kenia Porras Oropeza
En este fin de año agradezco a Dios por haberme permitido enfrentar tantas situaciones tan complejas, por darme fe y fortaleza, así como la oportunidad de coincidir con tantos seres humanos que me han apoyado, en especial, a quienes a través de su actuar me enseñaron un camino que intento transitar diariamente: el feminismo. Acepto que es difícil observar cómo algunas mujeres, por desconocimiento u otros muchos factores, contribuyen a perpetuar condiciones desfavorables para el género femenino… pero es aún más sufrir en carne propia una actitud hasta agresiva de quienes, por género, considero mis aliadas naturales. Por ello, y con el objetivo de contribuir a través de este importante espacio a tratar de compartir la sororidad como un estilo de vida que conlleva múltiples beneficios, tanto a quien lo practica, como a quienes le rodean, abordaré un término que conocí hace ya algunos años: affidamento, mismo que, de acuerdo a lo aportado por algunas autoras, así llamaban las feministas italianas de la diferencia, a una práctica de confianza y cuidado mutuo entre mujeres, asumiendo que existe una imperiosa necesidad de construir affidamento: una práctica de lealtad, compromiso, confianza y cuidado primario entre nosotras, las mujeres. El affidamento es el acto por medio del cual las mujeres podríamos encontrarnos con la otra igual en la opresión, y construir con ella lazos de solidaridad, amor y respeto.
Adrianne Rich, a principios de los setenta, reflexiona sobre las relaciones de amistad profunda entre mujeres, -práctica que, aunque poco extendida en su época, había sido conocida en décadas anteriores-, proponiéndolas como un modelo simbólico de relación primaria entre mujeres, que podría considerarse como ejercicio de máxima libertad, “en la medida en que instituye espacios por fuera de la mirada y la omnipotencia masculina”. Victoria Sedón, sobre este término, aporta: “No queríamos ser mujeres emancipadas. Queríamos ser mujeres libres porque sí, por derecho propio”, y recalca que el camino hacia la libertad parte precisamente de la diferencia sexual: “Descubrimos lo que era la amistad y la complicidad entre mujeres en un ambiente sin jefes, sin novios, sin maridos, sin secretarios generales que mediaran entre nosotras y el mundo”, destacando como una de sus ideas clave, señalar que diferencia no significa desigualdad y subraya que lo contrario de la igualdad no es la diferencia, sino la desigualdad; lo anterior, partiendo de aceptar que el concepto de diferencia ha sido polémico por varias razones, la primera, por su propio nombre, lo que se busca superar, centrándose precisamente en la diferencia sexual para establecer un programa de liberación de las mujeres hacia su auténtica identidad, dejando fuera la referencia de los varones. Más allá de que estemos o no de acuerdo con las lecturas que nos proponen las feministas de la diferencia, quizás lo interesante sería pensar la manera en que las mujeres nos relacionamos y construimos vínculos entre nosotras: debido muy probablemente a lo aprendido, las relaciones entre nosotras muchas veces están cargadas de celos, resentimiento, traición, competencia; una imposibilidad de reconocer en la otra una interlocutora válida, una fuente de conocimiento legítimo; una imposibilidad, como señalan las italianas, de reconocer a la otra como autora, como productora de cultura, como digna de confianza. Regularmente, -lo sabemos desde la experiencia y el dolor-, nuestros intentos por relacionarnos de forma progresista, no son los más felices.
Con el affidamento se crean lazos sólidos entre mujeres, otorgándonos confianza y autoridad unas a otras. De esta manera, se reconstruye la autoridad femenina inexistente en el patriarcado. Así, el affidamento es la práctica social que rehabilita a la madre en su función simbólica: al recuperar la grandeza materna perdida, su valor simbólico, se podrá construir al mismo tiempo la autoridad social femenina. Es importante clarificar que no existe traducción literal del término, mismo que combina los conceptos de confiar, apoyarse, dejarse aconsejar, dejarse dirigir, y se refiere, a grandes rasgos, a la práctica de la mediación entre mujeres, de forma tal, que unas podamos apoyarnos en el saber o en el valor de las otras. Postula relaciones de intercambio entre mujeres, en virtud de las cuales, unas ayudamos a otras a realizar sus proyectos, sus deseos. En suma, la sororidad y las formas de affidamento, como aportó Marcela Lagarde, “no son una invención idealista, se basan en experiencias entre mujeres que es preciso internalizar y extender hasta convertirlas en el eje de una ética política entre nosotras”. Lejos de sentirnos amenazadas por nuestro género, debemos visualizar lo significativo: millones de mujeres no habríamos sobrevivido sin el soporte, el apoyo, el reconocimiento, la transmisión de descubrimientos, el camino andado, el ejemplo dado y la autoridad de otras mujeres.
Todas y todos, pero sobre todo, quienes tenemos la oportunidad de formar a las nuevas generaciones, desde el hogar, desde las escuelas, debemos revisar a conciencia nuestro proceder; definitivamente no se trata de asumirnos inferiores, subestimar a la otra, limitarnos o limitarlas, menos aun de justificarnos… se trata de demostrar nuestro compromiso decidido a favor de la igualdad y en contra de los abusos de poder establecidos, que generan injusticias en todos los ámbitos y en todos los niveles. Sólo con nuestro ejemplo podremos enseñar que nuestra realidad puede ser muy diferente.
Por todo lo anterior, me place y enorgullece la convocatoria que se está difundiendo para que las mujeres de Iguala llevemos a cabo un brindis el próximo jueves 21 del presente, a partir de las 18:00 horas, con la seguridad de que será un espacio donde nos reconoceremos y reafirmaremos nuestra hermandad. La cita es en Melchor Ocampo 7, y por supuesto que estamos todas incluidas en dicho llamado: políticas, académicas, activistas ambientales, culturales y deportivas, artistas, deportistas, empresarias, comerciantes, comunicadoras, servidoras públicas… en fin, lo esencial es estrechar nuestra alianza, convencidas siempre de que juntas y unidas, ¡¡¡siempre seremos más fuertes!!!
Les deseo una semana excelente y agradezco sus aportaciones y/u opiniones a través del correo alexaig1701@live.com.mx.