Sector 7

Mar 23, 2024

Lo material no es lo único

Por: José I. Delgado Bahena

Ni modo: por más que queramos evadir el tema relacionado con las próximas elecciones, tenemos que entrarle; desde la perspectiva de cada quién, desde la óptica que, de acuerdo con nuestras experiencias, intereses, necesidades, vivencias, sueños y esperanzas que en tal o cual partido, o candidato, hayamos depositado, creamos que podríamos lograr nuestros propósitos.

Definitivamente, como están las cosas, se ha vuelto todo una bola de nieve que cada día crece a la luz de los intereses, personales o de grupo, que son los que mantienen el ánimo en la participación ciudadana, quizá solo por ver triunfar a nuestro candidato, ya no por el partido, si no, seguramente, porque es quien nos inspira confianza o, ¿por qué no decirlo?, parezca el menos malo.

Pero, ¿por qué ya no por los partidos? Hasta suena hueca e innecesaria la respuesta; pero, por lo que vemos, con respecto a los principios, la orientación, las bases que les dieron origen, refiriéndose a ellos como “de derecha”, “de izquierda”, “moderados”, etc., al parecer, se han tirado a la basura, y las distancias se han acortado tanto que unos se confunden con los otros.

Lamentablemente, las definiciones ya no precisan una postura. Ni sus nomenclaturas representan las acciones. Todos se deslizan en un terreno tan turbio, que ni son revolucionarios, ni democráticos, ni ecológicos, ni trabajadores, ni activos, ni regeneradores, ni ciudadanos.

Así es. Unos van para el tricolor, otros para el amarillo, luego saltan al azul, al verde o al naranja, y de todos ellos, muchos se refugian en el morado…

Por eso, ahora, hablar de partidos de derecha, o de izquierda, es mera utopía. Luego, los “nuevos” que se avientan al ruedo para ser embestidos por los primeros, los que han creado derechos de antigüedad y cierran las puertas para no otorgar posibilidades a quienes, ingenuamente, suponen que hay oportunidades en la mesa y registran su nombre en la lista de los decepcionados.

Pero, por favor, mencionemos las propuestas que hacen los candidatos; tal vez debería decir: las promesas… Todos, además de expresar las descalificaciones que llevan en el bolsillo dirigidas a sus contrincantes, repito: todos, hacen referencias a las mejoras materiales que en la cabecera municipal harán; solo cuando visitan las comunidades les prometen apoyos y beneficios directos. Promesas que quién sabe si podrán y querrán cumplir.

El periférico, los semáforos, el agua potable, las calles, escuelas, hospitales, drenajes, puentes, fertilizante, estancias infantiles, seguro popular, medicamentos, etc., todo relacionado con las mejoras materiales; pero se les olvida lo más importante: el deporte, el arte y la cultura.

Es cierto que existen leyes que, se supone, garantizan el acceso a la cultura para todos los seres humanos. Tanto en la Declaración de los Derechos Humanos, como en la Constitución de México, están asentados estos preceptos que, si se cumplieran, todos tendríamos, permanentemente, las oportunidades de disfrutar de presentaciones teatrales, recitales, exposiciones, actividades de lectura… y, claro está, de contar con espacios donde se promoviera la creatividad en la pintura, la música, el teatro, la danza, etc.
¿Verdad que se oye bonito? Pero a los gobernantes no les interesa. Si por ley debieran destinar un recurso para todo esto, no lo hacen porque no es algo que se palpe de manera inmediata, y pareciera que no hacen nada.

Es cierto: cuando los políticos están ya en funciones, se olvidan de las promesas y, si acaso, te dan un donativo de quinientos pesos para tus actividades culturales, o te ayudan para el pasaje si vas a representar al municipio en alguna justa deportiva; pero, eso sí, después de muchas vueltas “limosneándoles” el apoyo, te hacen que te tomes la foto y que firmes un recibo en blanco; pero ignoran las verdaderas iniciativas para apoyar el arte, la cultura y el deporte.

Es triste, pero ni a la izquierda, ni a la derecha, les ha interesado; menos ahora con la revoltura de ideologías donde los pleitos no son por ver qué queremos hacer por el pueblo, sino a ver qué podemos obtener del manejo de los recursos del pueblo.

La verdad, a pesar de todo, aún mantengo la esperanza de que esto cambie; pero no será como un milagro, tendrá que hacerse mucha presión ante nuestros representantes para que escuchen nuestra voz y se den cuenta de que lo material no es lo único que importa.

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