Excelente organización
Por: José I. Delgado Bahena
Desde hace varios años que, en este camino de la literatura, se me han presentado oportunidades para asistir a ferias de libros y festivales culturales donde he compartido mis textos tanto poéticos como narrativos. Esto gracias a que quienes han leído mis obras consideran la posibilidad de invitarme y, con algún tipo de convenio, he aceptado con gusto.
Entre las invitaciones que más recuerdo, porque me han dejado alguna experiencia e, inclusive, ciertos aprendizajes, puedo mencionar la vez que, en el marco del Festival Internacional Cervantino, de Guanajuato, asistí, en compañía de mi amigo el trovador Ulil Antúnez, a una feria del libro donde compartí los cuentos de mi libro “Ojos de perro y otros miedos”. Pero también se dio la oportunidad de estar en la feria del libro del puerto de Veracruz y en esa ocasión llevé como principal título mi novela “La noche de las cabras”.
Así se han abierto las puertas en museos y casas de cultura de la Ciudad de México, de Toluca y Ecatepec, Estado de México, de Lázaro Cárdenas, Mich., y aquí, en nuestro estado, en varios municipios de las diferentes regiones que lo componen. Por ejemplo: Taxco, Teloloapan, Chilapa, Huitzuco, Cocula, Atoyac, Tixtla, Chilpancingo, Acapulco, Zihuatanejo, Tepecoacuilco, Buena Vista e Iguala, por supuesto.
Pero, como dije, ha habido experiencias y aprendizajes que me han permitido estar preparado para cuando se presentan las invitaciones. Digamos, que ya no dejo todo a la suerte y no me presento con la esperanza de que el público se sienta atraído por mi obra y compren mis libros. La verdad, aunque los asistentes se muestren interesados, son pocos quienes desembolsan lo del costo de un ejemplar y con frecuencia esperan a que se les obsequie.
Por eso, he tomado la estrategia de que, si me invita alguna escuela, le pido al maestro que tiene la iniciativa de realizar alguna actividad literaria, teniéndome como lector, que organice a los muchachos para que, de alguna manera, logre que adquieran los libros que me garanticen, al menos, la recuperación de mis gastos.
Sin embargo, últimamente he tenido la fortuna de ser invitado por los directores de cultura y ellos gestionan el recurso en los ayuntamientos para que los presidentes autoricen la compra de, al menos, cien libros, los cuales se los dejo a menor precio del que los vendo, y ellos implementan alguna dinámica para obsequiarlos entre quienes asisten a la presentación.
¿Por qué les comento esto? Porque, lamentablemente, me doy cuenta de que, a los autores que no somos famosos, los lectores nos regatean el pago de nuestros textos; seguramente porque no perciben que nuestras ediciones son pagadas por nosotros mismos, ya que, a pesar de que hay algunos programas del gobierno que apoyan las publicaciones mediante una especie de concurso, no es fácil acceder a ese recurso económico.
Entonces, cuando en alguna secundaria o preparatoria compran mis libros y los muchachos me piden que les firme alguna dedicatoria, se convierte en un momento significativo en su formación y con frecuencia me escriben comentándome sus impresiones de los textos de mi autoría que han leído, y ha hay veces en que me dicen que quieren leer más.
También sé que en ocasiones los alumnos tienen problemas para comprar un libro y, cuando se han acercado a platicarme su situación, he llegado a obsequiárselos, porque la mejor experiencia de quienes hacemos arte es cuando compartimos lo que hacemos.
Bueno, les cuento todo esto porque ayer, viernes 27, fui invitado por una escuela de telesecundaria que está en Sasamulco, perteneciente al municipio de Tepecoacuilco, para ser parte del jurado calificador de un certamen de oratoria que organizó la escuela sede, teniendo como invitadas a otras escuelas. Fueron ocho en total los muchachos participantes.
La verdad, puse como condición, para aceptar, que compraran un paquete de mis libros para obsequiárselos a los participantes. Aceptaron y así lo hicieron.
Bueno, además me dijeron que habían obtenido un recurso por parte de los migrantes que pertenecen a la comunidad, de manera que tenían patrocinadores. Es una forma de organizarse y garantizar el éxito en su evento. Imagínese: al primer lugar le dieron una computadora, al segundo una tablet, y al tercero un celular.
La escuela se llama “Naciones Unidas”. Muchas gracias y muchas felicitaciones a los organizadores.