FIEBRE EN NIÑOS – DON CHIMINO

Por: J. David Flores Botello

FIEBRE EN NIÑOS. – La temperatura corporal normal en los humanos, tanto en bebés como en adultos, es de 36.5 a 37 grados Celsius. Temperaturas mayores de 38 grados se consideran fiebre o hipertermia. Temperatura no es sinónimo de fiebre, a menos que se diga temperatura alta o elevada. Un niño con fiebre puede estar molesto y provocar angustia en los padres y familiares que piensan que el niño sanará en el momento que se le quite la fiebre. Algunos padres piensan que un niño con fiebre alta y persistente puede sufrir daño del cerebro y quieren a toda costa que se les quite. Le han llamado fiebrefobia. Hay padres que se desesperan porque ya le dieron en dos o tres ocasiones el paracetamol y nos dicen que “no les hace” que, nada mas le pasa el efecto del medicamento y le vuelve a subir. Que si no hay otra medicina más fuerte para cortársela o incluso, si no será mejor que se le aplique una inyección. La fiebre es un mecanismo de protección del organismo, el cual, aumenta su temperatura para que el sistema inmunológico despierte y sus defensas pasen al torrente sanguíneo y se dirijan al sitio originario de la fiebre, como las amígdalas, la faringe, el oído, los bronquios, pulmones, vía digestiva, vía urinaria, etc. Cuando hay fiebre, lo que se calienta es la sangre y, donde hay más sangre estará más caliente el cuerpo, por eso un niño con fiebre puede tener la cabeza y el abdomen calientes y los pies fríos. La fiebre es la principal causa de consulta en urgencias pediátricas. Uno de cada cuatro niños que acuden a consulta de niño enfermo tienen fiebre. En el 80% de los niños que tienen fiebre se puede determinar mediante una exploración física la causa de esta, en el otro 20% es probable que no se detecte el foco infeccioso. La gran mayoría de los niños que presentan fiebre cursan con una infección viral. Las infecciones virales no se curan con antibióticos, al contrario, un niño con infección viral que recibe antibiótico puede presentar efectos secundarios, puede afectar su microbiota (microorganismos naturales, ecológicos, del tracto respiratorio, del digestivo y de la piel) o crear resistencias bacterianas. Fiebre no es igual a uso de antibiótico, es más, la mayoría de los niños con fiebre mejorarán sin el uso del antibiótico o a pesar de él. Existen criterios de observación para saber si un niño con fiebre presenta algún problema grave como por ejemplo, la calidad del llanto. Si está contento, no llora o llora fuerte con tono normal es de buen pronóstico. Si por el contrario está sollozante, quejumbroso o peor aún, tiene llanto débil o lamento, debe ser motivo de alarma. El color de su piel es importante, no es lo mismo un niño con piel rosada que uno pálido, morado o ceniciento. La hidratación debe valorarse, lo normal es un llanto con lágrimas, mucosas húmedas, piel y ojos normales. Un niño que se está deshidratando puede tener la boca seca, llora sin lágrimas, la piel puede estar pastosa y los ojos hundidos. Si el niño con fiebre ríe y está alerta es buena señal. Si por el contrario no se ríe, se muestra ansioso y no se pone alerta puede ser signo de gravedad. La gran mayoría de los niños con fiebre tienen un problema que se puede detectar al momento de hacer una exploración clínica completa. Algunos requerirán análisis de laboratorio o estudios de gabinete (ultrasonido, rayos X, tomografía, etc.) para detectar la causa. Cuando un niño tiene fiebre y no se detecta un foco de infección, puede considerarse como síndrome febril y, es muy probable que, dentro de las primeras 72 h de evolución podrá conocerse el origen. La gran mayoría de los niños con fiebre tienen un problema viral y por consiguiente, después de las 72 h, la fiebre tiende a desaparecer. Si eso no sucede y aún no hay aún foco infeccioso específico, se procederá a efectuar estudios como una biometría hemática, un examen general de orina u otros estudios para buscar la causa. Si su niño tiene fiebre, desnúdelo, báñelo con agua tibia, no use agua fría y no lo vaya a meter en agua con hielos. Puede colocarle lienzos húmedos con agua tibia en la cabeza, abdomen y axilas. Hágalo en forma dinámica, póngale el paño húmedo, déjeselo unos minutos, quíteselo, airéelo y vuélvaselo a colocar. Hágalo continuamente, lo más seguro es que en 20 a 30 minutos logre que la temperatura baje. Si la fiebre persiste dele paracetamol o acetaminofén 2 gotas por kilo cada 8 h. ¿Quiere que su niño con fiebre controle mejor su temperatura y se baje pronto? Dele suficiente suero oral o pedialyte SR60, no agua, no té, no líquidos dulces. Si lo mantiene hidratado orinará más frecuente, a través de los orines sacará el calor corporal y se refrescará.

DON CHIMINO.- Ta bien loco el clima. Todo el año asina ha sido. El temporal se atrasó un mes. Casi siempre a fines de mayo llueve bien y bonito, este año, tábamos a fines de junio y ni máiz palomas que caiba l ´agua. Y ya ve, tamos a fines de octubre, se supone que las aguas ya casi se van y no solo no se comienzan a retirar sino que llegaron dos huracanes: Norma que se jue p´al norte de nuestro país, y el devastador Otis, que en un santiamén se calentó, garró harta juerza y, en menos de 12 horas, pasó de huracán 1 a huracán 5. Entró por Acapulco y Coyuca echo la madre llevándose todo lo que le opusiera resistencia. L´agua del mar se salió pa´ juera y junto con la hartísima agua que llovió, inundaron las avenidas y las carreteras cercanas. En algunas partes hubo moches de autopistas, el río Papagayo se salió de madre casi 10 metros a cada lado. Tuvo cabrón. Nunca en la vida le ´bía tocado a Acapulco un huracán como este. El Paulina jue categoría 4, mató a más de 200 gentes. Quienes vivieron en carne propia la furia de Otis ya tienen historia de terror qué contar. Si quienes tienen sus casas juertes y resistentes se las vieron negras, ora imagínese, ¿cómo lo habrán sentido las gentes probres que tienen chozas, casas de palos, techos de lámina que salieron volando y no se diga los de palma? Han de ver sido momentos de angustia. Hay gentes que viven en lugares cercanos a barrancas y la crecida del agua se llevó sus casas y todas sus pertenencias. Pa´ cabarla de amolar, se quedaron sin luz, sin Interné y sin comunicación ni por tierra, ni por aigre, ni por teléfono, ni por ni madres. En los hoteles hubo quiebradera de vigrios, las ventanas salieron volando junto con muebles, plafones, letreros, techos. Las palmas que no se arrancaron con el juerte viento de casi 300 kilómetros por hora quedaron como pollos mojados despelucados. Muchas gentes se quedaron sin casa, se les mojaron sus muebles, sus camas y sus cochechas valieron queso, se les echó a perder su siembre. El daño que trajo este huracán jue mucho mayor que el beneficio que dejó con las aguas pa´ las presas y lagunas. Tan siquiera en Iguala tenemos cerros que nos protegen y no tamos tan cercas de la costa pa´ que asina no llegue un huracán y nos haga pasar malos ratos. Yo cad´año siembro unas dos o tres semillas de calabaza en mi cantón, le pongo unos mecates a la planta pa´ que se trepe p´arriba a la azotea o a los árboles. A una sola mata le salen hartas guías y hartas flores y, le he llegado a cochechar hasta media docena de calabazas tamalayotas. Me encanta cocinarlas con piloncillo y tequesquite pero, dende el año pasado, ya no salen calabazas. Cuando las guías se trepan a las ramas de los árboles o al techo, las que salen, son dos móndrigas ardillas jijas de su que mochan las puntas de las guías que llevan el retoño principal. No crea que los mochan pa comérselos, no, nomás lo hacen pa tar chingando, con perdón de usté, porque dejan tirados en el piso los retoños. Hace unos días, que me hicieron lo mismo, me enmuiné tanto que me dieron ganas de buscar un rifle de postas o una resortera pa´ darles en su madre o de perdida envenenarlas porque, la verdá, da coraje tar cuidando sus plantitas de uno durante semanas y meses pa´ que estas jijas de suchi, en una sola mañana, las mordisqueen y dejan cachos de guías vanas y no dan ni tan siquiera una calabacita. Pero, no tuve corazón pa´ darles matarili y mejor voy a conseguir una trampa pa´ garralas vivas y llevarlas al campo o a la alameda. Dicen que bien cocinadas saben sabrosas, pero la mera verdá, no se me antojan ni tantito. Tambor me dijieron que me traiga unos gatos a mi cantón, que no les dé de comer y que ellos se las comerán como si jueran ratas, al cabo que sí se parecen, ¿eh? No sé, pero de que hay plaga de ardillas en Iguala, eso que ni qué. Y… híjoles, ya me la crolongué de nuez, áhi nos pa´ l´otra, graciotas.

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