-¡Feliz Año 2023!

Por: Rafael Domínguez Rueda

¡El año 2022 ha terminado! Los niños ni siquiera se dan por enterados de que ha muerto, porque sólo piensan en jugar. Los que descendemos lo lamentamos, porque en cada paso que damos dejamos una ilusión y una preocupación, porque de seguro se quedarán algunos proyectos inconclusos, pues nos vamos acercando lentos y meditabundos a la oscura noche de la tumba.

La adolescencia celebra su muerte, porque viven inmersos en la moda, las relaciones personales y la tecnología, sin pensar en el porvenir. Mientras que la juventud lo espera todo de la vida; en tanto que la edad madura que ha probado de alegrías y amarguras de la existencia, fija sus ojos en el cielo y sólo allí encuentra un rayo de esperanza.

Sin embargo, los hombres que somos optimistas, procuramos siempre alejar de la mente y del corazón todo aquello que nos preocupa o atormenta y acompañamos la agonía del año que espiró con una buena cena, acompañada de músicas y alegría, colocando sobre la tumba del que se fue la cuna del que nace al que le damos la bienvenida con cantos de regocijo y de placer.

Y como no le es dado al mísero mortal ni detener el raudo giro del tiempo ni evitar el golpe de la muerte, burlemos al primero fingiendo no escuchar el eco sordo de sus pasos y procuremos olvidar el terrible fallo de la segunda.

Vivir es gozar, dice la inexperta y loca juventud. Vivir es recordar y elevar los ojos al cielo, decimos los que hemos apurado la última gota de la aurea copa de esa deliciosa edad; pero no importa, pues seguimos sintiéndonos jóvenes, aun cuando la nieve de los años blanquea nuestra cabeza. Hagamos despuntar un sol de las tinieblas de la vida para que alumbre nuestra felicidad en los breves días que nos quedan.

Si bien el año que expiró no fue tan próspero y feliz para nosotros; sin embargo, aquí seguimos, gracias a Dios y a tantas oraciones de familiares, amigos y conocidos que lograron el milagro.

La palabra tiene fuerza, pero la oración tiene poder. Sin duda, la oración es la llave del Cielo.

Estos pensamientos no son nuevos; pero se vienen a la mente natural y espontáneamente, cuando después de la noche última del año, pasada en la vigilia de la alegre convivencia familiar nos asomamos a nuestra ventana y contemplamos la radiante aurora de los dedos de rosa abriendo las puertas del Oriente y sonriendo al saludar a los seres de este triste mundo deseándoles un ¡feliz año!

¡Oh, sí, feliz año y aún nos enjugamos la última lágrima de emoción que nos arrancara el pasado, al recordar que el Supremo nos permitió superar una pandemia complicada! ¡Feliz año y aún resuena en nuestro corazón el último gemido de alegría por la recuperación de mi esposa! ¡Feliz año, y aún nos estamos despejando de la pena que nos sacudió el inesperado y amargo incidente que le ocurrió al nieto de mi queridísimo primo Tomás!

Feliz Año quiere decir: todo y nada. Todo lo que nos haga feliz y nada que nos haga sufrir. Quiere decir nuevos proyectos, nuevos sueños, nuevas esperanzas y nuevas ilusiones. Feliz año quiere decir, escribir otra página del libro misterioso de la existencia, y escribirla con alegría, paz, bienestar y, sobre todo, con mucha salud.

¡Feliz año! Eso es… continuar otro poco en este sendero escabroso, inseguro y árido, en el que, en cambio de una que otra flor que pueda encontrarse, mil espinas punzantes nos causarán sangrientas heridas hasta que alcancemos la tumba.

Ahora queridos lectores, deseadme un buen año, como yo se les deseo con todo mi corazón y ustedes bellísimas lectoras, sean felices y que en este año 2023 ni por un momento la tristeza nuble su frente pura y encantadora, ni el menor pesar aflija ese corazón generoso y bueno, como lo es el de la mayoría de las igualtecas. Al contrario, que les amen con el amor noble y sincero que merecen y así gocen de la dicha de sentirse amadas.

Comparte en: