Por: Carlos Martínez Loza


Ciudad de México, Diciembre 24.- Inverosímilmente se ha propagado esta quaestio finita que emana de un caso inédito para el derecho mexicano. Aun el presidente Andrés Manuel López Obrador se ha pronunciado al rechazar el proyecto de sentencia que analizará la Suprema Corte de Justicia de la Nación por considerarlo contrario a la libertad religiosa y de creencias.

Historiaré hasta la brevedad los hechos. En Yucatán, hacia diciembre del 2020, Kanan Derechos Humanos A. C. inició tres litigios en contra de los ayuntamientos de Mérida, Chocholá y Mocochá por colocar nacimientos de Cristo en espacios públicos con recursos del erario. El argumento principal de los agraviados es que los ayuntamientos deben profesar la laicidad, la neutralidad y el alejamiento de cualquier veneración de símbolos, cultos o prácticas de alguna religión o “ideología” del Evangelio cristiano.

En la baja madrugada me ha visitado con fuerza de axioma una refutación a ese parecer que ahora escribo con urgencia argumentativa. Los recurrentes del amparo, al razonar: “El Estado debe actuar conforme al principio de laicidad y neutralidad ideológica. Por lo tanto, deben prohibirse los nacimientos cristianos en espacios públicos”, no se percatan de que su mismo argumento anula su premisa fundamental.

Pensar que “el Estado no debe tener ninguna ideología y ser neutral” es también profesar una ideología, quizá ultraliberal, arreligiosa, secularista, ateísta, agnóstica o producto de una mala comprensión de la laicidad y cuyo error está en utilizar como tópico “Lo vacío o la ausencia de ideología es más neutro que lo lleno”. La laicidad es también una convicción filosófica, tan respetable como cualquier otra, pero no por ello más neutra que una convicción propiamente religiosa. Afirmar lo contrario implica considerar que los valores de la laicidad son más favorables al bien de las personas que los del cristianismo, lo que paradójicamente se configura como tener preferencia por un tipo de ideología o visión del mundo.

Por otra parte, un nacimiento de Cristo es un símbolo religioso «fundamentalmente pasivo», que no reclama acción alguna de veneración o reverencia de quien lo ve, y cuya posible influencia no es suficiente para constituir una forma de adoctrinamiento que atente contra la libertad religiosa negativa de los ciudadanos o que lesione de forma sustantiva otros derechos. La sensación subjetiva del recurrente no basta para que de eso se siga una violación material a su derecho a la libertad de creencias o la vulneración del principio de laicidad. Esto es un sofisma demasiadamente común que puede representarse así: “Si lo siento subjetivamente, entonces es.”

Por consiguiente, si la Suprema Corte ha de ensayar un juicio de ponderación en su sentencia estimo que la ratio decidendi deberá considerar que un conjunto de figurillas de pastores, ovejas, burros y un niño arropado en un pesebre son “coactivamente débiles” para lesionar la libertad de pensamiento de las personas, pues no es un «símbolo exterior fuerte» que reclame seguir una confesión religiosa, sino un símbolo esencialmente pasivo que tiene una materialidad artística y es el arquetipo de Occidente que ve en el nacimiento de Cristo la esperanza, el amor, la justicia, la bondad y el sentido de la existencia.

Además, me parece que no se cumpliría el principio de proporcionalidad. Es decir, el posible beneficio de amparar al quejoso para garantizar su libertad de creencias no es superior a los costes, ya que se lesionaría masivamente la libertad colectiva para celebrar un natalicio, pues un nacimiento de Cristo puede legítimamente tener en una sociedad de tradición cristiana como la mexicana una presencia visible y preponderante en los lugares públicos.

En Así habló Zaratustra Nietzsche dijo a través de su personaje más fúnebre “Dios ha muerto”, pero no sabía que podía volver a nacer. Un Herodes jurídico ahora quiere impedir su nacimiento. ¿Y quién les dará la esponja para borrar del horizonte el nacimiento más increíble de la historia? ¿Acaso no aún escuchamos felizmente el primer llanto del niño recién nacido en Belén?

¡Feliz Navidad!

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