¿Fin del Covid? – Don Chimino

Por: J. David Flores Botello

¿FIN DEL COVID?. – Qué lejos estábamos hace 3 años de lo que nos esperaba, de lo que le esperaba a la humanidad toda, los casi siete millones de seres humanos fallecidos dejaron a muchos familiares muy dolidos. La pandemia de la Covid-19 tomó desprevenidos a los países, el nuevo coronavirus encontró terreno fértil para reproducirse en los vulnerables a muchos de los cuales les causó la muerte o los dejó con secuelas y trauma de por vida. Quienes superaron la muerte cuentan que vivieron momentos de terror y quienes murieron la mayor parte del tiempo estuvieron conscientes y quizá no en sus cinco sentidos, ni en su sexto, quizá hasta en su séptimo sentido de la angustia que debieron haber pasado al agudizárseles todo su ser. Muchos no pudieron despedirse de sus familiares y no pocos fueron hospitalizados en contra de su voluntad. Varios no solo perdieron a sus seres queridos sino perdieron una fortuna que los dejó sin propiedades o con grandes deudas. Estados Unidos ha perdido a más de un millón de sus ciudadanos a pesar de ser una gran potencia, es más, ni China, de donde se dice procede el virus SARS-Cov-2, ni ellos se han podido librar de la muerte a pesar de que estos 3 años mantuvieron a su gente con encierros periódicos y con muy pocos casos de enfermos y muertos, pero, con la liberación de las normas y restricciones han tenido una ola tan grande que colapsaron sus hospitales y crematorios, poco se sabe de números pues no informan sus autoridades. De los 331 mil que se reportan oficialmente en México, donde tuvimos momentos realmente espantosos con más de dos mil fallecidos diarios, la mayoría eran mayores de edad, pero también hubo jóvenes y familias completas que a veces en dos a tres semanas quedaron devastados. Fueron momentos tan terribles que aún no vemos todo el daño que causó y sigue causando la pandemia pues el virus es acomodaticio y busca rinconcitos de nuestro organismo para anidar y seguirse reproduciendo. Lo bueno que, es evidente, el virus ha perdido fuerza y el número de fallecidos es mucho menor a pesar de que es mucho mayor su contagiosidad, enferman más fácil a más, pero con menos virulencia. Por fortuna, se tuvo una vacuna efectiva en un año, tiempo récord y valioso, se convirtió en salvavidas de la humanidad, aunque los antivacunas digan lo contrario. Nadie puede negar que la estrategia del gobierno para vacunar a los ciudadanos ha sido efectiva, el trabajo realizado para lograr la hazaña de vacunar a la gente que vive en comunidades lejanas y abandonadas y hacerlo con tanto orden en todo el país es digno de reconocerse. En México el porcentaje de ancianos vacunados es mayor que en muchos países desarrollados incluido EU. Otra ventaja es que el medicamento paxlovid ha demostrado ser efectivo si se ministra en las primeras 72 h de iniciados los síntomas y está indicado para las personas vulnerables, hay dosis suficientes en los hospitales públicos lo que ayudará a salvar muchas vidas. ¿Será el principio del fin de la pandemia?

DON CHIMINO. – Heriberto hizo varias llamadas en lo que esperábamos a que llegara la grúa por su cochezote de lujo al que le dio doble topezazo por ir echo la mocha mero frente a la entrada del cuartel de la Guardia Nacional onde tan esos topes-bardas. Como le lloraban gotitas de aceite de por debajo los de la agencia de autos le dijieron que mejor ya no lo moviera, que mandarían por el pa revisarlo no juera siendo que se chingara más. Dos soldados salieron pa ver si se nos ofrecía algo pero, como vieron que quedamos bien orillados a la orilla, no les tapábamos su entrada, no causamos daños a la vía pública y a nosotros no nos pasó nada, mejor se metieron pa´dentro de su cuartel. Con el susto y con los cafeses que merqué en el mentado otso fresa se nos bajaron los güisquis que nos echamos en el restaurán a la orilla de la presa de Tepécoa. Heriberto me pidió de favor regresar al otso y que mercara yo un agua Tasco de 2 litros y un paquetito de vasos, me daba cien varos pa que yo pagara, al principio pensé rechacháserlos pero me acordé que a otro día yo los llevaría al restaurán que ta cercas de Tegüiscla, tendría que echarle lo menos 60 litros de gasolina a mi Forcito pos es de ocho cilindros, mejor se los acecté. Mi Puchunga y Norma seguía en el otso, de tan entradas en su pática estaban que no me vieron ni entrar ni salir. Cuando regresé con su encargo, Heriberto sacó de la guantera del coche la que me dijo era una licorera de bolsillo de acero inoxidable, tenía las iniciales N y H en letras antiguas casi jeroglíficos, dijo que traiba dentro güisqui del de 18 años, como el que chupamos en el restaurán, que si quería yo un pegue. Yo no soy muy güisquero, prefiero las cheves y el mezquite pero ese güiscacho la verdá que sí sabe sabroso, le dije que taba güeno pues, sirvió de la botella en dos vasos, les echó agua de Tasco, casi se redaman de tanto que los llenó de agua y de tantísimas burbujas que hicieron. Me dijo que la botellita se le ´bía regalado Norma, su vieja dél, en un cumpleaños, que casi le entraba un cuartito de litro. Yo no sé si la cantimplorita esa iba llena o no pero nos la acabamos en lo que llegó la grúa. A pesar de que juimos de la misma generación en la secundaria paticábamos poco pero, con el calorcito que agarramos con el chínguere ya tábamos en las grandes páticas con su coche encendido, los cuatro vidrios de las puertas abajo, oyendo música en sus diez bocinas que traye, otvio no a todo volumen porque si no, ni íbamos a oyir lo que paticábamos. Hartas gentes que pasaban arriendaban a vernos y yo los saludaba con la mano recargándome más en su cochezote de lujo, no por presumido, si se me quedaban viendo a la mejor me conocían, yo no soy mal educado y pos pa que tambor vieran en qué coches me ando subiendo.

Me apantallaron los gruyeros, traiban una grúa choncha como carro de volteo, con hartas luces rojas, naranjas y blancas, una torreta circulando arriba de la cabina, impecablemente limpia, se pusieron por delante de su coche de Heriberto, deslizaron una pataforma automáticamente dejando una rampa, con un gancho que lo trabaron de por debajo del coche y con un clable de acero lo jueron jalando y poco a poco, lo subieron hasta mero arriba, le amarraron las cuatro ruedas con unos cinchos, le pusieron unas cuñas por delante y por detrás de cada rueda pa que se movieran lo menos, durante toda la maniobra se estuvo oyendo un piiip, piiip, piiip, como una alarma, yo creo que para que asina más llamara la atención de las gentes. Nada que ver con las grúas de mis tiempos que los trababan de por delante o por detrás y dos de las ruedas del coche dañado iban rodando todo el camino. Con este tipo de pataformas modernas se llevan los coches descompuestos o chocados como se llevan a las reinas en los desfiles de mi pueblo: luciéndose en todo lo alto, sin esfuerzo y sin pena alguna. Heriberto, en un vaso vacío, limpio, metió la llave del coche, pachurró el vaso tantito pa poder meterlo boca abajo en otro vaso, los selló, bien sellados, con cinta de yuris que traiba en su cajuela, le garabatió con un plumón un nombre, puso un billete de 500 varos en su mano del chafirete y le dijo que él sabía que los gastos corrían por cuenta de la agencia, que se los daba de propina pero, que así como iba el paquete lo tenía que entregar al vigilante de la agencia el cual se iba a reportar tan pronto llegaran allá con su coche, que iba a estar pendiente, agarraron camino pa Cuernavaca y nosotros rumbo al otso, cuando ya casi llegábamos me dijo: –“Chimino, vi que te llamó la atención lo que va en la cajuela del carro, por favor no lo comentes con nadie”. No te preocupes, le dije, no vi nada. Con eso que me dijo otra vez me puso a cavilar, algo se traía, seguía comportándose muy chospechoso. Cuando llegamos al otso ya taban ellas afuera esperándonos, estuvieron atentas viendo lo de la grúa desde áhi. Paramos un tatsi que nos llevó a su hotel en el centro, nos despedimos y quedamos pasar por ellos en mi Forcito a las 8 de la mañana pa irnos al restaurán de Jardines de México, Morelos. Como ta cercas nuestro cantón nos juimos caminando y paticando yo y mi vieja, le pregunté que qué tanto se paticaban con Norma y… híjoles ya me colgué de nuez, áhi nos pa l´otra, graciotas.

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