Por: Antonio León

Amanecí con resaca por la borrachera de anoche en la Feria, tragando polvo por los pasillos inundados de gente que parece celebrar que nos estemos desmoronando como sociedad, ahora a ir al trabajo maldiciendo el dolor de cabeza y las náuseas que me cobran la factura de mi irresponsabilidad del día anterior, compro el diario mientras llega la combi que va por el rumbo donde necesito, veo las noticias de siempre, pareciera que nada cambia por estas tierras, la gobernadora sigue con su gobierno de pasarela, y el presidente de aquí con su afán desmedido de hacerse famoso y que todos aplaudan a su paso soberano. Abandono la lectura del diario y me pongo a recordar una frase contundente de la serie de televisión Fargo: “Los hombres con mucho dinero pero ignorantes, acumulan cosas y más dinero, los millonarios inteligentes generan riqueza para la sociedad, los verdaderamente importantes se hacen invisibles, porque el ser famosos les impide crecer como seres humanos y se quedan, a pesar de sus millones, en el nivel más bajo de la evolución humana”. Me subo a la combi y en páginas interiores del diario leo algo que llama mi atención: “al 61 % de los guerrerenses no les alcanza su salario para comprar el 100 % de la canasta básica”. ¿Pues no que estábamos bien con esos de la Cuarta Transformación? Me están dando ganas de vomitar, creo que mejor me regreso a mi casa y falto al trabajo, tal vez mi patrón entienda que por estos días el espíritu patriótico que nos inspira La Bandera Nacional, justifica una faltita en estos quince días de fervor trigarante. Mi padre anda peor que yo, pero no por la Feria, sino porque para él eso del alcohol son palabras mayores, ya lleva varios días en El Escuadrón de La Muerte. Mi madre me reclama el por qué no doy más dinero para la casa si me sobra para embriagarme en la Feria, y es que mi padre aporta muy poco para el gasto familiar con eso de su alcoholismo, a veces sólo pone veinte pesos para las tortillas, sino tuviéramos este departamento del INFONAVIT, estaríamos peor que mal, mi hermana también aporta para el gasto familiar, pero es muy poco, tiene un sueldo infame en la farmacia donde trabaja, así que el que más aporta para el gasto de la casa soy yo, más de la mitad de mi salario, que no es la gran cosa, pero con las propinas me repongo y al menos para comer tenemos en la familia, mi hermano menor logró entrar a la universidad y lo estamos apoyando para que termine su carrera de abogado, aunque pienso que sólo obtendrá su título para después ingresar al grupo de desempleados, pues abogados son los que más hay en el país. Mientras tanto, en la Feria hay que olvidarnos de la pobreza, no hay que ser amargados, que nuestra miseria no castigue a nuestro optimismo aunque no haya nada que celebrar, porque somos un ejército de inconformes pero inmóviles, amaestrados, con un rictus de resignación en el rostro camuflageado con una alegría efímera, y como escribiera el maestro Ernesto Cardenal al referirse al pueblo: “Tristes pasan a pie por estas calles/ sin empleo, ni puesto y sin un peso/ proletarios, putas y hambrientos/ que jamás saldrán en exquisitos versos/ nunca estarán en el gobierno/ pero si muchas veces presos/ de hambre poco a poco van muriendo/ y nunca les harán un monumento”. Así pues, a seguir transitando por este espacio de sin sentido, en donde lo prioritario para mí en estos momentos es regresarme a mi casa a vomitar, no sé si por la resaca o por lo que les acabo de compartir del maestro Ernesto Cardenal.

Hasta el martes próximo estimado lector.

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