-A mis lectores un fuerte abrazo y los mejores deseos para este 2023-

Por: Álvaro Venegas Sánchez

MILENIO, el martes 27 de diciembre, publicó la entrevista que Carlos Zúñiga hizo para MILENIO Tv al ahora exsacerdote y activista de derechos humanos Alberto Athié. El punto fue el documento que la Arquidiócesis Primada de México (APM) llama Protocolo y considera valiosa herramienta del Departamento para la Protección de Menores en la institución para “contribuir en la investigación y conocimiento del fenómeno de los abusos sexuales en general”; lo vende y promueve, aunque no en todas las diócesis del país sólo en la Ciudad de México.

Athié, en primer lugar, señaló que la Iglesia católica en México no reconoce el abuso sexual como un delito y mantiene la idea que debe guardar la confidencialidad de los casos. En el manual que promociona considera que tal conducta sí es un pecado, pero no un delito; si acaso un problema disciplinario, administrativo. Recordó también que el Comité de los Derechos del Niño de la ONU ya había solicitado desde 2014 a la Iglesia católica observar y adherirse a las leyes de cada país en materia de delitos sexuales y no apegarse sólo a determinado mecanismo interno. Asimismo, aclaró que dicho comité es un órgano debidamente integrado con 18 expertos independientes que supervisa la aplicación del Convenio sobre los Derechos del Niño por parte de los Estados miembros de la ONU, incluida la Santa Sede.

Sin duda, todo lo que acontece en el ámbito de lo religioso en muy sensible porque incide en el campo de las creencias y de las instituciones que promueven la fe en lo individual y de los pueblos. Por eso la condena al gobierno de Nicaragua por la violación a los derechos humanos de clérigos y la limitación de las libertades religiosas en ese país. La reacción en México ante el asesinato de los sacerdotes en la Sierra Tarahumara, hecho que la Iglesia utilizó para reclamar al gobierno de López Obrador y exigirle cambiar la estrategia de seguridad y dejar de quejarse culpando al pasado. La respuesta presidencial no tardó en llegar y por supuesto fue en el mismo tono: “Los religiosos, con todo respeto, no siguen el ejemplo del Papa Francisco porque están muy apergollados con la oligarquía mexicana”. El distanciamiento había iniciado. El Episcopado respondió reprobando la propuesta de reforma electoral del presidente y apoyó decididamente la marcha ciudadana para defender al INE.

Admito no tener elementos para un análisis profundo sobre la relación Iglesia-Estado. A penas, desde la periferia, puedo decir que no soy ateo; conservo la fe y la creencia que me inculcaron desde niño en mi familia y en mi pueblo de origen, de raigambre católica a mediados del siglo pasado. Claro, a estas alturas entiendo y acepto válido aquello tantas veces dicho: “para gobernar México hay que tener autoridad moral”. Estoy plenamente seguro que autoridad moral es indispensable también para gobernar o representar la institución promotora de la fe en Dios de las personas.

Bajo esta lógica, desconcierta mi entendimiento que el Episcopado incursione con declaraciones y acciones que tienen que ver con la política. Para más, en noviembre, los días 18 y 19, tuvo lugar la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC), foro internacional que reunió a líderes, asociaciones e intelectuales de ultraderecha, varios de ellos con vínculos religiosos con las iglesias y adeptos a estar cerca del poder político, que reaccionan y se organizan ante el avance de gobiernos de centro-izquierda elegidos democráticamente en América Latina. Pareciera como si en la Iglesia no hubiera problemas o asuntos de importancia que atender, o consideran que la solución es que los devotos los olviden. Lo cual es difícil.

No pueden olvidarse asuntos que lastiman el prestigio y merman la autoridad moral de las Iglesias. Ahí está pendiente el caso de los ocho ex legionarios de Cristo que públicamente denunciaron los abusos de Marcial Maciel. Por haberse atrevido sufrieron infundios, descalificaciones y amenazas, pero el tiempo les dio la razón sin que a la fecha tengan una iniciativa de reparación del daño. Cómo olvidar también, que el 3 de junio de 2022, Joaquín Naasón, el llamado apóstol de La Luz del Mundo se declaró culpable de abusos sexuales a menores en la corte de Los Ángeles. Y como estos, hay otros casos que estremecieron las buenas conciencias y tampoco se han olvidado.

Que el Protocolo en comento sirva de apoyo y orientación; pero igual de haber víctimas que se atrevan a denunciar a instancias jurídicas, ojalá no topen con jueces insensibles y cómplices de los atropellos que lo único que garantizan es impunidad.

Iguala, Gro., enero 9 del 2023.

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