2023: ¿Optimismo o pesimismo?

Por: Efraín Flores Iglesias

Sólo los guerrerenses de bien deseamos y trabajamos para que en este año que arrancó recientemente sea mejor que el anterior; un 2023 en el que la violencia cese en las ocho regiones de la entidad y se consolide la paz social.

Se espera también que todos los gobernantes y legisladores trabajen más en equipo para sacar adelante a Guerrero, porque divididos no logran nada benéfico, más que confrontaciones estériles.

Es cierto, la elección de 2024 está a la vuelta de la esquina, pero ese no es pretexto para que los actores políticos hagan a un lado el diálogo y los acuerdos, ya sea en el Congreso local o en los Cabildos.

Así como los diputados locales se pusieron de acuerdo el mes pasado para aprobar el presupuesto estatal de egresos 2023, también exijan a los alcaldes ejecutar obras sociales en los municipios que gobiernan, sean del color que sea, pero, sobre todo, vigilar que los recursos sean ejercidos con total transparencia.

También es necesario que los dirigentes partidistas se unan en torno a la gobernadora Evelyn Salgado Pineda, para que de esa manera se consolide la gobernabilidad en el estado. Y no vean solamente por sus intereses políticos y personales.

Evelyn Salgado ha demostrado en casi 15 meses que es una gobernante comprometida con sus gobernados, ya que gobierna para todos y trabaja todos los días para dar buenos resultados. Además, ha demostrado ser tolerante a la crítica y ser respetuosa con los que no comparten su estilo de gobernar.

Ojalá el presidente Andrés Manuel López Obrador apoye más a Guerrero en este año, y no sólo con programas sociales, sino también con obras de impacto social. Se supone que amor con amor se paga.

La mayoría de los amigos y familiares con los que platiqué antes de terminar el año 2022 coincidieron que el 2023 será mejor en varios rubros. Y eso se llama optimismo.

Ser optimista nos ayuda a ver, sentir y pensar en forma positiva. Y es lo que se requiere después de resistir una terrible pandemia (Covid-19) que duró dos años y que nos arrebató a muchos familiares, amigos y compañeros de trabajo.

El pesimismo es lo opuesto al optimismo, y es claro también que hay personas que se mueven en esa ruta, lo cual es respetable. Lo importante de todo es alejarse de los pesimistas o ayudarles a salir del hoyo en que se encuentran.

En lo que respecta al papel de los alcaldes de la entidad, es necesario señalar que no todos han entendido (ni entenderán) en dónde están parados, pues siguen cometiendo los mismos errores, como son los casos de Norma Otilia Hernández Martínez (Chilpancingo) y Abelina López Rodríguez (Acapulco). La primera sigue privilegiando las pachangas y la segunda sigue confrontándose con importantes sectores de su municipio.

La soberbia es lo que caracteriza a la mayoría de los presidentes municipales, pero olvidan que el poder no es eterno y que la suerte no siempre estará de su lado.

En lo particular, estoy convencido que las presidentas municipales antes mencionadas pueden corregir el rumbo, siempre y cuando se rodeen de un buen equipo de trabajo y se alejen de los cortesanos. Digo, si es que aspiran ocupar otro cargo de elección popular el próximo año. Pero debe ser a la voz de ya.

De los legisladores locales y federales se espera más productividad en el Congreso estatal y en el Congreso de la Unión (Cámara de Diputados y de Senadores). No todo es protagonismo ni descalificaciones en tribuna.

Estaremos más atentos este año del papel que realicen los servidores públicos guerrerenses.

Veremos quiénes son los optimistas y los pesimistas.

CHAYO Y TIMO

Hace 20 años, la entonces revista mensual “Equidad” publicó una interesante anécdota. Los protagonistas son dos distinguidos actores políticos del municipio de Tixtla de Guerrero, y que comparto con ustedes, mis apreciados y fieles lectores.

“Que el político Hugo Cesáreo Astudillo Bello, aspiraba ser presidente municipal de Tixtla, donde sólo los chicharrones del profesor Timoteo Valle Alcaraz sonaban.

“Que un amigo de ambos, con ánimo de congraciarlos porque su relación se había enfriado, le sugirió a «Timo» que le hiciera una recepción a «Chayo», que ya era delegado especial (del PRI), para demostrar que había unidad entre el priísmo tixtleco.

“Hugo Cesáreo fue recibido con cadenas y porras por las mujeres, que encabezaba Pastora, esposa del anfitrión, quien molesto por tantas deferencias, pidió permiso para echar una porra y dijo: «¡Chayo, amigo; el pueblo está… conmigo!». (Revista Equidad, Año 3, Número 5, abril de 2003).

Tres años después de finalizar el periodo de Timoteo Valle (1984-1986), le correspondió a Hugo Cesáreo Astudillo tomar las riendas del municipio (1990-1993).

Tanto Chayo como Timo han partido al más allá, pero a los tixtlecos que les tocó conocerlos y tratarlos tienen un buen recuerdo de ellos.

Que en paz descansen.

ENTRE OTRAS COSAS… No estaría mal que Joe Biden viniera más seguido a México, porque sólo así el gobierno de Andrés Manuel López Obrador se ve obligado en capturar a los principales capos de la droga que operan en el país.

Lo comento porque el pasado jueves (5 de enero)0 fue recapturado Ovidio “El Ratón” Guzmán López, líder de la fracción “Los Menores”, parte del cártel del Pacífico y responsable de la generación de violencia en cuatro estados de la región noroeste del país.

La detención del hijo del Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera se llevó a cabo a las 06:00 horas en la sindicatura de Jesús María, municipio de Culiacán, Sinaloa, y fue gracias a la coordinación entre las Fuerzas Especiales del Ejército y la Guardia Nacional. Y ocurrió tres días antes de la visita del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, a México.

Regalo de Reyes para el Tío Sam.

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E-mail: efrain_flores_iglesias@hotmail.com

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