LA SITUACIÓN ACTUAL DE LA NIÑEZ EN MÉXICO

Por Alejandra Salgado Romero

“Lo que queremos para México es una cultura de paz donde todo mundo, y los niños en particular, puedan vivir en paz, (se) puedan desarrollar en su pleno potencial, puedan ser felices… puedan ser niños”
Isabel Crowley, Representante en México del UNICEF

La niñez es una etapa de vida que, comúnmente, se asocia a inocencia y cuidados; lamentablemente, son cada día más los factores adversos para que niñas y niños logren desarrollar la seguridad y autoestima necesarias… e inclusive, para sobrevivir. Para ello, su entorno y las condiciones de vida de la madre, y de su familia en general, resultan fundamentales, pues la primera infancia, de los 0 a los 5 años de edad, representa una etapa decisiva en el desarrollo de las capacidades físicas, intelectuales y emotivas de todo ser humano, y es la etapa más vulnerable del crecimiento. Según especialistas, en esta fase se forma la mayor parte del cerebro y sus conexiones, así como se desarrollan las capacidades y condiciones esenciales para la vida. 

En nuestro país se ha trabajado mucho en torno a establecer y garantizar los derechos de niñas y niños, tales como: tener una familia, un hogar, una educación, alimento y nutrición, buena salud, protección ante un abuso y un ambiente en armonía. Desafortunadamente, y pese a los esfuerzos, en la actualidad, según INEGI, (Instituto Nacional de Geografía y Estadística), existen más de 18 millones de niñas y niños que viven en situación de pobreza, lo que representa el 56.3% del total de menores que habitan en el país (35.5 millones). Por otro lado, la Ley Federal del Trabajo prohíbe el ejercicio laboral a los menores de 14 años, así como a los mayores de esta edad y menores de 17 años que no hayan terminado su educación obligatoria. Ante esto, el Módulo de Trabajo Infantil indica que más de tres millones de niños y niñas entre 5 y 17 años realizan actividades económicas y laborales, de los cuales el 47% no perciben remuneración alguna. Además, el 8 % de los niños y niñas de 5 a 14 años que laboran tienen jornadas de más de 34 horas a la semana, el 24% no tienen un horario regular de trabajo, y 1.6% trabajan en lugares no apropiados o no permitidos. El 11% están expuestos a riesgos en su trabajo y 2% ya tuvo un accidente, lesión o enfermedad que requirió atención médica. Por otro lado, según Organización Mundial de Salud, aproximadamente un 20% de las mujeres y un 10% de los hombres manifiestan haber sufrido abusos sexuales en la infancia, y del 25 al 50% de los niños y niñas reportan maltratos físicos. Las consecuencias del maltrato recaen en la salud física y mental: depresión, adicciones, precocidad y obesidad. Ahora bien, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012 (ENSANUT 2012), en México 10 de cada 100 niños y niñas menores de 5 años, tienen sobrepeso. Por su parte, la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim) informó que de acuerdo con las cifras de incidencia delictiva del fuero común que publicó el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), al corte de enero de 2024, 474 niñas, niños y adolescentes en México han sido víctima de “tráfico de menores”. Otro aspecto que resulta alarmante es el crecimiento del número de menores que tiene que recurrir a la prostitución como único medio de sobrevivencia. Según cifras del Centro Mexicano para la Defensa de la Infancia (CEMEDIN), un millar de niñas y jovencitas, cuyas edades fluctúan entre 14 y 16 años, se prostituyen en la ciudad de México a cambio de cantidades de dinero que oscilan entre los 15 y 25 dólares. El fenómeno de la prostitución infantil se agrava aún más en aquellas ciudades en donde existen menos alternativas de trabajo y estudio, para las y los menores.
A pesar de este panorama infantil, existen medidas universales que se han tomado y han logrado mejoría en algunos aspectos; por ejemplo, la UNICEF afirma que el número de niños y niñas escolarizados (as) ha aumentado en todo el mundo. En 1990 eran 108 millones las y los menores que no estudiaban, actualmente esta cifra se redujo a 61 millones. Además, entre 1990 y 2011, la tasa de mortalidad infantil ha disminuido un 41%, cada día mueren unos 14,000 niños y niñas menos que en 1990. Respecto a la esperanza de vida de niños y niñas, nuestro país, en 1930, tenía una expectativa de vida al nacer de 33 años, y actualmente es de 77 años.
La representante en México del Unicef, Isabel Crowley, explicó que las y los niños mexicanos (as) experimentan muchas formas de violencia, tanto física como invisible, y la oficina en México del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED), aseguraron que la mitad de los 42 millones de menores de 18 años que habitan el país viven bajo alguna situación de violencia. En este tema, algo que nos debe hacer reflexionar es lo aportado por Ricardo Bucio Mújica, titular del CONAPRED, quien advirtió que la generación de niños y adolescentes de, por lo menos, los últimos 18 años, ha crecido en un clima de convivencia con la violencia: “Su relación con la violencia tiene el peligro de convertirse en una forma de socialización”, por ello, enfatizó en la necesidad de erradicar esta percepción y brindar a la infancia la posibilidad de que aprendan a vivir en paz. Explicó que esta generación ha convivido con la violencia de una manera distinta que los adultos: “La ven en los videojuegos; en la televisión; en las barras infantiles; la ven en la escuela; la viven a través de la violencia intrafamiliar; la ven todos los días en las noticias; la ven en la calle, donde hay situación de inseguridad”. Ricardo Bucio expresó que toda niña y niño requiere condiciones de seguridad humana, ciudadana, pública y social. “Cualquier contexto en donde haya vicios de inseguridad (…) afecta el desarrollo armónico y normal que tendría que tener toda persona”.
Sin duda, hace falta que autoridades y sociedad en general, (en especial madres, padres y docentes), comprendamos que es fundamental garantizar los derechos de la infancia, y aceptemos que ello es especialmente complejo en un contexto de violencia e inseguridad. Claro que se requiere aun implementar medidas afirmativas por parte de autoridades de todo nivel, pero lo que realmente hará la diferencia es asumir un compromiso personal y social a favor de la paz, entendiendo que las condiciones que ahora existen no son más que el resultado de la indiferencia, -en el mejor de los casos-, de todos y todas, y busquemos aportar, mediante nuestro diario actuar, que sean las leyes y los valores morales, la base y directriz que regulen nuestras relaciones como seres humanos; lo anterior, más allá de discursos, logrará mejorar las condiciones de vida de millones de niñas y niñas en nuestra ciudad, estado y país.
Les deseo una semana excelente y agradezco sus aportaciones y/u opiniones a través del correo alexaig1701@live.com.mx.

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