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Estados Unidos. En cada ciclo electoral nacional en Estados Unidos se argumenta que si despierta el “gigante dormido” del voto latino –cuya mayoría es de origen mexicano–, no sólo podría determinar parte de la elección nacional intermedia del 8 de noviembre, que definirá el control del Congreso, sino también tiene la posibilidad de transformar la política bilateral con México y América Latina.


Pero las consecuencias de despertar a este gigante no son claras. “No hay un voto latino. Son votantes de origen latino”, explica Óscar Chacón, director de Alianza Américas, una red nacional de organizaciones encabezada por inmigrantes y sus aliados en entrevista con La Jornada. “Algunos votarán por las fuerzas de Donald Trump, la mayoría apoyará a demócratas, pero no hay una narrativa monolítica”.


De hecho, encuestas recientes sugieren que está creciendo el porcentaje de votantes latinos, entre ellos los de origen mexicano, que se inclinan a respaldar a los republicanos alineados con Trump, tendencia ya notable en la pasada elección presidencial, cuando el magnate capturó casi cuatro de cada 10 votos latinos.


Esta tendencia detona alarmas para los demócratas. En las elecciones intermedias, claves para mantener la agenda demócrata del presidente Joe Biden y, para muchos aun más importante, frenar el retorno de las fuerzas republicanas subordinadas a Trump, los demócratas buscan defender su control del Senado por un solo voto y su frágil mayoría en la cámara baja.


En las intermedias, analistas señalan que los latinos podrían decidir dos de las contiendas para el Senado y más de una decena de competencias por curules en la cámara baja. En las intermedias de 2018, los candidatos legislativos demócratas ganaron 72 por ciento del voto latino frente a 25 para los republicanos.


La presencia política-electoral de los latinos es compleja. De los 62 millones de latinos en el país, 35 millones tienen derecho al voto (ciudadanos estadunidenses adultos), es decir, 14 por ciento del electorado y el segundo bloque más grande, aunque no todos están empadronados.


Los latinos empadronados sólo son 10 por ciento de los votantes, lo que significa que están por detrás del voto afroestadunidense, a pesar de que la población latina es más numerosa. En la pasada elección intermedia, en 2018, su tasa de participación fue de 40 por ciento, mucho más alta que en la de 2014, cuando fue de sólo 27 por ciento.


El crecimiento del voto latino, por supuesto, ha multiplicado el número de políticos de ese origen elegidos mediante el voto. Según cifras de la Asociación Nacional de Funcionarios Latinos Electos y Designados (Naleo), unos 7 mil de ellos ocupan ahora puestos de elección a todos los niveles en Estados Unidos, incluyendo seis senadores y 39 diputados, todos federales. Pero ese número es sólo 2 por ciento de total de políticos en puestos de elección en Estados Unidos, mientras los latinos son ahora casi uno de cada cinco estadunidenses.


Aunque durante décadas el voto latino ha favorecido al Partido Demócrata, vale señalar que en la pasada elección presidencial, Biden sólo logró capturar 59 por ciento de ese sufragio, mientras Trump sorprendió –sobre todo ante una campaña explícitamente antimigrante y con tintes racistas– con 38 por ciento del mismo (los republicanos captaron 25 por ciento de ese voto en las elecciones intermedias de 2018), reporta Pew Research Center (https://www.pewresearch.org/politics/2021/06/30/behind-bidens-2020-victory/#voting-patterns-in-the-2020-election).


Según las tendencias recientes, el incremento del apoyo latino para Trump no parece ser algo coyuntural, sino que –como algunos analistas creen– los votantes latinos experimentan un giro hacia la derecha, y el margen de preferencia histórico para los demócratas se está reduciendo. Biden ganó el voto latino sólo por 26 puntos porcentuales en 2020 (Barack Obama lo obtuvo por 40, y Hillary Clinton lo hizo por 38 por ciento).


Para las intermedias, la ventaja demócrata entre latinos sigue en ese rango, según una encuesta de The New York Times/Siena College. De hecho, para algunos expertos el deterioro del respaldo latino para los demócratas no sólo costó curules federales, sino casi resultó en la relección de Trump.

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