Por: Rogelio Agustín


Chilpancingo, Guerrero, Agosto 24.- El cuerpo del periodista Fredid Román Román es velado en Buena Vista de la Salud, un pueblo que durante los últimos años ha sido disputado por grupos de civiles armados, donde los habitantes sostienen que “ya no se puede vivir”.

La comunidad tiene no más de 20 cuadras, es un pequeño valle resguardado por un cerro que hace mucho dejó de ser un escudo natural.

En Buena Vista los hombres, mujeres y niños padecen la zozobra constante, la cotidianeidad está ligada al miedo de quedar en medio de los enfrentamientos que recurrentemente sostienen grupos de civiles armados.

Se trata de células delictivas que las autoridades sostienen que ya tienen muy bien ubicadas, pero que hasta el momento no son detenidas.

La casa del fundador del periódico La Realidad está ubicada a dos cuadras de la base que la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG) tiene sobre la carretera federal México-Acapulco, a menos de cinco minutos de El Ocotito, donde también opera otro grupo de UPOEG, pero que aseguran, ya no obedece a los intereses de la comunidad.

El cuerpo de Fredid Román descansa en una caja de madera barnizada en color café, al frente se coloca su retrato, sereno, a poca distancia de la fotogrtafía de su hijo Bladimir, un joven de 21 años asesinado el pasado mes de junio.

Afuera, sobre la calle pavimentada se colocaron un par de toldos para resguardar las mesas color blanco en que descansan los vecinos, amigos y compañeros de trabajo que acuden a compartir el duelo.

En las calles aledañas están distribuidas cuatro patrullas de la Policía del Estado, los elementos se encuentra de pie, apostados sobre las aceras.

Pero el resguardo no genera en los lugareños la percepción de seguridad, el miedo, como sucede desde hace varios meses, permanece instalado en la comunidad.

VIVIR EN LA ZOZOBRA

Desde la noche del 26 de enero del presente año, la tranquilidad en Buena Vista de la Salud se perdió.

Una célula de presuntos integrantes de Los Ardillos irrumpió en la base de la UPOEG para tratar de tomar el control de la misma, hubo un enfrentamiento que se prolongó por espacio de 40 minutos, tiempo en el que se utilizaron rifles de alto poder y granadas.

Esa noche murieron siete hombres; cuatro fueron de la UPOEG, entre ellos el comandante Mario Zamora, quien también era integrante de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero (CETEG).

Los supuestos ardillos se retiraban con saldo blanco del enfrentamiento, solamente habían sufrido la pérdida de una camioneta con blindaje artesanal, que en la refiega tuvieron que atravesar en la carretera para utilizarla como escudo.

Antes de llegar a la comunidad de Acahuizotla, los civiles armados se encontraron con un convoy de la Unidad de Fuerzas Especiales (UFE) de la Policía del Estado, el choque armado fue inevitable y a tres pistoleros quedaron tirados en la carretera.

A mediados de febrero hubo por lo menos dos intentos más de tomar la base de la UPOEG, pero la autodefensa se reforzó y logró repeler a los ataques.

El día sábado 20 de agosto, en la misma instalación se reportó el lanzamiento de granadas de fabricación casera, una estalló al chocar con la rama de un árbol, en tanto que la otra quedó tirada en la cinta asfáltica de la carretera federal.

El hecho movilizó a personal de la Policía del Estado, de la Guardia Nacional y del Ejército mexicano, que confirmaron el hecho.

Antes, los pobladores de Buena Vista y los integrantes de la UPOEG habían reportado el sobrevuelo constante de drones cargados de explosivos.

LA CARRETERA “LIBRE” QUE NO LO ES

Los enfrentamientos entre ambos grupos de civiles armados no afectan solamente a sus integrantes, para los ciudadanos que están libres de siglas y al margen de los bandos, el miedo es parte de su vida cotidiana.

Los convoyes de supuestos ardillos cuando atacan la base de la UPOEG circulan por sus calles, lo que se confirma con los impactos de bala marcados en sus fachadas.

Desde la esquina del domicilio en que se vive el duelo provocado por el asesinato de Román Román, se observa la base de la UPOEG, a veces asoman los hombres de playera verde olivo con las armas terciadas en la espalda.

Si se levanta un poco la vista, también se puede mirar el cerro que deberia proteger a la localidad, pero se señala, es utilizado por los delincuentes para lanzar granadas y disparar armas de fuego.

Los autodefensas que se niegan a ceder la base, pero no han hecho más que resistir.

«La vida aquí ya no es posible, se duerme y se despierta con el miedo de que haya un enfrentamiento, de que la balacera te agarre en la calle o de que te alcance una bala perdida», señala uno de los familiares que está en el velorio.

Para ellos casi está prohibido circular por la carretera federal hacia Chilpancingo, por la vigilancia constante que hay de los «Ardillos» y el riesgo que se tiene de ser víctima de una agresión.

«Te paran, te revisan tu documentación y si eres de aquí no te va nada bien», comenta uno de los asistentes.

Para evitar cualquier encuentro desafortunado, los lugareños deben aventurarse hacia El Ocotito, meterse a la Ciudad Industrial y salir hacia la Autopista del Sol, solo pagando esa cuota llegan a Chilpancingo sin exponerse a un ataque.

Fredid Román viajaba cada semana hacia Chilpancingo para atender los pendientes del periódico La Realidad, su familia asegura que quien o quienes lo mataron lo siguieron desde que salió de Buena Vista.

A Fredid le sobreviven cinco hijos, ninguno recuerda que en algún momento haya recibido alguna llamada o mensaje de amenaza.

Tenía 59 años de edad y no los aparentaba, le gustaba el futbol soccer, era fanático de las Chivas del Guadalajara y le gustaba bailar cumbias.

En la comunidad se comenta que Fredid era uno de los promotores de la instalación de un cuartel de la Guardia Nacional (GN) en la zona del Valle, con la intención de que se inhibiera la presencia de los grupos de civiles armados que se disputan la zona.

Eso lo convertía en un ciudadano incómodo para los grupos que operan en esa microrregión de Chilpancingo.

El sepelio de Fredid Román se desarrollará el mediodía del miércoles 24 de agosto, la familia agraviada espera que haya resultados en las investigaciones que ha puesto en marcha la Fiscalía General del Estado (FGE).

Pese al resguardo, en los habitantes de la comunidad no se instala la percepción de seguridad, saben que pasado el sepelio, el resguardo que se ha desplegado durante las últimas horas se volverá a retirar.

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