Por: Netza I. Albarrán Razo Enviado especial
Ciudad del Vaticano, Abril 26.- Tras cerrar la capilla ardiente del Papa Francisco en la Basílica de San Pedro, la cual permaneció abierta durante 3 días para que los fieles católicos pudieran despedirse del Santo Padre, la noche de este viernes, en una ceremonia privada y solemne, fue sellado el ataúd del Pontífice fallecido.
En estos 3 días, miles de personas provenientes de distintos países del mundo, acudieron al Vaticano para rendirle homenaje al Pontífice argentino, quien siempre será recordado por su sencillez, humildad y cercanía con el pueblo.
De acuerdo con cifras oficiales proporcionadas por las mismas autoridades vaticanas, más de 250 mil personas se congregaron para darle el último adiós a Francisco, cuyo legado se caracterizó por un estilo pastoral austero y sencillo.
Aunque inicialmente se había anunciado que la Plaza de San Pedro cerraría sus accesos a las 5 de la tarde, la gran afluencia de personas obligó a extender el horario hasta las 7 de la noche. Fue hasta después de esa hora cuando el personal del Vaticano comenzó a desmontar la Capilla Ardiente, instalada en el interior de la Basílica de San Pedro para la ceremonia, en donde se le rindió homenaje al Pontífice que siempre tuvo presente el atender primero a los pobres, como se lo dijera el cardenal Claudio Hummes, arzobispo emérito de Sao Paolo, Brasil, en el momento en que resultó electo en el Cónclave llevado a cabo en marzo del 2013.
Posteriormente, las autoridades procedieron a desalojar completamente la Basílica de San Pedro con el fin de iniciar los preparativos para la ceremonia de cierre del féretro, acto que se realizó a puerta cerrada y en estricta privacidad. Durante esta ceremonia, el maestro de las Celebraciones Litúrgicas, Diego Ravelli, tuvo a su cargo la lectura del “rogito”, que no es otra cosa que un documento solemne que contiene un resumen de la vida y obra de Jorge Mario Bergoglio, nacido en Buenos Aires en 1936. Este texto fue introducido en el féretro dentro de un tubo de metal sellado y lacrado, con el propósito de preservarlo para la posteridad.
En el mencionado “rogito” se destacaron diversos aspectos del pontificado de Francisco, entre ellos su firme postura contra los abusos dentro de la Iglesia católica. «Hizo más severa la legislación sobre crímenes cometidos por los representantes del clero contra menores y personas vulnerables», se lee en la última línea del documento, que resume uno de los ejes centrales de su pontificado.
La ceremonia continuó con un momento de oración en silencio. Luego, tras una plegaria adicional pronunciada, el maestro de ceremonias colocó un velo de seda blanca sobre el rostro del Papa fallecido, como un gesto simbólico de recogimiento y respeto, seguido del rocío del agua bendita sobre el cuerpo del Papa Francisco.
Acto seguido, el mencionado maestro de ceremonias colocó en el ataúd la bolsa con las monedas y medallas acuñadas durante el pontificado de Francisco, así como el tubo metálico que contiene el “rogito”. El documento fue sellado previamente con el emblema de la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas.
Una vez concluido este rito, se colocó la tapa metálica de zinc sobre el ataúd, en la cual se colocó una cruz, el escudo papal de Francisco y una placa con su nombre, así como las fechas que marcan el inicio y la duración tanto de su vida como de su ministerio como Sumo Pontífice.
Finalmente, el ataúd fue sellado e identificado con los sellos oficiales del Cardenal Camarlengo, Kevin Farrell, de la Prefectura de la Casa Pontificia, de la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias y del Capítulo Vaticano, es decir, el grupo de canónigos que se ocupa de las actividades vaticanas. Sobre esta estructura se colocó el féretro exterior de madera, cuya tapa también lleva grabados la cruz y el escudo del Papa fallecido, completando así el rito solemne de despedida.