Leer la vida
Por: José I. Delgado Bahena
Un día, mi madre me preguntó, al terminar de leer “Cuacuana”, mi novela: “Cómo se te ocurre todo esto”. La verdad, no recuerdo qué le respondí; pero, sin duda, es la misma respuesta que doy cuando otros lectores, o en alguna entrevista, me preguntan: “En qué te inspiras”, siempre he respondido: “En la vida”.
En esencia, la vida es lo que nos nutre a los artistas. La inspiración fluye gracias a lo que vemos, vivimos, percibimos o sentimos de lo que ocurre a nuestro alrededor, o en nuestro interior, y gracias a nuestra sensibilidad, captamos y trasmitimos lo que, a través de nuestro arte somos capaces de crear.
Todos los seres humanos nacemos con las mismas capacidades, pero no siempre las desarrollamos; son, pues, las circunstancias de nuestra vida, las que orientan el fortalecimiento de las habilidades que mostramos al hacer, o construir, lo que, en beneficio de la humanidad, producimos.
Luego, en algún momento de nuestra vida, algo, o alguien, detona nuestras preferencias y nos dejamos llevar por esa motivación para ofrendarle nuestro destino en un racimo de rosas perfumadas de fe y de confianza.
Pero a este texto le titulé “Leer la vida”, porque debo confesar que soy muy observador; tal vez por eso, al escribir el Manual para Perversos, he retratado a la gente con la que convivo y con frecuencia me dicen: “Me sentí como ante un espejo”. Por supuesto que es lógico: en cada persona hay un personaje, y podría ser un personaje literario. Yo mismo, tal vez, algún escritor ha elaborado un cuento con la figura y la “persona” que ha visto en mí, y me ha inventado otra familia y acontecimientos completamente ajenos para mí, pero cercanos a quien escribe, porque eso es todo: la vida nos lo da, solo hay que aprovecharlo.
Sin embargo; quienes nos dedicamos a la literatura, no lo hacemos solamente por satisfacer nuestra inquietud creadora, va más allá, la secreta intención es de que nos lean, de que otras mentes se metan en nuestros mundos y transiten en paralelo por los caminos de nuestra imaginación, nuestra inspiración y en la loca aventura de hacer de la ficción otra forma de ver la vida.
Siempre que me invitan a alguna presentación, si estoy bien de salud y tengo tiempo, acepto. Son oportunidades que nadie, ya sea un pintor, un músico, un poeta, un danzante, deja pasar si, además de mostrar su arte, le retribuyen con atenciones y le adquieren algo de su obra. Y qué bueno que haya gente así: interesada en promover y compartir el arte y la cultura, porque son acciones que aportan al desarrollo y crecimiento de la humanidad en la versión que todos queremos conservar: ser humanos.
En Iguala hay creadores de todas las artes, las que consideramos “bellas”, hasta de las que entran de manera forzada, pero que nadie puede negar que podemos encontrar arte en el grafitti, la fotografía, el cine, incluso en el diseño gráfico. Todo aquello que conmueve nuestros sentidos está bañado de arte; las diversas disciplinas que implican creatividad, imaginación, inventiva, inspiración, dedicación y talento, deben ser valoradas y difundidas; porque, simplemente, reflejan una parte de lo infinitud que somos como creación, como forma de vida humana que en el multiverso coexiste.
En fin: como dije en un párrafo anterior, los artistas y, sobre todo, los escritores, al hacer nuestra obras, lo hacemos con la esperanza de que alguien las disfrute, o las sufra… Pero no va a ocurrir si están guardadas en los cartones o en las paredes de nuestras casas. Necesitan ser mostradas, vistas, oídas, leídas, valoradas. Por eso, agradezco la invitación que siempre me hace mi amigo Juan Sánchez Andraka, quien organiza ferias de libros en su región y con frecuencia me toma en cuenta para presentaciones de mis libros. En este mes me invitó para una presentación en la Feria del Libro de Tixtla. Asistí acompañado de dos de mis amigos del grupo de poetas “Los Refugiados”: Salvador Romero y Carlos Mata Bordaluz. El mes anterior la organizó en Chilapa, y también participé, pero en esa fecha fui acompañado de mi amigo, el poeta Bony Chávez, quien también pertenece a nuestro grupo.
Ojalá que haya más gente interesada en invitarnos a dar parte de nuestras vidas, porque, naturalmente, es lo que va en nuestras obras.