Hablemos del Centro Histórico
Por: José I. Delgado Bahena
A partir de que en 2011, el cabildo igualteco nombrara a Iguala con Centro Histórico, por los hechos relevantes que todos conocemos, y por la trascendencia histórica que nuestra ciudad tiene para todos los mexicanos, la visión de este espacio en el que convivimos, por la gran diversidad de actividades que se llevan a cabo, y que es un referente como punto de reunión, ha cambiado en perspectiva de una cohabitación ciudadana más armónica, con mayor respeto y alegría por ser parte de la gran historia que corresponde a nuestra patria.
Por eso, el entusiasmo es mayor cuando, después de once largos años de gestión, vemos que se está trabajando para cambiarle la fisonomía, que se venía deteriorando por varias causas, entre ellas, el crecimiento desmedido del ambulantaje.
Sin embargo, sabedores de que en voz alta se han manifestado algunas voces que reclaman la calidad de los trabajos que las empresas encargadas de las obras están realizando, es importante hacer algunas reflexiones que bien podrían orientar nuestra impaciencia porque, según se sabe, la obra estaría terminada en este día, 17 de diciembre, y que a todas luces se advierte que eso no será posible.
También nos dimos cuenta de la inconformidad de los comerciantes del centro que reclamaron vialidades abiertas para que los clientes pudieran acceder a sus negocios; es entendible, porque está claro que sus ingresos no son iguales a los que venían teniendo antes de iniciar con la construcción, y reconstrucción, de los inmuebles que ya se muestran en las dimensiones y estructuras que tendrán.
Por eso hay que reflexionar y aceptar que esto pasa en cualquier obra, por pequeña que sea. Por ejemplo, cuando vamos a construir un cuarto en nuestras casas, el albañil nos hace un presupuesto y un “más o menos” de cuándo terminaría la obra; con frecuencia todo falla: se gasta más de los presupuestado y no nos la entregan cuando prometen.
Definitivamente es lo mismo. Inclusive los detalles que la ciudadanía ha observado con un mal acabado y que en poco tiempo se están deteriorando algunas partes de la obra, tal vez, deberíamos ser más pacientes y esperar a que la terminen en su totalidad, y la entreguen. Seguramente habrá alguien que tenga la responsabilidad de hacer una valoración para determinar el estado en que encuentre el trabajo “terminado”.
Mire, le pondré un ejemplo: cuando escribo un cuento, hago un primer borrador, lo reviso, lo corrijo, le aumento, le quito, le cambio algunas cosas y, cuando pareciera que ya está listo, todavía le encuentro algún acento mal puesto o la falta de algún signo. Entonces me dedico a “pulirlo” y, si es posible, se lo doy a leer a algún amigo y le pido su punto de vista. Claro que tomo en cuenta las opiniones y trato de dejarlo lo más pulcro posible.
De la misma manera creo que pasará con la obra. Las fallas que se observan en algún lado, como en la calle de Juárez, no creo que ocurran en otros lados, porque ya tendrán alguna idea sobre lo que deben mejorar. Al final, antes de entregar la obra, deberán pulirla, también, dejarla bonita y presentable para su inauguración.
Por otro lado, los mismos comerciantes, deben reconocer que, terminados los trabajos, por la misma atracción de la remodelación del centro llegarán más clientes y sus ventas aumentarán; inclusive, quienes son propietarios ya estarán calculando en cuánto aumentarán los costos de sus propiedades, por si quisieran vender.
Algo que no debemos perder de vista, es que deberá elaborarse un reglamento de imagen urbana para que, lo que se construya, así como los anuncios de los negocios, se hagan en armonía con la nueva imagen de nuestra ciudad.
Por lo pronto, esperamos que el Comité de Seguimiento que se nombró, convocado por el gobierno municipal, lleve una puntual observancia de las necesidades de mejoría y corrección de la obra, porque, por supuesto, aunque la inversión sea federal, es dinero de todos y debe ser correctamente aplicado.
Mientras tanto, a disfrutar de estos días con alegría y emoción, al celebrarse la navidad y el año nuevo; sin olvidarnos de que, entre los mejores sentimientos del ser humano, están: la solidaridad con quienes nos necesitan, y el altruismo, para compartir un poco de lo que Dios y la vida nos han dado.