Compromiso con la lectura
Por: José I. Delgado Bahena
Aplausos para las escuelas, y los maestros, que están comprometidos con fomentar el gusto y el hábito de la lectura en los alumnos. Lo que debería ser una obligación, y un derecho, parece que se está convirtiendo en una estrella fugaz: el que los niños y jóvenes lean.
Desafortunadamente, quienes deberían inculcar y acercar la lectura entre los estudiantes; es decir: los maestros, no leen. Bueno, quiero decir que son pocos los que ponen el ejemplo. Gracias a Dios, aún hay profesores que promueven esta actividad que es la base de todas las profesiones.
He abordado el tema de esa manera porque casi podría asegurar que, por cada diez maestros, si acaso dos leen.
Pero mejor hablemos de lo bueno.
En esta semana que acaba de concluir, tuve la oportunidad de participar en dos estrategias de lectura realizadas en escuelas preparatorias: una en Iguala y la otra en Cocula.
En Iguala fue gracias a la intervención de la maestra Martha Mazón Parra que, desde luego, es incansable promotora de la lectura y, por supuesto, lectora ejemplar. Ella propuso mi presencia en el Colegio de Bachilleres, plantel 3 de Iguala, donde ella trabaja, para que la Academia de Comunicación me invitara a una presentación y lectura de mi obra.
La maestra Tita, como le digo cariñosamente, conoce la mecánica que realizo en mis presentaciones para hacer que los muchachos lean, y disfruten lo que leen, con la intención de que se den cuenta de que leer produce placer; entonces, cuando estoy frente a un cierto número de alumnos, les llevo, para cada uno, un ejemplar de mi libro “Maldito Chaneque”, que contiene historias de terror y que mayormente son del gusto de los jóvenes.
En el programa que organizo, les leo poesía. Con eso comienzo, con algunos poemas de mi libro “Los negros pájaros del silencio”, donde incluí textos de amor, de desamor, de las querencias filiales y sociales. Y empiezo con poesía porque estoy seguro de que, a través de ella sensibilizo a los chavos. Entre otros poemas, les comparto uno de amor y otro dedicado a mi madre, insistiendo en que deseo que en mis versos vean reflejada a la suya.
Después, les repartimos los libros de “Maldito Chaneque” y les pido que me acompañen en la lectura de dos historias que de antemano he seleccionado porque son cortas y tienen un desenlace sorprendente.
Por último, los jóvenes tienen un espacio para hacerme preguntas sobre creación literaria y mi proceso de escritura.
Por supuesto que este ejercicio en el que leen les gusta y se motivan a seguir leyendo, de manera que he comprobado que se interesan más por adquirir mis libros.
Pero, claro está que es necesario que un maestro, o maestra, al menos quien me invita, vaya induciendo, durante los días previos, a que los alumnos estén dispuestos a escucharme.
La otra experiencia fue en la Preparatoria 28, de la UAGro, en Cocula. Fue a través de la maestra Lupita Muñoz, quien me contactó por Messenger y me invitó a que visitara su escuela e hiciera una presentación. Le propuse la misma dinámica y la compartió con los demás maestros, así como con el director, logrando un total respaldo y apoyo para la actividad.
El resultado, tanto en Iguala, como en Cocula, fue excelente. Los chavos se involucraron, compraron libros, me hicieron entrevistas e incluso algunos me pidieron que revisara sus poemas y les ofrecí publicárselos en mi columna “Reacción Poética”, de este medio informativo.
Estas actividades sirven para comprobar que, a pesar de los celulares y el Internet, todavía podemos hacer algo por recuperar el gusto por leer en los libros, solo hace falta voluntad de quienes están al frente de los grupos que están en formación.
Espero más invitaciones de escuelas preparatorias y universidades; aunque también he estado en secundarias y con gusto acompaño sus estrategias de lectura.