La familia y la escuela
Por: José I. Delgado Bahena
José Alberto García Gallo, mejor conocido como Alberto Cortez, compuso y cantó varios temas de reflexión que nos llevan a meditar sobre la trascendencia del ser humano en su paso sobre la tierra. Uno de ellos, del cual quiero hacer referencia, y compartirles la letra, nos invita a valorar lo que somos, lo que tenemos y lo que la vida misma nos ofrece a cada instante.
“Qué suerte he tenido de nacer/ para estrechar la mano de un amigo/ y poder asistir como testigo/ al milagro de cada amanecer. /
Qué suerte he tenido de nacer/ para tener la opción de la balanza/ sopesar la derrota y la esperanza/ con la gloria y el miedo de caer./
Qué suerte he tenido de nacer/ para entender que el honesto y el perverso/ son dueños por igual del universo/ aunque tengan distinto parecer./
Qué suerte he tenido de nacer/ para callar cuando habla el que más sabe/ aprender a escuchar, ésa es la clave/ si se tiene intenciones de saber./
Qué suerte he tenido de nacer/ y lo digo sin falsos triunfalismos/ la victoria total, la de uno mismo/ se concreta en el ser y en el no ser./
Qué suerte he tenido de nacer/ para cantarle a la gente y a la rosa/ y al perro y al amor y a cualquier cosa/ que pueda el sentimiento recoger./
Qué suerte he tenido de nacer/ para tener acceso a la fortuna/ de ser río en lugar de ser laguna/ de ser lluvia en lugar de ver llover./
Qué suerte he tenido de nacer/ para comer a conciencia la manzana/ sin el miedo ancestral a la sotana/ ni a la venganza final de lucifer./
Pero sé, bien que sé/ que algún día también me moriré/ si ahora vivo contento con mi suerte/ sabe dios qué pensaré cuando mi muerte/ cuál será en la agonía mi balance, no lo sé/ nunca estuve en ese trance./
Pero sé, bien que sé/ que en mi viaje final escucharé/ el ambiguo tañer de las campanas/ saludando mi adiós, y otra mañana/ y otra voz, como yo, con otro acento/ cantará a los cuatro vientos/ qué suerte he tenido de nacer.”
Entonces, si orientamos estas palabras, estos versos, hacia nuestro interior, debemos coincidir en el agradecimiento por la vida, primero, después al aceptar nuestras circunstancias y aprovechar las oportunidades que la vida nos regala.
Es decir: la única suerte es la de nacer. Lo demás hay que conseguirlo, con dedicación, esfuerzo, sacrificio, tenacidad, compromiso y responsabilidad.
“Nada caerá del cielo”, dice una frase popular. Tenemos que trabajar para lograr nuestras metas, nuestros sueños, actuar, pues.
En la trascendencia de nuestros pasos, uno de los baluartes, sin duda, es la educación. Primero, la que “se mama”, en nuestra casa, con la orientación, los consejos que nos dan y los valores que nos inculcan; luego, la que se da en las escuelas. Pero, además, influyen, en la formación del ser humano, otros factores, como la religión, el entorno y las relaciones personales. Lamentablemente, se ha agregado otro elemento: las redes sociales.
Sin embargo, nadie pondrá en duda que los de mayor impacto son la familia y la escuela.
Cada maestro, debieran reflexionar sobre el tipo de ser humano que le quieren entregar a la sociedad. Debieran prepararse más, investigar, saber sobre las estrategias para conducir, orientar, formar de manera integral a la arcilla humana que les tocará moldear.