Historias de terror
Por: José I. Delgado Bahena
No se espante; no hablaré de política. El título de la columna hace referencia a los textos literarios que tienen la intención de provocar miedo, terror y otras emociones que están contenidas en la esencia del ser humano, como el asombro, la incertidumbre, el desconcierto, etc.
Desafortunadamente, en la actualidad, tendríamos que abordar este tema desde un punto más realista y, necesariamente, nos llevaría a los feminicidios, los secuestros, las desapariciones, las extorsiones, las violaciones de los derechos humanos, los abusos sexuales y otras atrocidades que a lo largo de la historia de la humanidad se han sabido, y han existido en cualquier punto de la geografía del mundo.
Por supuesto, cualquier tema es digno de servir de referencia para la creación literaria; sin embargo, mi intención, ahora, es la de compartir con ustedes mis reflexiones sobre este género que es tan difícil de realizar, por el riesgo que se corre de que, en vez de causar miedo, provoque risa, y hasta burla: las historias de terror.
Es que, mire: confieso que me gusta ver cine con estos temas; pero, cuando la trama no está bien planteada y noto que el director la sostiene con los efectos especiales y, sinceramente, no me convence, con frecuencia salgo enfadado de la sala, por la mala producción de la cinta que fui a ver.
Confieso que he visto películas que realmente me causaron miedo, y creo que a muchos de mi generación. Tal es el caso de “El exorcista”, “La hora del vampiro”, “El resplandor”, “La cosa del otro mundo”, entre otras. Desde luego, las mejores películas son las que están basadas en libros, aunque muchas veces desmerecen las adaptaciones que realizan.
Entonces, en literatura, podríamos mencionar a grandes autores que se volvieron clásicos con sus obras en las que los demonios, las brujas, la muerte son personificados de manera espléndida en la eterna lucha entre el bien y el mal. Frankenstein, escrito por Mary Shalley, es un buen ejemplo. Desde luego, a mi me gusta que me sorprendan, que sus finales sean inesperados; es decir: no siempre tienen que triunfar los buenos.
Entre los autores más destacados que encontramos, en relación al tema del terror: Edgar Alla Poe, H.P. Lovecraft, Bram Stoker, Clive Barker, Richard Matheson, Shirley Jackson, Ramsey Campbell, Brian Lumley, Ann Radcliffe, Thomas Ligotti, Henry James, Anne Rice, Horace Walpole, Ira Levin, entre otros más, han hecho que nuestro niño interno se asuste con sus obras; pero el mayor miedo que me trasmiten las historias, es cuando nos enfrentamos a lo desconocido, o lo que nos imaginamos, pero que nos resistimos a creer en la posibilidad de que tales fenómenos ocurran.
Entonces, los seres demoniacos, los monstruos, los hombres lobos, los vampiros… tienen que convencernos de que realmente son la encarnación del mal y que son invencibles, para que surja el miedo en nuestro interior y se nos transmita sobre la piel. Distinguir este tipo de literatura implica llevar la mirada a las reacciones en las que se basa. Es así que, de acuerdo con ello, los textos de terror buscan provocarnos incertidumbre, tensión profunda y ansiedad. Para lograrlo, la literatura de terror usa descripciones de espacios desolados con personajes arquetípicos, entre otros recursos.
Muchas veces me han impresionado más las historias que provocan terror de manera psicológica, que las que me muestran monstruos como vampiros y hombres lobos, o los muertos vivientes que estuvieron de moda en una buena época del siglo pasado.
En fin: hablo de este tema porque me di cuenta, en reciente presentación en el estado de Morelos, que, de los títulos que puse a disposición de los asistentes, el que más vendí fue el de “Maldito Chaneque”, que contiene relatos de miedo con personajes de ultratumba. De manera que, definitivamente, aún nos gusta sentir la adrenalina que provoca el terror, y sentimos placer al estremecernos e imaginarnos que lo que estamos leyendo podría ocurrir en la vida real.
En nuestra región ronda por los pasillos literarios otro autor de este género: Bony Chávez, quien, con sus dos libros “La Mala Hora” y “Voces Ocultas” ha logrado acceder al público ávido de estas emociones.