-Los Agaves

Por: Rafael Domínguez Rueda

Una cocina única que rescata los sabores de Iguala en una gastronomía con magníficos nutrientes y en un ambiente de fiesta, al ofrecer una espectacular vista campirana es lo que encuentra el comensal que acude al restaurant Los Agaves.

Comer en Los Agaves es una intensa estimulación a los sentidos. El entretenimiento culinario en su máxima expresión. El primer impacto es visual. El deck (construcción de madera) natural resulta atractivo al lado de los magueyes y a unos cien metros del asta monumental que levanta a los cielos del Sur la Bandera de México. Además, ofrece una vista agradable en un degradado de grises a azules, mientras los primeros rayos del sol han aparecido sobre la montaña.

El segundo impacto es de complacencia. Hay restoranes para comer; otros, para que te vean comer y unos cuantos complacientes, es decir, encuentras lo que deseas: buena comida, magnífica atención y una vista panorámica inigualable. Los primeros satisfacen tu gusto y tu apetito; los otros halagan nada más tu vanidad; y de los últimos, entre los que se clasifica a Los Agaves, sale uno contento, satisfecho y con ganas de volver pronto.

En aquellos primeros te sirven raciones abundantes de alimento más o menos bien cocido; en los segundos te presentan un enorme plato en forma trapezoidal o de fuente en cuya vastedad oceánica se pierde una diminuta poción de algo incoloro y desconcertante, invento de algún chef de cejas enarcadas y cara de pocos amigos.

Yo, comilón exigente –pues el ser exigente nos conecta con lo que nos gusta, con lo que realmente disfrutamos y justo por eso cuenta la posibilidad de conseguir lo mejor-, decía, yo buen comilón recomiendo ese restorán de Iguala que es tanto para comer, como para que te vean comer y para disfrutar la comida, pues sus platillos sabrosísimos se diría están hechos por manos de San Pascual Bailón, patrono de las Cocineras. Decir su nombre no es publicidad, pues no la necesita; sus mesas están permanentemente ocupadas y lo que más me llama la atención es que hay comensales de otras ciudades como Taxco, Cuernavaca, Monterrey, Chilpancingo, como de acá de Iguala. Quizá esto se deba a que ahí no se sufre el calor sofocante que envuelve al centro del Valle.

Los Agaves, el pasado primero de mayo, cumplió dos años de haber abierto sus puertas con una propuesta sencilla pero agradable: atiende de 8.30 de la mañana a 6:00 de la tarde y de miércoles a domingo. Lunes y martes permanece cerrado. Por la mañana, ofrece un rico buffet y a medio día el servicio es a la Carta.

Si este Menú contara su historia sería la celebración a la auténtica cocina igualteca. Tiene productos muy conocidos en la región, pero cocinados de una manera profesional, con el sazón que busca el buen comensal. Siempre encontrará clientes disfrutando de la buena comida como del discreto lugar, pues el festín es también para los ojos.

Tratan de que cada platillo y cada bebida tengan algo que decir, una fotografía que tomar, algo para platicar después. Que haya sonrisas, alegría y, sobre todo, quede un buen sabor de boca.

Es tan importante lo novedoso como la presentación, pues parecen una obra de arte. Sumado a un ambiente relajado, ventilado y divertido hacen que la gente vaya a pasarla bien y, desde luego, coma cosas sabrosas.

La regla infalible para el éxito de un prestador de servicios es unir calidad, servicio y pasión, y en Los Agaves hay que agregar sencillez que es la clave de la brillantez. Sin duda la sencillez abre más puertas que la arrogancia. Y en Los Agaves priva la sencillez en la presentación, en la atención de las jovencitas y no se diga la de los jóvenes propietarios hermanos Josué y Natividad Vázquez Arizmendi.

El lugar conocido como La Finca el Tepehue, además, cuenta con un estante de madera que exhibe para venta libros, artesanías y, desde luego, el elixir de Iguala: mezcal El Tepehue, que si la prueban, de seguro vuelven pronto. Tiene un recorrido con un costo de 20 pesos por persona para conocer fauna silvestre, como venados, la plantación de magueyes y con tantita suerte conocen a “mi amigo el Heloderma”.

Al acudir al restorán Los Agaves está uno completamente tranquilo, a gusto, es una experiencia completa. Yo creo que más que un restorán es un lugar de esparcimiento, para concertar negocios o como yo lo he utilizado para afinar mis trabajos literarios., pues es un espacio al aire libre, destinado a la recreación culinaria y a estar en contacto con la naturaleza, así como a la recreación activa y pasiva.

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