Por: Rafael Domínguez Rueda
En el año 2014 se presentó acá en Iguala el cartel Así somos… dedicado a don Hermilo Castorena Noriega. En esa ocasión, algunos amigos y destacados escritores presentaron por escrito su homenaje. Con motivo de que el próximo día 13 de este mes cumplía años, hoy, para recordar al amigo entrañable, reproduzco las palabras que en esa ocasión nos entregó el gran escritor guerrerense Carlos Cantú Lagunas.
“UN RECUERDO PARA DON HERMILO CASTORENA NORIEGA. En febrero de 2009 se terminó de imprimir, bajo la coordinación del maestro Ignacio Mena Duque, la obra Ignacio M. Altamirano visto por altamiranistas. Más de treinta escritores –guerrerenses o no por su origen- fueron reunidos en un documento que merecía desde entonces- una mayor difusión. Entre los convocados a participar estuvo Don Hermilo Castorena, de quien conocíamos ya sus aptitudes como ensayista, sobre todo por el excelente y muy elogiado estudio sobre la N del insurgente y patricio Gral. Juan Álvarez Hurtado. En la mencionada antología, el documento de Don Hermilo tiene como tema las veladas literarias que impulsó y condujo el célebre tixtleco entre noviembre de 1867 y abril de 1868. Con lenguaje sencillo –brillante en muchos de los párrafos-, con precisión en los nombres y fechas, con profundidad, maestría y elegancia en el análisis, Don Hermilo elaboró un escrito que es sin duda uno de los mejores que se conocen al respecto.
En ese mismo febrero de 2009, Don Hermilo me obsequió un ejemplar de la obra y, luego de leer su aportación, tuve la oportunidad de comentarla con él. Me expresó entonces su interés por ampliar el contenido y transformar el texto en un ensayo. “Es apenas el comienzo de un esfuerzo inconcluso”, me decía, “pero tan pronto termine un estudio que estoy haciendo sobre el telégrafo en México y en Guerrero, me daré tiempo para revisar otros materiales y profundizar la información”. Desconozco si pudo cumplir sus anhelos. Lo que sí sé es que “Las veladas literarias del maestro Altamirano”, que tal es el nombre del artículo, no aparece en el listado de trabajos que registra el cartel Así somos… dedicado a Don Hermilo y que hoy se ha presentado en esta ciudad que tanto respetó, que tanto admiró y que tanto quiso. Por lo demás, el cartel es de un alto nivel en el contenido y en la forma, las ausencias podrán ser enmendadas por quienes lo comenten, o por quienes alguna vez analicen con detenimiento su formidable producción escrita.
Hermilo Castorena vivió a plenitud su tiempo y su espacio históricos. Forjado en la cultura del esfuerzo conoció como pocos esta tierra suriana, tan suya y tan nuestra, y se afanó por aprender, preservar, acrecentar y difundir sus valores fundamentales. Vivió arropado por un prestigio y un cúmulo de amistades que supo ganarse y cultivar durante casi seis décadas de permanencia entre nosotros. Eligió un camino y en ese camino no hubo ni hay enigmas; su actuación toda fue, es, de una transparencia indiscutible y admirable.
Tan felices como sus lectores fuimos también sus oyentes. Habló siempre como querían los clásicos: breve y con sensatez. Sin embargo –o tal vez por ello-, fue un extraordinario conversador. Era toda una experiencia escucharlo en la plática con Juan Pablo Leyva y Córdoba y Arturo Nava Díaz. El chascarrillo, el epigrama, los poemas, los refranes, los dichos, los trozos de textos en prosa estudiados y aprendidos en algún momento (por obligación o por gusto), la anécdota, el argumento soportado en datos, etc., todo un mundo de reflexiones puestas sobre la mesa, tan solo para recordar y disfrutar nuevamente la vida vivida y contarla en un mar de historias que parecían no tener fin.
Don Hermilo jamás renunció a sus convicciones. Nunca fue su intención ganar aplausos o reconocimientos, si los obtuvo fue porque otros apreciaron su talento y premiaron su valía. El trabajo nunca fue escala para obtener favores. Su férrea voluntad y su decisión inquebrantable de conocer, de saber, le dieron siempre primacía a los fines espirituales. Vivió con modestia. Jamás lo sedujo el poder.
Hermilo Castorena eligió Guerrero para vivir y desde aquí encontrarse con la eternidad. Guerrero fue para él vocación y destino. Su obra más importante, la Enciclopedia Guerrerense, ha rebasado las 900 mil visitas, en 26 meses de estar en Internet. Ese trabajo, en el que varios guerrerenses tuvimos el privilegio de acompañarlo, ha llegado ya a uno de cuatro habitantes de nuestra entidad como promedio.
Don Hermilo Castorena forjó un estilo de vida mediante el cual, sin proponérselo, ejerció un magisterio permanente. Nos orientó, nos enseñó, nos ofreció su saber, sin restricciones, con modestia y empeño ejemplares. Su bondad –sin límites- sólo tiene parangón en la grandeza de José González y Margarita Nava, a quienes él conoció y saludó en varias ocasiones.
Hoy, al celebrar la presentación del cartel antes mencionado y ofrecerle respetuosamente este recuerdo, reitero el compromiso de muchos, nunca olvidaremos el bien que le hizo a Guerrero y a México.”
En efecto, ASÍ FUE.