Por: Rafael Domínguez Rueda

El día de ayer -4 de octubre- fue el cumpleaños de Iguala, mi ciudad. Su fiesta es la de San Francisco de Asís, el pobre de Asís, ciudad donde se encuentra sepultado y en cuya basílica inferior es venerado.

En mi ciudad, la cálida y hospitalaria Iguala, se le reconoce como Santo Patrón y se celebra con actos religiosos, manifestaciones sociales y eventos profanos, como lo es el desfile chusco que, desde luego lo encabeza la imagen del santo.

Sin embargo, toda la devoción del pueblo va a la preciosa imagen de Padre Jesús, más conocido como “Papá Chú”, un Santo Cristo de doliente hermosura, sereno y manso en su camino al Calvario. Su fiesta es el 6 de agosto, fiesta religiosa la mayor de la ciudad, pues hay derroche de vestimenta, iluminación, flores, música y juegos pirotécnicos.

Sin embargo, yo, como muchos igualtecos, celebramos también la fiesta de San Francisco, una fecha en que también se recuerda la Fundación de Iguala, por cuyas celebraciones nació el Festival Franciscano Yohuala, nombre de pila.

Este Festival, la fiesta del espíritu, es una jornada de cultura que se enriquece con lo mejor de las bellas artes y lo más representativo de nuestra cultura, por lo que constituye ya una tradición que la sociedad igualteca ha procurado perpetuar desde 1995, y lo organiza año con año con la múltiple participación de las autoridades estatales y municipales, la sociedad civil y grupos culturales diversos, lo que propicia que todos los días del Festival se vean animadas las calles y los escenarios de la Ciudad.

Merecido elogio y cometario lúcido y puntual del “evento cultural más importante del estado de Guerrero”, quien esta vez contó con la presencia de la jovencita Aranza Ortega Jaimes, como invitada especial, la Filarmónica de Acapulco y el evento más esperado del año por los igualtecos: el desfile del Día de los Locos.

La emisión 27 del Festival Franciscano Yohuala, su nombre de pila, llenó de alegría a Iguala entre el 1 y 4 de octubre y se consolidó como “el máximo acontecimiento cultural del estado de Guerrero”, según expresión de uno de los participantes que vino desde Zihuatanejo.

Es un ejemplo de lo que está bien hecho en Iguala y debe continuar, como no debe detenerse el ritmo de exposiciones de pintores igualtecos, conciertos de piano, mesas redondas y recitales.

En Cultura, el Ayuntamiento de Iguala ha creado una zona benigna para el Estado, no solamente en cuanto a grandes acontecimientos, sino en los pequeños detalles también. Traer a esta Ciudad a la igualteca Aranza Ortega, una jovencita de 16 años reconocida internacionalmente y que ha puesto el nombre de Iguala muy en alto, pues el año pasado obtuvo el primer lugar en el concurso internacional de piano en Viena y este año logró el tercer lugar en Alemania es un acierto extraordinario de los organizadores del Festival, ya que poquísimas veces Iguala se ha deleitado con un concierto de piano de un virtuosa del piano.

El concierto de la Orquesta Filarmónica de Acapulco, una vez más demostró su calidad artística que, desde luego, disfrutó el público que abarrotó la Velaria en los terrenos de la Feria.

Antiguamente el desfile del 4 de octubre era artesanal chusco. Los herreros, en su carro alegórico bien adornado, iban durante el recorrido elaborando pequeños machetes que obsequiaban al público; los panaderos pequeñas piezas de pan; los sombrereros, igualmente regalaban pequeños sombreros y los zapateros, obviamente hacían lo mismo. Igualmente sucedía con los demás artesanos. Últimamente se ha desviado la finalidad y ahora se ha vuelto una verdadera pachanga. Este año las escuelas con sus comparsas le dieron vistosidad y alegría.

La edición 27 del Festival que organizó el Ayuntamiento encabezado por el Arq. David Gama Pérez, consciente del compromiso ineludible que tiene de preservar orgullosamente lo nuestro, no escatimó tiempo ni dinero para que el evento resultara brillante. Y los organizadores, a cuyo frente estuvieron la Regidora de Cultura Dalia Reséndiz Rodríguez y Víctor Manuel Mata Pastrana realizaron una labor titánica y su esfuerzo se vio coronado con el éxito.

El público igualteco atiende los eventos culturales como un bien común, que espera largamente y disfruta a mares. Se cumplieron las vertientes que han distinguido al Franciscano como la mejor tradición cultural del estado de Guerrero, eje de crecimiento.

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