—Edificio Moronatti

Por: Rafael Domínguez Rueda

El edificio que se localiza en la esquina que forman las calles de Constitución y Juárez de esta ciudad de Iguala, donde actualmente funciona Banamex, ya es un inmueble histórico que da identidad a la Ciudad y, por lo tanto debe registrarse ante el INAH pues su construcción data antes del año 2000 y exigir se preserve la construcción y los bienes que lo hacen más interesante.

El predio fue vendido a principios del año de 1898 por la familia Domínguez en 2 mil pesos y de inmediato se empezó a construir. El comprador Antonio Moronatti, hombre de confianza del Presidente Porfirio Díaz, pues le manejaba sus negocios, como las minas de Huitzuco y Pimentel, entre otros; además, con la introducción del servicio del ferrocarril, el presidente vendría periódicamente y necesitaría de un alojamiento digno de su investidura, pero, también para que ofreciera alojamiento a decenas de viajeros que llegarían, pues era el único medio de transporte en todo el Estado.


El edificio, que en la parte alta ostentaba el rótulo de Hotel Universal fue inaugurado a mediados de 1899 y se promocionó en la prensa nacional, dando a conocer los servicios de calidad que ofrecía: hospedaje, restaurant, cantina, billares, baños, campanas eléctricas y un magnifico servicio.


La construcción consta de dos niveles, planta baja y un piso. La fachada, en el primer nivel, tiene diez arcos de medio punto que entre sus entrepaños lucen once columnas de capiteles torneados que parten de un basamento y que forman su corredor que tiene al frente al Jardín Juárez, coloquialmente conocido como Zócalo.


En la parte superior, en armonía simétrica, hay seis arcos, engalanados con una balaustrada; en los extremos este y oeste aparecen dos medios balcones que en su parte superior penden doseles de lona, los que fueron rotulados por Banamex. En su interior se podía admirar una bellísima escalera de caracol traída de Italia.


La entrada principal estaba a la derecha y cruzando el dintel, luego luego a la derecha estaba la recepción que, en los años 60s., también sería para vender boletos de la Estrella de Oro, que ocupaba la calle como terminal. Después de la recepción empezaba un corredor que servía de comedor. Sobre la pared había tres enormes y bellas pinturas. Al centro, un patio en el que se llevaban a cabo rumbosos bailes Don Rubén Figueroa Figueroa llevaba ahí invitados especiales.


La puerta de la izquierda era el acceso a la cantina de postín; tenía por nombre «Salón Moctezuma» que atendía diligentemente el amigo Palemón Ramírez, hombre bajito, pero gordito. Llegué a entrar cuando el profesor Rafael Romero, convocaba a Jorge Román Pastrana, Rodolfo «el chino» Soto y Julián Santana para calificar los trabajos de los Juegos Florales a la Bandera. Yo iba de «colado».


Precisamente frente a esta entrada se encontraba «La tamarinda». Sobre esta leyenda real puntualizo, porque algunos la ubican en otro lugar y muchísimos han cambiado la realidad, diciendo que su fruto era dulce.

Se le denominó «tamarinda» por contrasentido, es decir, interpretación contraria al sentido común. Los tamarindos producen fruto, pero éste no daba fruto. Y el influjo que las muchachas aprovechaban, era llevar a sentar al joven en la banca que estaba bajo el árbol o simplemente hacerlo pasar bajo el ramaje de esa tamarinda.


En este edificio tuvo sus oficinas el Banco del estado de Guerrero, también, el Banco Capitalizador de Ahorros; una sucursal del Banco de Morelos; The Petroleum Oil, Co.; The Standard Oil Co.; The Royal Dutch Shell Co.; y la Huasteca Petroleum Co.


Primero, como ya mencionamos, fue Hotel Universal. En 1930 fue adquirido por don Félix Martínez Alveiras, quién le cambió el nombre a Royalty. En 1958 fue heredado a la Sra. Rosa Luz Martínez Avitia; una mujer no muy alta, pero muy activa, más conocida como Rosita. En 1987 fue adquirido por el Banco Nacional de México.

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