Por: Álvaro Venegas Sánchez


Al tercer debate la candidata de Fuerza y Corazón por México llegó cargada de energía. Horas antes en el zócalo arengó e hizo vibrar de entusiasmo a panistas, priistas, perredistas y adherentes a su candidatura, todos luciendo de color rosa. Gritaron juntos y cada vez que ella pidió, lo que pareció síntesis de su pensamiento y motivo de lucha: Por la vida, la Verdad y la libertad. Así, con el ánimo en alto imaginó que dicho acto, a sus contrincantes los habría impresionado. Por tanto, en el tercer encuentro la verían más cercana al triunfo.


Para la ciudadanía en general Xóchitl Gálvez, desde antes era vista como una candidata sin proyecto de nación ni altura para la presidencia. De todos modos, animada por la concentración de miles de personas y el abrazo de Claudio X González, arribó dispuesta a jugarse lo último. En algún momento soltó a Claudia Sheinbaum lo que llevaba preparado y consideró demoledor. Sorprendió informando que Mario Delgado, presidente nacional de Morena, está siendo investigado en Estados Unidos; luego recordando la visita al Vaticano preguntó: “¿le contaste a su Santidad cómo usaste la imagen de la Virgen de Guadalupe en una falda a pesar de que no crees en ella ni en Dios?” Agregó: “tienes derecho a no creer en Dios, a lo que no tienes es a usar la fe de los mexicanos como oportunismo político; eso es una hipocresía”. Ojalá los católicos Fox, Calderón y otros no hubieran sido hipócritas.


Sobre el particular, Bernardo Barranco, tituló su artículo en La Jornada, el 22 de mayo: XÓCHIL Y LA INTOLERANCIA RELIGIOSA DE LA DERECHA. Primero hace mención del artículo 24 de la Constitución el cual establece que toda persona tiene derecho a la libertad de convicciones éticas, de conciencia y de religión, y a tener o adoptar en su caso, la de su agrado. En seguida comenta: “La candidata de la oposición, al usar como argumento el uso de la falda y la visita al Papa se convierte en inquisidora. En guardiana de oficio de la pureza de la fe de los mexicanos. Indebida y arbitrariamente, Gálvez, delimita los derechos religiosos de su oponente y con sectarismo arremete contra una atea, que no debió ir a saludar al papa Francisco”.


Al respecto Barranco sencillamente sugiere: “Xóchitl y sus corifeos, más que reclamar a Claudia, deberían reclamarle al Papa”; “olvidan que el Papa además de líder religioso es un jefe de Estado; recibe a creyentes y no creyentes, conversa con fieles católicos como con individuos de las más diversas religiones del mundo”. Por demás, recomienda a los obispos anti-AMLO, simpatizantes de la oposición, “debieran aprender de la diplomacia vaticana”.
Transcribo y dejo a la opinión del lector el último párrafo del artículo: “La intolerancia religiosa, es una característica de la extrema derecha en México y en el orbe. Se trata de imponer una manera irreductible de percibir el mundo. Toda religión es una estructura de convicciones que cohesionan una comunidad de creyentes que comparten una cosmovisión de lo sobrenatural, posicionamientos éticos, morales, reglas, conductas y en algunos casos vestimentas. La intolerancia religiosa es el paso previo a la persecución religiosa, práctica política que Xóchitl Gálvez ha ejercido contra Sheinbaum, una táctica electoral que muestra su talante autoritario y que a todas luces ha fallado”.
Bernardo Barranco no es un pejezombie, chairo o ignorante. Colabora con La Jornada y Milenio. Condujo 18 años el programa Religiones del Mundo, en radio Red y la semana pasada en entrevista, canal 11, opinó: como nunca, miembros de la Iglesia católica con descaro están llamando a no votar por los candidatos de Morena” y manifestó no saber qué consecuencias habría. Además, es autor de libros como El evangelio social del obispo Raúl Vera, Las batallas del estado laico, Norberto Rivera. El Pastor del poder y AMLO y la Tierra Prometida; análisis éste del proceso electoral del 2018 en el cual coordinó la participación de once especialistas tanto críticos como partidarios de López Obrador (Carmen Aristegui, Jenaro Villamil y Amparo Casar entre otros). Reflexionaron sobre las expectativas y dudas al terminar el gobierno de AMLO: ¿sería el edén o sobrevendrá un infierno?
Pues restan solamente cuatro meses al sexenio y lo que tenemos seguramente es un infierno para la oposición aglutinada ahora en la marea rosa. En cambio, para la mayoría de los mexicanos, no estamos en un edén, pero nuestro país está mucho mejor que antes del 2018.
Iguala, Gro., mayo 27 del 2024.

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