Lecturas en tiempos de crisis

Por: José Rodríguez Salgado

Felicitaciones a don Rafael Domínguez Rueda, por su cumpleaños 84.

Como en todos los tiempos de crisis, naufragios sociales y espirituales, busco el antídoto en mis lecturas predilectas. Ellas me dan equilibrio y consuelo. Leyendo buenos libros pienso en voz alta. Como resultado consigo vivencias y recuerdos; logro así soñar, aprender, gozar y comprobar que leer y releer algunos textos, me sostienen en tempestades y turbulencias. Los que cito enseguida por ejemplo, me han permitido manifestar mi admiración por cierto tipo de libros. Tenerlos en mis manos, hojearlos, repasarlos, me auxilian a entenderme a mí mismo y a otras personas.
Busco a los autores que en toda época me han cimbrado y construido espacios de satisfacción plena. A varios de los escritores que frecuenté en mi juventud (hace sesenta y tantos años), ahora los leo poco, sin embargo, de cuando en cuando mis ojos se posan en sus viejas páginas amarillentas, como ese portento de humanismo y sabiduría del “Juan Cristóbal” de Romain Rolland, Premio Nobel de Literatura en los veintes del siglo pasado. También recuerdo “El Principito” de Antoine de Saint Exupéry, ese monumento de lirismo que me atrapó y sigue gustándome de principio a fin.
En otro momento citaré aquí sin regateo alguno a otros de mis autores predilectos: Gabriel García Márquez, Walt Witman, Giovanni Boccaccio, Godofredo Chaucer, Cervantes, Stendal y desde siempre Madame Bovary de Gustavo Flaubert, recomendada por ese genio de las letras universales, Mario Vargas Llosa. Dentro de los autores mexicanos, me atraen los que allá por los cincuentas del siglo pasado estaban en boga: Alfonso Reyes, Carlos Fuentes, Ramón López Velarde, El Cura Alfredo R. Placencia (que ofrece una visión del mundo y del hombre. Ejemplo de la poesía religiosa de esos años).
Pocos conocen a Pedro Garfias, quien repetía de memoria y sin equívocos casi toda su obra, verdaderamente conmovía a su auditorio que lo escuchaba como si fuera mago venido de otro mundo. En el tabasqueño Carlos Pellicer, sobresalen varios rasgos: la humildad, la soberbia, el heroísmo, la capacidad de entrega, ya sea al amor, a una causa política o a una doctrina religiosa. Resalta en su obra poética la prodigiosa naturaleza humana.
Octavio Paz, para algunos resulta difícil entender su poesía, basta que la sientan, porque prevalece una madurez gozosa del mediodía que se identifica con el encuentro y el abrazo nupcial de la pareja. A través del erotismo descubre y puebla un mundo en el cual el hombre y la mujer luchan, se despedazan y resucitan de sus cenizas. Alí Chumacero, nayarita de nacimiento y poeta universal, tiene una manera lúcida de resolver los problemas que plantea la poética de hoy. Deja una lección de cordura y probidad a los poetas aficionados. Su oficio creador es de paciencia, perfeccionamiento personal, estudio a todas horas y todos los días.
Agustín Yáñez, a través de su novela “Al filo del agua”, transmite la posibilidad de entender en la práctica, que se puede ser al mismo tiempo un escritor jalisciense por los cuatro costados y un escritor comprensible y significativo en cualquier parte del mundo. Junto a esta novela de personajes, amplío la lista de mis lecturas favoritas con la novela autobiográfica “Ulises criollo” de José Vasconcelos; las “Memorias” de Jaime Torres Bodet; “La palabra” de José López Bermúdez; “La sombra del caudillo” de Martín Luis Guzmán; “Pedro Páramo” de Juan Rulfo; “La muerte de Artemio Cruz” de Carlos Fuentes; “Escenas de pudor y liviandad” de Carlos Monsiváis; “El evangelio de Lucas Gavilán” de Vicente Leñero y “Noticias del Imperio” de Fernando del Paso. Dejo para comentario aparte el caso de Nellie Campobello, que tiene lo suyo.
En las letras mexicanas –guardadas las proporciones– José Revueltas, es miembro de la misma familia de Fiódor Dostoyevski, uno y otro se propusieron desde jóvenes afrontar su propio destino, ser coherentes, sin temor a las consecuencias y dudar de todo. La obra “Dios en la tierra” (1944) maneja con maestría temas como el amor y el hambre; la lucha del hombre contra sí mismo y el deseo feroz de conservar la vida. Con esos pretextos expresivos Revueltas crea cuentos en que el horror y la crudeza alcanzan categoría artística.
Se me quedaron en el tintero, por razones de espacio, otros autores de quienes guardo especial admiración y profunda adhesión. Julio 5 de 2024
P.d. Pido disculpas por no haber publicado esta nota ayer jueves como siempre.

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