La Oratoria Contemporánea (última parte)

Por: José Rodríguez Salgado

Agradezco al C.P. Rafael Domínguez Rueda, su generosa felicitación con motivo de mi cumpleaños. Saludos

Nuestro frente de batalla, tan decisivo fuera, no lo es menos dentro. Fuera de codicia como en todo, hombre, instituciones, sistemas y naciones. Pocos países han sufrido tantos atropellos y despojos, pocos han sido tan robados. Dentro se erosiona en todos los frentes, cuentan siempre las menudas discrepancias. La geopolítica alienta ambiciones y propicia sus efectos. Sugiere la existencia de un destino manifiesto. Naciones que reclaman continentes, zonas de fuerza y zonas de influencia. Esa doctrina exige allanamiento por ambas partes. Que los imperios cubran todas las tierras que están a su alcance y que éstas se acoplen a todas las pretensiones imperiales.


Como sea nuestro propio destino, demanda valor y resistencia. Alta muralla que corte, contenga los vientos imperiosos que llegan del norte. Con lo que tengamos a la mano para preservar lo que más nos valga. Lo más inmediato somos nosotros mismos, que es lo de mayor valor. Somos estancia, actores y destinatarios de una lucha que no cesa. Si este esfuerzo sucumbe por error, fatiga o incompetencia; por discordia interna, menuda avaricia, por lo que sea, habremos resuelto la decadencia. Ingresaremos al ocaso, seremos colonia. El Mexicano puesto así con mayúscula, ha rechazado versiones rapaces del destino manifiesto. En sus páginas más gallardas, la historia de México es la crónica de este repudio.


Sólo así no seremos país tributario o subsidiario, dócil a un acta de partición del mundo, sea por bula pontificia, sea por declaratoria Monroista, no seremos, si ese esfuerzo perdura, nación que se deshoja a conveniencia, Patria deshecha. Afortunadamente la voluntad de los mexicanos se sobrepone a las adversidades, hay disposición para la lucha diaria, ojalá pronto llegue la concordia, madurez y entereza. Por siglos hemos sido un pueblo magnífico, nación grande y perdurable, con espíritu elevado y voluntad férrea.


Esos rasgos han sido la mejor garantía. Así se escribe la justicia, que ha sabido honrar a quienes la sirven, que aprecia el patriotismo y advierte el temple que es fortaleza del espíritu, juicio sereno que mira y resuelve por el bien del país con gran pasión y compromiso. Así es México, historia y esperanza.


Bajo esta advocación a través del pueblo mexicano decenas de voces en diferentes etapas han subido a tribuna y han dejado el testimonio de su elocuencia por lograr nuevos espacios de convivencia civilizada en donde todas las clases sociales aportan sus luces en afanes de libertad plena. Cada uno en su tiempo y circunstancia formuló en sendos discursos oratorios, profundas reflexiones sobre el porvenir y hablaron con énfasis de los hechos del siglo que les tocó vivir; pusieron su acento en los grandes desafíos nacionales pretendiendo unir los brazos dispersos de los mexicanos y formar una sola columna que se fue acrecentando con vigor y talento por el honor de su destino construido con solidaridad genuina, sin otra exigencia que la de saber que ésta es su tierra y la tierra de sus hijos.


La lista es larga, mencionaré solamente a las figuras más refulgentes de la oratoria mexicana. Nuestro país es pródigo en oradores, hombres eminentes, cultos y virtuosos, conocedores del mundo y sus problemas. Utilizaron el arma instrumental por excelencia, que es el lenguaje, con él los seres humanos han construido las civilizaciones y sus culturas. Sólo quienes tienen la garganta obstruida y el pensamiento cerrado a la libre expresión, pueden desdeñar la práctica excelsa de la oratoria.


Mientras haya mundo habrá oradores, es decir, existirá una fuerza espiritual que se manifieste en las mejores condiciones posibles. Nada más hermoso que un buen discurso que combine las bellas formas del lenguaje, la nobleza de una idea. Algunos nombres: Jesús Urueta, Nemesio García Naranjo, Querido Moheno, Diódoro Batalla, Trinidad Sánchez Santos, Francisco Bulnes, Belisario Domínguez, Luis Cabrera, Francisco M. de Olaguíbel, José María Lozano, Mariano Navarro, Luis María Martínez, Alejandro Quijano, Antonio Caso, José Muñoz Cota, Luis G. Sepúlveda, Enrique González Martínez, Luis Herrera y Lasso, Manuel Gómez Morín, Luis I. Rodríguez, Jesús Reyes Heroles, Ezequiel Padilla, Jaime Torres Bodet, Narciso Bassols, Andrés Serra Rojas, Antonio Carrillo Flores, José López Bermúdez, Vicente Lombardo Toledano, Alejandro Gómez Arias, Jorge Montúfar Araujo, Carlos Román Celis, etc. Diciembre 5 de 2024

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