La Oratoria Contemporánea
Por: José Rodríguez Salgado
Al ilustre orador y abogado igualteco Juan Muñoz Caballero.
Todos tenemos, inevitable, la necesidad de la palabra. Es el apremio más humano, nativo del pensamiento. En su acepción más amplia debemos entenderla como signo, conducto que aflora las ideas (y luego dispersa o construye alianzas). Para descifrar el concepto debemos recurrir a las tres antiguas dimensiones del hombre: que piensa, que siente, que quiere. La urgencia de la palabra se abre paso de muchas maneras. Con la vocación y el temperamento; con el papel que cada uno juega en la existencia y el modo de resolverlo.
Es posible que las palabras se confinen en el coloquio, en la discreta charla. Es uno de sus destinos. El coloquio es su meta. Pero hay otros proyectos para la palabra, entre ellos la trascendencia más grande: todo el tiempo y todo el pueblo. Dicho de otra manera la historia y la especie humana, el hombre mismo. Tales son los extremos hipotéticos de la palabra: intimidad o universalidad; meditación o mensaje; monasterio o plaza; celda o pantalla; oración que escuchen Dios y la conciencia y que ahí termina, o que sea proclama que ahí comienza.
El hombre público, protagonista y testigo, busca formas propias para ejercer su palabra; a un tiempo, desempeño de su vida. El pintor deja sus constancias en la tela; el músico en el sonido que documenta un pentagrama; el escultor en la piedra, el metal y la madera; el literato en el drama, el ensayo el poema, la novela; el periodista en la columna, el reportaje y la imagen impresa o digital; el catedrático, en la lección que dicta confiado en el apunte de los discípulos y en la obra de texto o de consulta. Son todas estas las rutas de la memoria.
Cada quien se vale de una destreza y de un instrumento. Con ellos juzga la vida y la modela; con ellos recoge la experiencia y aventura la esperanza. El político utiliza personalmente otros medios: publicación verbal del pensamiento; convocatoria, precisión y compromiso; polémica y apologética. No se trata de un género que le pertenezca. Lo comparte con otras profesiones que también aspiran a mover la voluntad y afiliar el pensamiento; predicadores y abogados; autores de sermones y expositores de alegatos.
El político es ambas cosas, porque la política tiene las dos naturalezas. Es religión en el estricto sentido del término, tan hondo como una comunión característica. Es abogacía porque solicita, ataca y defiende, inquiere, argumenta. En juicio el abogado se dirige al juez para persuadirlo. El tirano no persuade, abruma; tampoco aguarda la resolución del pueblo, impone la suya, adelanta la fuerza, impera, resuelve de antemano, dicta. Es éste el oficio de la dictadura.
La oratoria tiene un desarrollo complicado, desde su remoto advenimiento, como la mímica y rumor de la naturaleza. A través del tiempo avanza bajo la presión de los hechos externos, impositivos, no se acomoda en patrones finales, en un modelo definitivo. Se trata de un quehacer pragmático. El éxito es su medida. Busca el secreto del atractivo: un magnetismo que subyugue o convenza. La oratoria actual se halla cercada por la impaciencia, es guion de insurrecciones.
Si antes encaró el estruendo de las olas para dominar la palabra, hoy gobierna a la electrónica, alza la voz, da sonoridad contundente. (Continuará)
Noviembre 14 de 2024
P.d. Dada la inexplicable supresión por los duendes que nunca faltan, reitero mis condolencias a familiares y amigos de mi ex compañero de estudios, agricultor y ganadero Genaro Garibay Cruz, oriundo de Zihuapoloya, mpio. de Cuautepec, Gro. RIP
Lo mismo expreso a los familiares, compañeros y amigos del C. Antonio Román, recientemente fallecido en Teloloapan, Gro. RIP
Hace días en Tijuana, B.C., también paso a mejor vida el profesor normalista egresado de la Escuela Nacional de Maestros Esteban Rubí Rubio, excelente mentor y orientador sindical. RIP