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Budapest, Hungría. Con un sentido llamado a favor de los migrantes, el papa Francisco concluyó ayer su visita de tres días a Hungría, en la que demandó a Europa “esfuerzos creativos” para alcanzar la paz en Ucrania.


«Por favor, ¡abramos las puertas!”, urgió el papa, partidario de la acogida de refugiados, ante una multitud y en presencia del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, quien defiende una línea dura contra los migrantes.


«Es triste y hace daño ver puertas cerradas: las puertas cerradas de nuestro egoísmo hacia quien camina con nosotros cada día (…), las puertas cerradas de nuestra indiferencia ante quien está sumido en el sufrimiento y en la pobreza”, añadió durante un evento.


Desde las primeras horas de la mañana, los fieles comenzaron a afluir, bajo un sol primaveral, a la céntrica plaza Kossuth Lajos de la capital húngara, en medio de un fuerte dispositivo de seguridad.


Unas 50 mil personas estuvieron presentes, según el servicio de prensa del Vaticano.


Además de su enésima llamado por la paz en Ucrania, el papa condenó el “rugir de los nacionalismos” y el “infantilismo belicoso” que predominan en la región.


Francisco mantuvo a lo largo de su visita en Hungría un discurso crítico con la política de Orbán.
El pontífice argentino pidió “erradicar los males de la indiferencia”.


En un encuentro que no estaba anunciado en el programa, el papa se reunió el sábado con el alcalde de Budapest, Gergely Karácsony, un opositor a Orbán.


También lo hizo con el metropolita Hilarión, el exresponsable de las relaciones exteriores de la Iglesia ortodoxa.

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