Serena transición – Don Chimino

Por: J. David Flores Botello

SERENA TRANSICIÓN. – Inician (formalmente) las campañas para elegir, el próximo 2 de junio, a quien tomará las riendas de nuestro país. A través de esta columna, que data desde 1985, hemos venido comentando aspectos relacionados con cada una de las veces que hubo elecciones para la Presidencia de México. El 6 de julio de 1988 Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano ganó la elección, pero le hicieron trampa. Por primera vez fue posible conocer la información de cómo iban las votaciones momento a momento a través de cómputo y difusión, pero, a eso de las 8.30 PM, cuando la mayoría de los votos era favorable a quien encabezó el llamado Frente Democrático Nacional (FDN), el sistema se apagó, eufemísticamente “se cayó” … y se calló. Era evidente que los resultados no favorecían al candidato del PRI, el nefasto Carlos Salinas de Gortari. Cuando el sistema volvió a funcionar, se anunció la victoria de quien debería estar en la cárcel como escarmiento, por haberse robado la elección y por todo lo que, junto con su familia, robó y entregó a sus amigos, a los cuales volvió multimillonarios, apareciendo varios de ellos en la revista Forbes por acumular, en ese sexenio, miles de millones de dólares. En esa elección participaron también Manuel Clouthier por el PAN y Rosario Ibarra de Piedra, que fue dirigente del Comité Eureka y encabezó al Partido Revolucionario de los Trabajadores. En esa elección, además de gastarse miles de millones de pesos en publicidad hubo muchas irregularidades. Ubicación tardía de las casillas electorales, tinta no indeleble, padrones incompletos, robo de urnas, expulsión de representantes de casillas, voto de electores sin credencial, embarazo de urnas, boletas previamente marcadas a favor del PRI, boletas electorales falsificadas, entre otras de las clásicas marrullerías del partido hoy venido a menos (casi desaparece) llamado tricolor. En aquella ocasión, el 2 de julio, a cuatro días de las históricas elecciones, fueron asesinados en la Ciudad de México, Román Gil Heráldez y Francisco Javier Ovando Hernández, colaboradores de la campaña del FDM. Ovando era el coordinador nacional de la estrategia de recepción de la información electoral proveniente de las casillas y los distritos lo que impidió obtener adecuadamente dicha información. Los asesinos se llevaron su portafolio y documentos donde tenía todos los nombres y números de teléfono de la red que tejió para estar comunicado el día de la elección con dos representantes, en cada uno de los 300 distritos electorales. Salinas usurpó la presidencia como también lo hizo Felipe Calderón que se robó, junto con Fox, la elección de 2006. El conocido como comandante (o tomandante) Borolas, para tratar de legitimarse, le dio un garrotazo al avispero al declararles la guerra a los apenas incipientes cárteles de las drogas, aliándose a uno de ellos (cartel de Sinaloa del Chapo Guzmán) junto con su jefe de seguridad y brazo derecho Genaro García Luna, actualmente preso en Estados Unidos acusado de narcotráfico. Incluso Enrique Peña Nieto, en la elección de 2012, también ganó de manera fraudulenta, pues en esa ocasión, hubo compra masiva de votos a través de tarjetas prepago de Soriana y Monex, dinero en efectivo, entrega de materiales de construcción y otros, rebasando por miles de millones de pesos el tope de campaña. La autoridad electoral, como en el caso de Calderón, dio por buena la elección sin importar las pruebas que, por miles, les fueron entregadas. En la elección de 2018, también hubo muchas trampas electorales como el acarreo, compra de funcionarios de casillas, el llamado carrusel que consistía en votar varias veces por el mismo candidato utilizando grupos de personas que recorrían distintas casillas con credenciales falsas. Sin faltar el relleno o embarazo de urnas con votos previamente marcados, el ratón loco que consistía en confundir al votante alterando la lista donde debería aparecer, enviándolo a otras casillas hasta que el votante se desesperaba y desistía de votar o se cerraban las votaciones, pero no les alcanzó, el llamado tsunami de votos a favor de AMLO era imposible de parar, tuvieron que reconocer, por fin, su contundente triunfo. Dentro de 3 meses se llevarán a cabo las elecciones y tendremos, por primera vez, una mujer como Presidente de la República. Esta, la de 2024, es la primera elección en casi un siglo en la que los antes dueños del poder político y económico serán oposición. El grupo conservador, enfurecido, intenta retomar el poder. Se han unido PRI, PAN y PRD en torno a su candidata Xóchitl Gálvez, que, si no la cambian a última hora, va directo a hacer el ridículo, de hecho, ya lo hace, pues lleva todas las de perder. Decimos que están tan molestos que no dudan en desembolsar todo el dinero que sea posible por ensuciar el proceso y acusar de fraude o de que el narco financia las campañas de los grupos progresistas. Todo les va a fallar. La gente ya no solo se informa de lo que oye en las televisoras, escucha en la radio o lee en los periódicos pues, la mayoría de ellos, mienten con saña y sin vergüenza. No hay fuga de capitales, como sucedía a estas alturas en cada elección. Hay estabilidad monetaria, inversión extranjera y llegada de remesas históricas. México es mucho más fuerte ahora que en el 2018 y, aunque aún hay mucha inseguridad y acciones de grupos criminales, no se compara con las elecciones de otros años. Claudia Sheinbaum será Presidente electa y tendrá cinco meses para ir recibiendo, ya no el bastón de mando, sino las riendas de un país, que a pesar de sus heridas y malos gobiernos, está levantando el vuelo. Esperamos y deseamos, para bien de todos, incluso para quienes se oponen al gobierno actual, una apacible, pacífica y serena transición: el timón, por primera vez en la historia, estará en manos de una mujer. Seguramente para bien de México. Así sea

DON CHIMINO. – No sé si les patiqué que nos juimos yo y mi compa Flor a cortar guamúchiles al campo, quedamos de acuerdo que iríamos una mañana pero, mero la noche anterior, cayó agua como si ya ´biera llegado el temporal y ni modos de ir asina, los guamúchiles son bien delicados, tantito les cai agua y en l´horita se echan a perder, se hacen aguañosos y saben feo. Nos esperamos dos días y fuimos. De tantos años que hemos ido a cortar ya sabemos cuáles son los más dulces, porque hay unos que tan bien pinchi amargos que al comerlos siente uno como si tuviera tragando arena con sumo de cáscara de toronja recién cortada. En el camino miramos muchos palos de esos guamúchiles bien cargado de roscas, pero casi nadien les hace caso, pero, los de los guamúchiles buenos nos los andamos ganando con otras gentes. Por eso nos juimos apenas amaneciendo. Nos llevamos cad´uno su chicol de otate, el que yo tengo ta bien largo, resistente y bofo, casi no pesa. Le puse en la punta un pedazo de ramita también de otate pa enganchar las roscas, darle el tirón p´abajo y cacharlas con la mano pa que no se embarren de tierra al caer al suelo. Ese día, a pesar de que los echamos en costalillas pa que se oriaran, más de la mitan se echó a perder pues agún todavía taban mojados. El domingo pasado juimos de nuez, pero ya nos ´bían madrugado las roscas más cercanas, asina que nos trepamos al palo pa alcanzar las que taban hasta arribota, el croblema jue que era imposible cacharlas tando trepado haciendo equilibrio en una rama cascaruda y resbalosa, asina que pa asegurar, las cortamos con las manos. En lo que uno jalaba la rama, el otro cortaba. Me di una espinada de la chingada en los dedos de mis manos, rayones en los brazos y una rasguñada en la cara porque se le zafó la rama que taba jalando mi compa, me chicotió la cara y me espinó mi oreja, mi cachete y la frente. Tan siquiera no jue en el ojo y tampoco me cayí del ramazo. Pero valió la pena, cortamos unas roscas grandes, gordas, rojas y alguna que otra rosca con los granos de juera, colgando, ya medio secos, esos son los más dulces. Hablando de cochechas, tuve que comerme mis chilitos piquines aún verde tiernos. A mí me gusta comérmelos rojos, saben más sabrosos y pican más. Pasa que quienes cochecharon mi plantita jueron las pinchis zontetas. Las muy móndrigas pelaron mi plantita de todas menos una rama. Arriaron con las hojas y troncharon el palito de hartos chiles que quedaron tirados en el piso. No tienen idea de mi encabronamiento. Tanto cuidé mi plantita pa que estas jijas la dejaran casi pelona. En la noche, las tuve esperando hasta las 11 de la noche y no llegaron. A otro día, casi exploto del coraje, adivinar a qué hora, pero se chingaron la otra rama tambor. Esa noche, las esperé, les puse una tortilla remojada, llegaron pasada la media noche, ya taba yo cabeceando, cuando me di cuenta ya había hartas, sin pensarlo, que les bailo un zapatiado encima, pero, más tardé en hacerlo que en dejarlas ir, me dieron lástima. Ora ya les puse estopa en las ramas de mi planita, dicen que asina ya no se suben. Espero que pronto retoñe y ¡Pa´su mecha! ¡Ya me rete colgué! Áhi´ nos pa l´otra, graciotas.

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