Enuresis – Don Chimino

Por: David Flores Botello

ENURESIS.- La mayoría de los niños ya controlan sus esfínteres entre los 3 y los 4 años de edad, es raro que un niño mayor de 6 años moje la cama, cuando un niño entre los cinco y seis años se sigue orinando en la cama mientras duerme se dice que tiene enuresis. La prevalencia es de un rango amplio que va desde 2. 3 hasta un 20%, la enuresis afecta al 16% de los niños menores de 5 años, es más frecuente en varones y puede tener varias posibles causas, por lo general, alrededor de los 15 años de edad se resuelve de manera espontánea. Recuerden que es bien importante identificar la causa, puede ser debido a una infección urinaria, a estreñimiento, una alimentación inadecuada, trastorno del desarrollo, trastorno por déficit de atención y hasta algún problema con el mal funcionamiento de los riñones que desde un simple examen de orina se pudo haber diagnosticado antes. Los niños con enuresis pueden ser motivo de bullying por sus compañeritos sobre todo si quien tiene el problema ya es mayor de 10 años. Para atender a un niño con enuresis de preferencia debe ser mayor de 5 años, es importante que el niño tenga entendimiento sobre el problema que tiene y que tenga realmente deseos de ya no seguir mojando la cama, también es sumamente importante el apoyo y el compromiso de los padres para sacar adelante a su hijo. Después de que se revise al paciente, se cheque sus análisis se podrán dar algunas indicaciones generales como que no consuma refrescos, tés, café, que no tome líquidos por la noche solo cuando falte una hora para irse a dormir y no tomar nada hasta las 8 horas siguientes. Que tome muchos líquidos de día y pocos o nada por las noches. Es importante no regañarlos ni ridiculizarlos por el hecho de que se orina en la cama. Existen tratamientos con medicamentos como la desmopresina que inhibe la producción de orina y así la vejiga urinaria no se llena y menos que se ponga pletórica, también los anti colinérgicos pueden ser de utilidad en algunos casos y los colchones con alarma que funcionan al emitir un sonido que despierta al niño cuando se está empezando a orinar para que detenga la orina y se vaya a terminar de orinar al baño. Depende la causa del problema es el tiempo que se puede llevar un niño con enuresis para corregirla.

DON CHIMINO.- Ya comenzó a sentirse el friyito y en veces me tengo que dormir empiyamado y hasta con unas calcetas puestas porque si no se me enfrían las patrullas y nomás nones que me puedo dormir o, en veces toy bien dormido y me tengo que parar a cerrar las ventanas porque entra aigre frío y por más que me hago taco con la cobija y que me le arrepego a mi vieja pa que me caliente, si no cierro las ventanas me garra la tembelequera y mis dientes tan como castañuelas. Onde que yo y mi Puchunga tamos alrevesados en algunas cosas: a ella le gusta el frío y yo no lo aguanto, no es que me guste tanto la calor pero la aguanto más que al frío. A mi vieja la calor la encalaberna, le gusta tener el aigre prendido toda la noche y quién sabe cómo le hace porque ella en veces ni se tapa los pieses, duerme como se dice, a pata suelta, adivinar por qué, su familia de ella es de la Costa Chica y tan más acostumbrados a la calor, por eso yo tengo mi sábana y mi cobija y ella las suyas, asina el que quiera se tapa y el que no, pos no. No sé si asina son todas las mujeres pero a ver, en veces tamos a 20 grados y ella, como si tuviera tirada en la arena de una playa, bien a gusto, con su ropita mínima coquetona que, nomás por tantísimo frío que siento y ni Dios lo quiera garrara yo una broncomonía, que si no, ¡me la como! En veces tamos a 29 grados y yo, bien a todo dar, con mis choninos ajustaditos, a medio muslo, pa que tambor se eche su taco de ojo, y ella, ¿cómo cree que ta dormida? ¡Enruedada en una cobija! ¡Válgame el Señor! L´otra vez, apenas no tarda, nos invitaron a una comida en un salón que ta al borde de la carretera que va pa Toxpan, ´bíamos tado zacatones yo y mi Púchun, como que no muy queríamos salir, pero era su cumpleaños de un amigo que queremos harto y su esposa nos insistió tanto que juimos pues, nos pusimos nuestros cubresbocas, nos trepamos en mi Forcito y garramos camino, a eso de las tres tábamos llegando, ya ´bía hartitas gentes, es que antes de irnos nos echamos yo, dos mezcalitos y mi vieja una cerbatana bien helodia, pensamos que tantito pa no llegar desentonados y tantito pa que el alcohol se chingara a los bichos y no nos enfermáramos. Cuando nos vieron llegar, ellos nos allos, nosotros llegamos con nuestro bozal y saludando de puñito, perecíamos bichos raros, nádien, ni ninguna ni ninguno de los invitados traiban cubres bocas, nomás los meseros, una chamaca guapetona nos llevó hasta nuestra mesa, era derronda y solo faltábamos dos, saludamos de puñito a los otros ocho y nos ensillamos, un mesero muy amable se acercó a preguntarnos que queríamos de tomar yo pedí cerveza y mi vieja un güisqui, para no sentirnos como bichos raros nos quitamos los cubresbocas con el pretesto de tomarnos cada quien lo que pidió, nos dieron una botana de cacaguates y semillitas, agu no me terminaba mi primera cheve cuando dijieron que ya podíamos pasar a comer, que era de bufet y, anque tábanos cercas de onde pusieron las ollas y cazuelas con el pipirín, no nos quisimos parar primero y ganarles no jueran a pensar que tuviéramos hambrientos, pero nos dimos una arrepentidota, dende un principio las gentes corrieron a formarse, se puso una colota bien larga, ´bía pasado más de media hora y seguía la cola grande, las gentes de nuestra mesa y las de al ruedo de onde tábanos ya casi todos comían, olía buena la comida, comían con tanta sabrosura que me tuve que tomar otras dos cervezas pa´ tar tragando algo además de saliva y no juera que por tanto antojo se me juera a romper la yel. Y es que la cola no bajaba mucho porque algunos ya se ´bían formado para una segunda vuelta, lo bueno jue que alcanzamos de todo, arroz, adobito, rajas en crema, fajitas de cecina, tinga, chicharrón en salsa y frijoles fritos, había salsas aparte, de la verde y de la roja, en la mesa pusieron dos chiquigüites con tortillas, nos sentamos a comer y ¡vaya que comimos rico!, yo me paré de nuez pa pedir más, se ´bía acabado el adobito que era el que taba más sabroso pero anque, la verdá que hasta el arroz y los frijoles tuvieron buenos, la salsa roja picaba tanto que tuve que pedir otra cerveza. Terminando de comer las gentes se pusieron a tar baile y baile, con harto ambiente, le dije a mi Puchunga que si quería bailar y me dijo que ora pues, nos metimos entre todas las gentes que taban en la pista, taba re bueno el ambiente, onde que el de la fiesta sacó un barril con mezquite y unos vasitos pa ver si alguien quería probarlo, le dije que yo sí quería porque ya sabía que él sabe tener buenos mezquites y sí, era del buenas, me eché varias vaquitas paridas, y ya después de las 12 de la noche le dije a mi vieja que mejor nos juéramos, ella ya se ´bía puesto a paticar con unas señoras que taban risa y risa, me dijo que en media hora, total que nos juimos pasaditos de la una, llegamos bien a casa y nos juimos direpto a bañar, era domingo y podríamos levantarnos a mediodía, y sí, nos quedamos jetones hasta eso de la 1 de la tarde que recordé porque a mi vieja le agarró el garrotillo, comenzó a toser como cuando respiramos humo de chiles que se tan tatemando en un comal, por ratos se ponía sudorosa, roja como camarón, pa acabarla de amolar comenzó con hartos destornudos y le empezó a escurrir moco que ya parecía llave su nariz, casi una semana estuvo en cama porque le agarró un desguanzo que ya tardaba que no miraba asina a mi Puchunga, tan siquiera no me la pegó, si no, quién sabe cómo me viera ido, y… híjoles, ora sí me rete colgué, áhi nos pa l´otra, graciotas.

Comparte en: