Trampas caseras: Defensa contra el dengue-Don Chimino
Por: J. David Flores Botello
TRAMPAS CASERAS: DEFENSA CONTRA EL DENGUE.- El mosquito Aedes aegypti, principal transmisor de enfermedades como el dengue, zika y chikungunya, se ha convertido en una amenaza para la salud pública. Frente a este problema, muchas personas recurren a insecticidas y repelentes, sin saber que hay una alternativa más económica, segura y ecológica: las trampas caseras para mosquitos. Estas trampas, hechas con materiales comunes como botellas de plástico, azúcar, levadura y agua, no solo son fáciles de fabricar, sino que también tienen un impacto significativo en la reducción de la población de mosquitos. Le platicaremos cómo funcionan y por qué son una opción más conveniente que los productos comerciales. En primer lugar, son económicas y accesibles: A diferencia de los insecticidas y repelentes, que deben comprarse de manera continua, las trampas caseras se pueden hacer con materiales que ya tienes en casa. Una botella de plástico reutilizada, azúcar y levadura son suficientes para crear una trampa efectiva por semanas, lo que reduce significativamente los costos a largo plazo. Son amigables con el medio ambiente: los insecticidas y las espirales que emiten humo contienen sustancias químicas que contaminan el aire, el agua y afectan la fauna local. Las trampas caseras, por el contrario, no generan residuos tóxicos y no tienen un impacto negativo en el ambiente. También, son seguras para la salud: los productos comerciales pueden ser peligrosos para las personas, especialmente para los niños y mascotas, si se inhalan o entran en contacto con la piel. Las trampas caseras no contienen químicos peligrosos, por lo que son una opción más segura para el hogar. Son eficaces a largo plazo: Las trampas caseras pueden capturar mosquitos durante semanas sin necesidad de reponer constantemente los ingredientes. En estudios realizados en países como Brasil y Colombia, se ha demostrado que su uso, combinado con otras medidas de control, puede reducir la población de mosquitos en un 40% y disminuir los casos de dengue en hasta un 30%. Fabricar una trampa casera para mosquitos es muy sencillo y solo requiere unos pocos pasos. Los materiales necesarios son: una botella de plástico de 1 o 2 litros, 4 cucharadas soperas de azucar morena o refinada, 1 cucharadita de levadura para pan o de verveza, 1 taza de agua caliente, cinta adhesiva, cartón, papel o plástico oscuro. Corte la botella de plástico por la mitad. La parte superior será el embudo que atrapará a los mosquitos. Disuelva el azúcar en agua caliente y deje que se enfríe. Luego, añada la levadura sin mezclar. Coloque la parte superior invertida en la base, como un embudo. Envuelva la botella con cartón o papel oscuro para atraer mejor a los mosquitos. Ubique la trampa en un lugar estratégico, puede ser un rincón oscuro o cerca de plantas.
Las trampas caseras para mosquitos no solo son fáciles de hacer, sino que también representan una alternativa más económica, segura y ecológica que los insecticidas y repelentes comerciales. En un mundo donde la mercadotecnia nos empuja hacia productos químicos que, a largo plazo, pueden perjudicar nuestra salud y el medio ambiente, estas trampas nos ofrecen una solución efectiva y sostenible. Con un costo mínimo y un impacto comprobado, es hora de considerar este método como una herramienta esencial en la lucha contra el dengue y otras enfermedades transmitidas por mosquitos.
DON CHIMINO.- Cuando miré cómo taban trabajando en chinga los muchachos y las muchachas subiendo las llantas del “llantatón” a la cajota cerrada del tráiler, les pregunté que por qué taban todos a la carrera. Me dijieron que porque esa hora y media que estuvo atascado el camionzote la tenían que reponer porque sino, les iba a ganar la escuridá y áhi, en la zona ganadera de los terrenos de la feria a la bandera no tenían luz y a escuras no iban a poder terminar. Tonces, le dije a mi compa Chón que les echáramos una mano y asina le hicimos. Nos trepamos al cerro de llantas y cuando nos pedían llantas de moto, se las echábamos pa que las cacharan y sí, ya taban bien entrenados de tantísimas llantas que ya se ´bían llevado, asegún mas de 100 toneladas, y agún todavía les quedaban un buen. Con las llantas chicas no tuvimos croblemas, pero, con las más grandes y pesadas, como no sabíamos cómo, nos empezamos a alambrar y a sangrar las manos. A mí se me encajaron como 5 alambres de las llantas más jodidas porque, les metía toda la mano pa´ entresacarlas del montón onde taban, las echaba a rodar pa´ que llegaran más rápido y sin cargarlas hasta onde taban los que las subían a la caja. Hasta que el famoso chaparrito me enseñó cómo. Se para la llanta, y en vez de aventarla con las manos pa´ que se juera rodando, se le arrempuja con la parte de abajo del zapato dándole un juerte empellón, el que la recibía no la detenía con las manos sino igual, com la parte de abajo del zapato, pa´ frenarla y no alambrarse las manos. Al principio se me iban chuecas pero al final las mandaba lejos y derechito hasta onde taban los que las subían a la caja, porque eso sí, taban bien organizados, había quienes las bajaban dende arriba, otros de acarriadores, otros de arrempujadores, otros las recibían y se las pasaban a los que las subían a la caja, arriba de la caja otros las recibían y las rodaban adentro de la caja pa´ hacérselas llegar a los que taban acomodándolas hasta el fondo que era como de 20 metros de largo. Ya taba pardiando pero, con la poca luz que quedaba, pudimos entre todos y con trabajos, cerrar la caja que quedó bien repleta de tantísimas llantas. Ya casi eran las penumbras de la noche cuando, todos en bola, aplaudimos y chiflamos contentos cuando, el tráiler con su enorme caja cerrada, salió de los terrenos de la feria sin atascarse. Esta vez el chofer no jue tarugo, se encarreró y se pasó por onde taba el charco de agua porque esa parte tiene pavimento abajo. Ya nos íbamos a nuestros cantones yo y mi compa Chón, pero, los muchachos muy amables nos invitaron un vaso de caguama bien helodia. Nos supo tan sabrosa después de tar trabajando como 4 horas que, nos cooperamos pa´que jueran por otro cartón de caguamas. El que se miraba era el líder, el más desmadroso y alegre era nada más y nada menos que el Chaparrito que, además de trabajador, era chupador y jumaba como chacuaco. Áhi estuvimos, paticando pendejada y media, oyendo música casi dos horas. Total que, jui en mi Forcito a dejar a Chón hasta la coloña Ejidal y taba yo llegando a mi cantón ya casi a las 10 de la noche. Mi Puchunga y mi comadre Choforita no se molestaron porque les mandamos video de cómo tábamos ayudándoles con las llantas a los que organizaron el llantatón. Mi comadre se puso contenta porque a ella, apenas no tarda, le pegó el mentado dengue y ya casi se la lleva Calacas. Ella bien que sabe, y tambor mi vieja, que las llantas son uno de los mejores criaderos de zancudos. A otro día, a eso de las 10 de la mañana, jui de nuevo dos veces, una jue para recoger tres llantas que me dejó apartadas el Chaparrito en el primer local y la otra, jue como una hora más tarde pa´llevar las que me quitaron, ya taban bien resecas, se taban descarapelando y a una se le miraban los alambres. Las que le puse eran dos llantas usadas de marca michelín fabricadas en el 2021 y que, por lo menos, tenían media vida. Me dijo el Chaparrito que esas llantas las llevó un julano que iba en un coche de lujo, que le dijo que se las había cambiado a su coche porque la figura de la llanta era diferente a la de las otras dos. La otra, la que me quedó de gallito jue una llanta de marca china con fecha de fábrica del año pasado y que esa la llevó áhi un amigo de él, quesque porque era cara blanca, diferente a las otras de su coche, que la había comprado de urgencia y que se la dejaba por si se la quería vender a alguien y, pos mejor me la regaló a mí porque nos hicimos cuates y… ¡ándales!, ya mi volví a colgar, áhi nos pa´ l´otra, graciotas.