Por: José Eduardo Cruz Carbajal
Iguala, Guerrero, Junio 10.- Al ver que nuevamente de inducían al sueño para quitar tu dolor, mi corazón se quebrantó, no pude evitar llorar otra vez, lloraba de impotencia, de dolor, de coraje, aun no puedo aceptar que pronto ya no estarás en este lado del sol, no quiero aceptar lo que cada día está más cerca: El principio de mi vida sin ti. Nada de esto tiene sentido, ¿Por qué a ti? ¿Por qué a mí? Respuestas que seguramente jamás encontraré, y que si alguna vez encuentro no me consolaran del todo.
Cada día comes menos, cada día te cansas más rápido, el dolor es tan agudo que ni siquiera es opción mantenerte despierto, aquí junto a ti he comprendido que la muerte que uno quisiera tener es una, pero la que le toca enfrentar es otra, así parece estar escrito en el destino, con quien ya entendí que es inútil luchar, ya que sea como sea, tu muerte está cada vez más cerca.
Estoy siendo confrontado con la realidad de mi propia muerte, ya que tú y yo tenemos la misma edad, te veo a ti postrado en cama, pero también al verte a ti me veo a mí. La muerte, destino inevitable al que siempre le he dado la vuelta, como buena persona que pospone la he evitado, en conversaciones, en chistes, en planes, pero siempre se ha hecho presente de una u otra manera, es como ese fantasma que no dejara de perseguirme hasta que lo enfrente.
Según yo, estoy bien físicamente, pero la realidad es que hace mucho tiempo que no me he hecho un chequeo médico general, he dejado muchas conversaciones importantes para después, y ese después jamás llego, por miedo no me he atrevido a conocer el mundo que hay más allá de esta ciudad, no digo que vivir aquí sea malo, desde luego no lo es, pero estoy descubriendo que mi curiosidad por conocer otros lugares no está viva, el miedo y la duda acerca de mi propio criterio me han hecho quedarme callado ante lo que no me parece, he dejado de lado el descanso, la diversión, la lectura de mis libros favoritos que se están empolvando en mi librero. Me duele mucho darme cuenta de cuanto he perdido en la vida por creer que siempre habría otra oportunidad, desde luego que la hay, pero el compromiso es aprovecharla.
Contigo me he divertido, he reído a carcajadas, he ido a lugares que jamás pensé conocer, pero eras tú quien me empujaba a vivir, como quisiera que me perdonaras por hacerte luchar contra mi apatía más de una vez, el solo hecho de recordarlo me avergüenza muchísimo. Amado Dios perdóname por no aprovechar el regalo de la vida, ese maravilloso don que solo tú puedes dar, aquí al pie de esta cama imploro tu clemencia, tu misericordia, tu compasión para mí, extiéndeme el cetro de tu gracia, que tu Santo Espíritu sople en todo lo que soy, dame una nueva oportunidad, concediéndome solo una cosa: Que todo lo que soy te agrade mi Señor.
Referencias:
Pérez, G. (2013). Elige no tener miedo. México: Diana.
*José Eduardo Cruz Carbajal (Iguala, Guerrero) es psicólogo y maestro en tanatología. Contacto: psiceduardo15@gmail.com