Por: Carlos Martínez Loza


Iguala, Guerrero, Mayo 24.- El filósofo Byung Chul- Han observa una paradoja en la sociedad de la información: no son las personas las realmente libres, sino la información. Más aún, la información puede aprisionarnos en un oscuro pozo cuando su contenido es falso.


Esta no frecuente observación estimula una profunda autocrítica: ¿A qué idolatría hemos elevado el consumo de información? La palabra información significa “dar forma”; en filosofía, “dar forma sustancial a algo”. Con los datos, noticias, tópicos, frases, emociones, imágenes y videos que consumimos vamos dando forma a nuestro pensamiento, opinión, percepción y nuestra manera de relacionarnos con el mundo. Esto debería preocuparnos y ocuparnos muchísimo: así como el dietista se guarda de los alimentos que consume, así también el consumidor digital.

Chul- Han nos propone un concepto, la ‘eucaristía digital’, y un ejemplo: “Los influencers, como inductores o motivadores, se muestran como salvadores. Los seguidores, como discípulos, participan de sus vidas al comprar los productos que los influencers dicen consumir en su vida cotidiana escenificada. […] Los medios de comunicación social son como una Iglesia: el like es el amén. Compartir es la comunión. El consumo es la redención.”


Cuando el fundamento del poder es la información, su posesión y difusión, la democracia degenera en Infocracia. En su versión más agria, es un infoentretenimiento “que conduce al declive del juicio humano”. Todo es espectáculo, morbo, apedreo, ira sin razón o como diría Don Quijote armario de embustes y silo de bellaquerías, publicaciones de sandeces y enemistades del decoro.


Giovanni Sartori, en su clarividente ensayo Homo videns, ya nos había alertado de los problemas de la información: informar mal, distorsionando. Si el fin es la eucaristía digital, el medio para congregar a la feligresía es la visibilidad exagerada y extravagante, cuanto más descabellada es una tesis más se promociona y difunde. Los cibernautas corren el riesgo de perder el sentido de la realidad, los límites entre lo verdadero y lo falso, entre lo existente e imaginario.


La historia de la dominación, dice Han, puede describirse como el dominio de diferentes pantallas. En la alegoría de la caverna, Platón nos presenta una pantalla antigua, la caverna es como un teatro que proyecta sombras sobre la pared. En la pantalla moderna de los smartphone la racionalidad discursiva se ve amenazada por la comunicación afectiva. Los afectos son más rápidos que la racionalidad. En una comunicación, no son los mejores argumentos los que prevalecen, sino la información con mayor potencial de excitación. Las noticias falsas producen mayor atención que los hechos. Una sola publicación con una noticia falsa o un fragmento de información descontextualizada puede ser más efectivo que un argumento bien fundado.


Las noticias falsas también son información. La información corre más rápido que el análisis de la verdad. Antes de emprender ese análisis, la noticia falsa ya hizo todo su efecto: nos recluyó por un momento (o para siempre) en el oscuro pozo de la mentira. Solo la luz de la verdad nos hará libres otra vez.

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