Por: Israel Salgado Urióstegui


Iguala, Guerrero, Mayo 19.- El exsecretario de Desarrollo Urbano y Obras Públicas, Samuel Porras Adán, consideró que Iguala está en decadencia porque los propios ciudadanos no cuidan las obras públicas. Señaló que estas no son eternas, requieren mantenimiento o, al menos, cuidado.

“Yo he visto ciudadanos que le echan al asfalto agua con jabón, y eso lo destruye. Por eso hay calles, como la Obregón, que están totalmente destrozadas”, afirmó.


Recordó que cuando recién se había asfaltado la calle Vicente Guerrero, uno de los taqueros que trabajan en esa arteria, cerca de Montebello, al término de su jornada laboral arrojó brasas encendidas directamente sobre el pavimento. “Imagínate —dijo— si la gente no cuida, aunque sea sin mala intención, la poca infraestructura que tiene la ciudad…”.

“No cuidamos como ciudadanos las obras, y el gobierno no puede poner un policía detrás de cada persona. Somos nosotros mismos, los habitantes de esta ciudad, quienes debemos cuidar las obras, porque somos quienes las disfrutamos. La participación ciudadana para mantener la obra pública en buen estado es fundamental”, subrayó.

Como ejemplo, citó las rejillas o guardaganados ubicadas en las calles Altamirano y Galeana, aledañas al mercado municipal, las cuales se encuentran totalmente llenas de basura, lo que provoca taponamientos.

“Somos nosotros, los ciudadanos, en gran parte responsables del deterioro de la ciudad. Porque cuando esas rejillas se tapen y llueva, el agua no va a poder fluir y se van a generar encharcamientos”, advirtió.


Samuel Porras también mencionó el caso de los comerciantes de temporada, quienes dejaron el centro de la ciudad lleno de “telarañas” provocadas por los cables que utilizan para conectarse a la electricidad en sus locales. “Eso no se vale, y menos en una obra tan bonita como es el Zócalo de Iguala”, lamentó.


Finalmente, criticó que existan sectores privilegiados y otros no. “Todos los ciudadanos igualtecos tenemos los mismos derechos y obligaciones, pero al parecer no los mismos privilegios, como los comerciantes de temporada que usan el Zócalo y la explanada para vender sus productos”, concluyó.

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