Por: Álvaro Venegas Sánchez

Con 236 impugnaciones ante la sala superior del TEPJF de los partidos PAN, PRI, PRD y MC, relacionadas con los resultados distritales de la elección presidencial más un juicio de parte de la excandidata quien, primero reconoció y felicitó a su contrincante y después de que la regañaron cambió de opinión, demandando que sus alegatos sean tomados en cuenta para calificar la validez de la elección. De esta manera Gálvez y la triada de partidos que la postularon tratan de empañar el proceso electoral y el regocijo de más de 35 millones de ciudadanos que a golpe de votos dijeron: ya no queremos políticas que nos perjudican ni que regresen políticos hipócritas, menos para presidenta a alguien que fue a mendigar intervencionismo a Estados Unidos.


En contraparte, abundan comentarios y artículos de opinión destacando la trascendencia de la elección del 2 de junio. Un vistazo en los medios de comunicación durante las dos semanas transcurridas podría confirmarlo e identificar tres elementos que sobresalen: 1) Que por primera vez los mexicanos hayamos elegido a una mujer para la presidencia de la República. 2) La participación masiva de los electores y el apoyo mayoritario a la candidata que ofreció continuar con el proyecto de transformación cuyas bases cimentó el presidente López Obrador. 3) Los promotores de verdades a medias, noticias falsas y campañas negras también fueron derrotados y exhibidos cual vulgares mentirosos.


La percepción respecto a la realidad económica y social de los anti AMLO, que proyectaron hasta el cansancio antes y durante la campaña, no coincidía con la percepción de amplios sectores de la sociedad. Ellos parecían hablar de otro país. Y esa persistencia de que nada está bien, los llevó a ofertarse como alternativa y única esperanza para volver al orden, la armonía, la paz, el bienestar y el progreso. Claro, confundieron a unos, pero no convencieron a tantos para obtener el triunfo.
No entendieron jamás el impacto de magnas obras de infraestructura y los programas sociales que en sexenios priistas y panistas fueron impensables. Semejante omisión junto con ilustrativos comentarios de Vicente Fox, Xóchitl trató corregir con un simple spot “Morena se va, los programas sociales se quedan y los vamos a mejorar”. Nunca pudieron contrastar con algo inteligente la definición de la política social del gobierno sustentada bajo la premisa Por el bien de todos primero los pobres. Gracias a ello, la alianza que integraron PRI, PAN, PRD, Claudio X González, ministros de la SCJN, el INE de Lorenzo Córdova, etc., terminó siendo puro estorbo a cualquier esfuerzo de sanear y mejorar la vida pública de México. Resultado: buena lección la elección del 2 de junio.

La transformación iniciada por AMLO y que continuará la Dra. Sheinbaum, tiene grandes perspectivas. Las y los jóvenes que en 2018 votaron por primera vez hoy rondan los 24 años de edad; muchos de ellos han recibido el beneficio de algún programa. Igual los que estrenaron su credencial de elector en esta ocasión; en el 2030 tendrán también 24 años. Estamos hablando de personas que, estudiantes o no, los jóvenes son muy avispados, poseen ya información y constatan la realidad generada por las políticas de López Obrador y las que deben consolidarse en el sexenio que sigue. Son generaciones de la 4T. La vida social en democracia durante 12 años propiciará su visión de futuro; van ser reserva política y moral de la sociedad mexicana. Habría que cuidar no se corrompan.
De esta batalla el pueblo de México salió airoso. Sin embargo, la guerra va a continuar. Claudia Sheinbaum llega en mejores condiciones que AMLO, pero los enemigos de la justicia y partidarios de la corrupción y la impunidad no van a irse de vacaciones y regresar hasta la próxima elección. Estarán en acecho y prestos a actuar si la correlación de fuerzas los favorece; sobre todo ante el avance de la derecha internacional.

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