Por: Eduardo Cruz Carbajal

“La vida nos enseña que cada etapa puede ser un tiempo de alegría y de bendición si tan solo sabemos reconocerlo”
Marcelo Rittner

Ciudad de México, Enero 28.- He estado rodeado de amor, de ello no me queda ninguna duda, el amor de mis padres, mis hermanas, mis abuelos, mis tíos, mis primos, y mis amigos, más que suficiente para mí. Cuando era niño, la felicidad para mí era ir a la casa de mi abuelita cada fin de semana, dormir cuanto quisiera e ir a la casa de mis primos a jugar y ver películas, mi pedazo del cielo en la tierra, en la casa de mis primos podía sentarme y tocar el piano de mi tía, imaginar que tocaba perfectamente, aunque no supiera hacerlo era todo para mí. A los quince años tuve que usar un aparato ortopédico, algo que nunca acepté, mi rebeldía se hizo notable durante esos años, fui inmensamente feliz cuando el médico dijo que ya no tenía caso seguir usándolo… ¡Dios me había liberado de ese espantoso yugo! No podía pedir más.

Terminar una carrera cuyo inicio no fue fácil es un regalo de Dios, recuerdo mis horas de duda, recuerdo los días en que me cuestionaba el haber hecho una elección correcta, todo cambió cuando Dios mandó a mi vida buenos amigos, quienes hicieron que el tiempo de estudio se volviera interesante y divertido. Después de la universidad se suponía que encontraría trabajo, sin embargo, el desempleo se hizo presente por tres años, finalmente pude obtener un empleo en donde podía ejercer mi profesión de la manera en que yo quería hacerlo… ¡Una puerta abierta de par en par! No voy a negar que tuve miedo, me sentí incapaz, sentí que un enorme peso caía sobre mis hombros, pero nuevamente, Dios se encargaría de todo, esa siempre es la mejor parte.

Tener amigos increíbles, compartir mi vida con ellos, escucharnos mutuamente, y hacerlo sin juzgarnos es la mejor parte de mi vida, junto a ellos he reído, he llorado, me han visto en mis peores momentos, seguro en ocasiones no me han entendido, pero no se han ido, ¡Han decidido amarme tal como soy! No estoy solo, una certeza que brinda luz y confort a mi camino. El sueño de tener un piano conmigo se hizo realidad, definitivamente… ¡Dios es fiel!

No sé cuánto más me queda por vivir, pero sí sé que mi vida ha sido buena y que he sido feliz, he comprendido que la felicidad no es constante, pero si es una decisión, no se trata de esperar el momento perfecto, ya que quizás ese momento nunca llegue, se trata de crear el momento perfecto y que en consecuencia ese momento se vuelva una memoria, una memoria que sin duda quedará tatuada en el alma.

Referencias:

Rittner, M. (2015). Y Si no es ahora, ¿Cuándo? México: Debolsillo.

*José Eduardo Cruz Carbajal (Iguala, Guerrero) es psicólogo y maestro en tanatología. Contacto: psiceduardo15@gmail.com

Comparte en: