Las mujeres mexicanas…
Un aniversario más del derecho al voto
Por: Alejandra Salgado Romero
“La participación femenina en la vida política del país ha contribuido a la consolidación de la democracia; su presencia en ámbitos de toma de decisiones, tanto públicos como privados, es condicionante del mejoramiento de los niveles de vida sociales y económicos, y en el proceso general del desarrollo de las a favor de la igualdad y la equidad de género”
Comisión Nacional de Derechos Humanos
El 17 de octubre de 1953 se decretó que las mujeres mexicanas tenían derecho a votar, siendo el último país de América Latina en consolidar este derecho. En el transcurso del Siglo XX, las mujeres obtuvimos paulatinamente, en diferentes países del mundo, el derecho al voto y a la representación política. El reconocimiento de la igualdad de género ha sido una conquista histórica de las mujeres; en tanto que la igualdad es un derecho inherente al ser humano, la igualdad de género es un principio constitucional, que estipula que los hombres y mujeres son iguales ante la ley, lo que significa que tenemos los mismos derechos y deberes frente al Estado y la sociedad; no obstante, queda un largo camino por recorrer.
Para avanzar en la lucha para que la igualdad se convierta en una realidad, no bastó con la acción de los gobiernos, también las y los ciudadanos hemos tenido que activarnos, organizarnos y luchar. En el caso de México, las mujeres mostramos una amplia participación política a través de diversos espacios, en los cuales, -según especialistas-, hay dos tipos de categorizaciones: política formal, (la que se refiere al Estado, es decir a los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial), y política informal (la participación de las mujeres en sindicatos, organizaciones de la sociedad civil, consejos ciudadanos, asociaciones de madres y padres de familia, movimientos ecologistas, urbanos, populares, académicos, entre otros).
Ha quedado demostrada la necesidad de contar con mujeres en puestos clave y que las mismas actúen con perspectiva de género dentro de su función, pues lo anterior permite aprovechar el talento femenino y por ende, la diversidad de ideas, así como impulsar un gobierno inclusivo, que considere y atienda las necesidades de toda la población… pese a todo lo avanzado, la igualdad sustantiva continúa sin lograrse. Las reformas en materia de paridad de género han logrado que nuestro país muestre importantes avances a favor de las mujeres, destacando dentro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) como una de las naciones con mayor proporción de mujeres en el Congreso. Sin embargo, debemos entender y hacer énfasis en que la paridad en los números no es suficiente. La democracia paritaria propone un nuevo modelo de un estado inclusivo y un nuevo pacto social, donde la igualdad sustantiva sea una realidad, asumiendo que la paridad política es necesaria para que las mujeres contribuyamos a la toma de decisiones, estemos representadas y formemos realmente parte del proceso de la democracia.
Pero aún con avances significativos en normativa, nos falta mucho aún para lograr la igualdad sustantiva, pese a que desde 2007, en el Consenso de Quito se estableció que: “la paridad es uno de los propulsores determinantes de la democracia, cuyo fin es alcanzar la igualdad en el ejercicio del poder, en la toma de decisiones, en los mecanismos de participación y representación social y política, y en las relaciones familiares al interior de los diversos tipos de familias, las relaciones sociales, económicas, políticas y culturales, y que constituye una meta para erradicar la exclusión estructural de las de las mujeres”.
Las mujeres debemos asumir que acceder a espacios de decisión permite avanzar de la representación descriptiva, a la sustantiva. En este tema, las y los dirigentes de todos los partidos políticos tienen una clara responsabilidad: les corresponde impulsar un proceso de promoción del legítimo derecho de las mujeres a participar en la vida pública… no sólo votar, sino a lograr postularse a puestos de elección popular, y a hacer campaña en igualdad de condiciones y oportunidades. En el caso de los principales partidos políticos actuales, todos disponen de un valioso número de inteligentes, aguerridas y esforzadas dirigentes femeninas, las cuales deberían ser postuladas en igualdad de condiciones en la contienda, y con expectativas de triunfo, para hacer realidad la paridad.
Sin duda alguna, para poder hablar de una verdadera representación sustantiva, se hace imperativo contar con más mujeres en puestos de decisión, pero además, que cuenten con las condiciones para ejercer su función en plenitud, así como apliquen de forma comprometida la perspectiva de género… sólo así podremos sostener que habrá una verdadera representación sustantiva, y por ende, las mujeres realmente tendremos la posibilidad de combatir y terminar las terribles desigualdades que aún enfrentamos. Por ello, más que conmemorar en ceremonias y discursos, resulta imperativo, -después de los avances en la construcción del marco normativo-, demandar que se legisle lo faltante, para que realmente se establezcan y respeten medidas concretas en la redistribución del trabajo del hogar, la posibilidad de acceder a un empleo remunerado y obtener un ingreso igual por trabajo de igual valor, como algunos temas pendientes por trabajar, pero además, continuar haciendo todo lo necesario para lograr que lo que se plasma en leyes, sea respetado en la práctica, en nuestra sociedad. Una sociedad que siempre debe recordar que el derecho al voto refleja un derecho fundamental, y sólo el inicio de una serie de luchas y logros que demuestran que “sin mujeres, no hay democracia”.
Les deseo una semana excelente y agradezco sus aportaciones y/u opiniones a través del correo alexaig1701@live.com.mx.