Por: Álvaro Venegas Sánchez
Transcurridos tres años de gobierno morenista en Guerrero, dan para que cualquier ciudadano que vive aquí el día a día, compare gestión y comportamiento del actual con la del anterior o con cualquier otro del pasado. Los sucesos previos a la campaña por la gubernatura en 2021, entre ellos que el INE de Lorenzo Córdova sacara de la contienda a Félix Salgado Macedonio, tratando de ayudar al triunfo del candidato del PRI, favoreció el arribo de Evelyn Salgado Pineda. Su juventud y condición de mujer generaron buenas expectativas.
Aunque falta saber cuál es el balance que tiene o ha hecho el equipo que gobierna, fue público que la mitad del sexenio la administración estatal tuvo todo el apoyo del gobierno federal y de AMLO particularmente para que pudiera posicionarse bajo los principios y las políticas de la 4T. Repito, hay detalles que no se conocen; pero la percepción social, incluso miembros de Morena consideran que, en Guerrero no hay cambios cualitativos en las formas de gestión gubernamental, no ha llegado la transformación.
Los años que siguen, 2025 y 2026, serán para organizar y preparar la salida en 2027. Contará ahora con la compañía de Claudia Sheinbaum a quien seguramente no fallarán los guerrerenses siempre y cuando en 2027 no permita que en el estado se impongan los deseos vehementes de aquellos que la ciudadanía empieza a detestar por dichos y hechos de soberbia.
Suerte que no haya revocación de mandato para gobernadores. Los legisladores en su momento aprobaron tal opción, para no tener que soportar seis años un mal o mala gobernante, sólo para la presidencia de la República y para ellos reelección. Por tanto, viendo las condiciones en que se encuentra nuestra entidad, es momento de revisar, hacer ajustes y correcciones, enderezar y darle rumbo a la nave. Incorporando a los que ayudaron en las campañas las cuotas se pagaron; pero si en tres años los afortunados no aprendieron ni entendieron y permanecen en los cargos, la culpa será de quien manda. Los invitaron para ayudar ¿o fue para cobrar nada más sin esperar resultados?
Me ocuparé solamente de lo que como ciudadano observo y tengo de alguna manera cierta noción: el desparpajo del sector educativo. Desdibuja el concepto de la llamada Nueva Escuela Mexicana. El secretario de Educación ha dicho que con la gobernadora se está impulsando una gran “revolución educativa”; también en declaraciones vislumbró, “los conservadores quieren quitarme de la SEG y yo soy fundador de Morena”. Lo primero requiere una explicación para saber en qué consiste esa revolución, si es pedagógica, administrativa, cuáles son los nuevos paradigmas. Segundo, cuando AMLO usó el término conservadores todo mundo sabía quiénes eran los destinatarios. Sin embargo, aquí, a juicio del Senador Salgado Macedonio, no existe Acción Nacional; dijo: el único PAN que conozco es el de Chilapa, Teloloapan y Tlapehuala. Entonces, el secretario debiera precisar.
Al margen del anecdotario el punto es que el Dr. Marcial Rodríguez Saldaña, no exhorta al magisterio ni a los padres de familia, tampoco suma ni ordena a subalternos para gestionar con eficiencia el sinnúmero de problemas que agobian y conflictúan la marcha del sector que encabeza. Muestra de la inoperancia es la actitud frente al adelanto de las vacaciones de fin de año, por vía de los hechos, debido a falta de respuesta a planteamientos de la representación de la sección 14 del SNTE habiendo acuerdos firmados por ambas partes con meses de antelación. Igual ocurrió el pasado ciclo escolar antes de vacaciones de Semana Santa. Ha sido efecto de la causa provocada por la SEG. Aclaro, no justifico que el diálogo se rompa dando un golpe en la mesa y anunciar de inmediato un paro de actividades.
En cada escuela hay una comunidad integrada por maestros, alumnos y padres de familia. Los maestros deben respetar a las otras partes, al menos explicarles. Sobre todo, entender que los niños son la fuente de su trabajo y la alianza con los padres y las madres es fundamental. Asumo los postulados del SNTE y sé lo que implica la defensa de los derechos de los trabajadores de la educación; pero toda lucha requiere un plan debidamente consensuado en el cual la suspensión de actividades escolares es el último recurso y al que, si hay que llegar, debe ser después de acciones previas para acumular fuerza. No observé eso. Así no se defiende la escuela pública; quedan mal socialmente tanto la figura del maestro como el sindicato.
Esta es mi última colaboración del año. Deseo a mis lectores felices fiestas y que los malos presagios no se hagan realidad en el 2025. Mi abrazo a todos.
Iguala, Gro., diciembre 16 del 2024