El adicto nace y se hace en su hogar disfuncional
¿Que es una adicción?
Por: Ernesto Salayandía García
Es un hábito de conductas o a sustancias tóxicas, que se hacen una costumbre, que consciente o inconscientemente, se establece una dependencia fija, dependencia a sustancias y conductas toxicas, que no se puede evitar, la persona, por ejemplo, se hace adicta a la pornografía y por más que quiere y trata de evitarlo, tarde que temprano, termina frente a la computadora viendo escenas pornográficas en internet, la adicción, para el tomador, el alcohólico, es no poder parar, sino ingerir alcohol hasta terminar propiamente ahogado de borracho, como araña fumigada, la adicción es un impulso natural que el adicto no puede controlar, ya sea el impulso hacia apostar dinero en una carrera de caballos o peleas de gallos, así como a inhalar cocaína en cantidades industriales, los orígenes y los componentes de una adicción son muy variables y esto sí se puede evitar, cuando exista una verdadera conciencia en los padres que traen al mundo a seres inocente, se puede evitar, capacitado a los padres, para prevenir que los hijos caigan en las garras de ésta perversa enfermedad del alma, hay que recordar que más vale crear costumbres que corregir mañas, de lo contrario será demasiado tarde tratar de rescatar a un adicto de las garras devastadoras de La Saliva del Diablo, ya cuando el consumo sea compulsivo y frecuente.- a diario. La fórmula es que aprendan a controlar su ansiedad.-Un niño necesita ser guiado por el camino de los valores, el amor propio y la espiritualidad.
La genética de por medio.
El adicto nace predispuesto ante sus antecedentes genéticos, al tener abuelos y padres con tendencias alcohólicas, neuróticas, soberbias, depresivas y llenas de ansiedad, un niño con los antecedentes del alcohol en sus familias, tiene una alta predisposición de tener serios problemas con las sustancias, no solamente el alcohol, sino pastillas, inhalantes y fármacos entre otros más y esos antecedentes emocionales, que se heredan por sangre, sin pedirlo, también influyen en las conductas tóxicas del individuo, como puede ser la adicción a las mentiras, a la pereza, al engaño, al postergar, también a conductas, cómo defraudar, robar, incluso asesinar, la genética, es una predisposición que hay que detectar a tiempo, para evitar que seres inocentes sufran, al ser secuestrados por las adicciones a las sustancias y a las conductas enfermizas que arruinan el presente y el futuro de cualquier niño.
El adicto se hace por mal ejemplo
Un niño con tendencias adictivas, menor de 8 años de edad, primero que nada, en su casa aprende a ser rebelde, se convierte en un ser irreverente, por supuesto violento, retador, agresivo, mentiroso y los padres cometen sendos errores al tratar de enderezar al tronco torcido y quieren principalmente, las madres, algunas de ellas, corregir sus errores, a través de gritos, humillaciones, castigos, límites “drásticos” golpes, hostigamiento, ridiculizaciones, comparaciones y de una serie de actos agresivos, que no hacen más que provocar que el niño se encamine tarde que temprano, a la rebeldía, la neurosis, violencia, la irreverencia y claro, por el camino de las drogas y de las conductas tóxicas, hay demasiados errores, como el caer en el extremo de sobreproteger a la criatura, al proporcionarle todo lo que pide, o bien, de premiarlo por sus conductas a cada instante y después cuando pasando el tiempo, este niño crece con un espíritu sobrevaluado, siente que todo lo merece y que tiene derecho a todo, sin hacer el más mínimo esfuerzo. Adquiere el título de emperador, es el que manda, quien gobierna en el hogar.
Las heridas profundas del alma
Para quien no lo sabe o pretende ignorar, afirmo, que estos severos daños en un niño, educado con la nana electrónica, quiero recordar, que las heridas profundas del alma son esos severos daños que dejan huella en los sentimientos y en los pensamientos de un infante, tales como el maltrato, las injusticias, el abandono, el rechazo, la traición, el hostigamiento, por supuesto, los golpes y los daños sexuales, abusos que ofenden su dignidad e integridad, entre muchas más heridas, que por desgracia, se gestan en la niñez de cualquier persona y que estas heridas, durante toda la vida, no logran ser borradas ni trascender el dolor que han causado y así como estos padres, fueron educados con golpes, insultos, humillaciones, hostigamientos y represión, es así como educan a sus criaturas y cuando ellos, estos niños caen en ese infierno de las drogas, me preguntan: ¿Pero por qué mi hijo se hizo marihuano Ernesto si mi esposo ni yo fumamos marihuana?-Me dicen – Tal vez fue la influencia de la televisión verdad, o las malas amistades del vecindario, pero jamás me dicen yo le di un pésimo ejemplo a esa criatura y le provoqué severos daños a su alma.
Huellas profundas que no se borran.
Los abusos sexuales, los daños que sufren los menores, difícilmente se borran y marcan de por vida a una persona, muchos adictos fueron violados y sufrieron abusos sexuales, la gran mayoría de los hechos se consumaron en sus propios hogares, por familiares cercanos, niñas que fueron abusadas por años por parte de sus abuelos enfermos, por sus padrastros, primos y hermanos, estas huellas profundas del alma moldearon su personalidad del adicto, lo hicieron inseguro, precoz, le despertaron su apetito sexual y sin duda alguna, el daño que hay en estas víctimas, es un daño que moldea la personalidad de la persona y que difícilmente logra trascender, muchos adictos con esta característica, regresan la copa, es decir, de adultos se convierten en violadores, abusadores sexuales, encuentran en las conductas tóxicas y en las sustancias, alivio como si fueran arrullo al alma, esa miseria espiritual que los distingue y que cargan de por vida, con pensamientos enfermos, perturbados y moldeados.