Por: Carlos Martínez Loza


Ciudad de México, Junio 25.- Roger Scruton decía en un documental ya famoso (Why Beauty Matters?) que nuestro mundo ha dado la espalda a la belleza, y en su lugar tenemos fealdad y alienación. Ahora da la impresión que el arte, y algunas conductas humanas, tienen como fin perturbar y romper los tabúes morales. Basta ser un poco perceptivo para darse cuenta de ello: el lenguaje, el vestido, la música, la literatura, los contenidos en la red se han vuelto cada vez más ofensivos, egocéntricos y estridentes.

Un nuevo mandamiento de la profanación ha bajado del Monte de la Vanidad y recorre las plazas públicas pregonándose a sí mismo en alta voz: “Ser original, no importando a qué costo moral”. Una de las premisas fundamentales del posmodernismo creo verla en una línea de Stanley Fish: “La deconstrucción me libera de estar en lo correcto, y solo me exige que sea interesante”. Esto ya se ha convertido en un credo que cada día agrega nuevos creyentes. “Deconstruirse” está de moda, tiene el aura de ser un verbo respetable, mágico, profundo y libertador.

“Dios ha muerto… y el hombre que creó también. Hagamos a un nuevo ser, sin imagen ni semejanza de nada, tan solo fluctuante y líquido, capaz de tomar cualquier forma y sustancia. Que se disuelva la naturaleza intrínseca del individuo, liberémonos de esa inexistente naturaleza humana, seamos lo que queramos. Bien podemos amanecer hoy sintiéndonos menos humanos, quizá podemos ser un pulpo o un influencer alienígena, que nuestras manifestaciones artísticas sean también como nosotros. Si Dios no existe, todo está permitido.”

He intentado representar un pensamiento común de nuestros días. Avizoro un peligro inminente. El ser humano se ha desacralizado así mismo. No hay verdad, sentido ni significado al cual abrazarse, todo es un mundo de subjetivismos y relativismos. Las categorías objetivas de lo que es bello moral y artísticamente se han disuelto en las aguas turbias de lo que llamo la estética del posmodernismo. Una filosofía de la sensibilidad que retrata a un mundo incapaz de amar y de ser amado.

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