Por: Edelmiro Castro Sedano

La marcha convocada por la sociedad civil para llevarse a cabo el domingo trece de noviembre en la Ciudad de México y en otras 50 ciudades, según informes, para protestar en contra del intento de desaparecer el Instituto Nacional Electoral (INE) por parte del presidente Andrés Manuel López Obrador y modificar la Ley respectiva a fin de formar otro organismo similar pero a modo, de manera que sea el presidente de la república quien lo controle, igual que en los tiempos del PRI, lo que nos retrocedería unos cuarenta años en la vida política de México.

El IFE, fue un órgano constitucional descentralizado que organizó las elecciones tanto federales como locales en nuestro país desde 1990 hasta 2014 fecha en que fue transformado en INE que otorgó el documento legal a Andrés Manuel López Obrador que lo reconocía como triunfador en el proceso electoral para presidente de la república y por tanto como Presidente Constitucional electo.

El IFE, ahora INE, es el producto de muchas luchas en contra de que el gobierno federal controlara los procesos electorales unilateralmente que hacía triunfar solamente a sus candidatos en detrimento de los triunfos que obtenían los otros partidos. Eso es lo que busca López Obrador; si este organismo le reconoció y garantizó el triunfo no es concebible que desee desaparecerlo empezando por recortarle el presupuesto, sin perversas intenciones.

No le pareció el resultado de la marcha del 13 de noviembre y evidentemente lo molestó en grado superlativo de tal manera que anunció su propia marcha para este domingo 20. Como respuesta o venganza vociferó que ahora viene la contramarcha, como si fuera un torneo de lucha libre o un vulgar pleito de pandillero callejero.

Una marcha de auto apoyo con escenografía y engaño de estilo igual al del viejo y rancio PRI de hace cuarenta años. Una marcha que es para darse a sí mismo, provoca risa.

Ya las plazas llenas en este tiempo no son garantía de votos.

“Ahora ya no soy tan izquierdista porque tengo ojos y oídos para ver lo que está pasando”. Joaquín Sabina.

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