Norma Otilia y el arte de mentir
(Segunda y última parte)

Por: Efraín Flores Iglesias

Gobernar no es una tarea fácil, y menos en las circunstancias en que se encuentra el municipio de Chilpancingo. Y la morenista Norma Otilia Hernández Martínez estaba consciente de ello.

En épocas electorales, la mayoría de los candidatos a ocupar un puesto de elección popular proponen soluciones fáciles y un cambio radical para mejorar las condiciones de vida de los habitantes de un municipio o distrito electoral.

Se les hace fácil hacer falsas promesas. Y se entiende: su objetivo es ganar la elección a cualquier costo. Al final de cuentas, el fin justifica los medios.

Para ser diputado (local y federal) o presidente municipal, las normas jurídicas no exigen conocimientos técnicos específicos. Ser ciudadano mexicano por nacimiento, en el ejercicio de sus derechos, saber leer y escribir, y cumplir con la edad establecida, son algunos de los requisitos para ser candidato y aparecer en la boleta electoral.

En 2018 y en 2021 no todos los que ganaron una elección fue porque presentaron mejores propuestas o ganaron uno o más debates, mucho menos porque tenían el mejor perfil para desempeñar un cargo público.

El desencanto ciudadano hacia los partidos políticos tradicionales, el efecto AMLO y la marca del partido (Morena), fueron los tres elementos que hicieron posible que varios personajes llegaran a presidencias municipales, gubernaturas, al Congreso de la Unión y a los Congresos estatales.

Norma Otilia Hernández supo aprovechar muy bien la coyuntura política en 2021, sobre todo, el pésimo gobierno que encabezó el perredista Antonio Gaspar Beltrán.

Desde 2018 se subió a la ola lopezobradorista y llegó al Congreso local. Y desde ahí buscó la candidatura a la alcaldía capitalina.

Perseveró y el 30 de septiembre de 2021 rindió protesta como presidenta municipal, porque así lo decidieron miles de chilpancinguenses que creyeron en sus propuestas demagógicas.

Norma Otilia Hernández no estaba preparada para gobernar Chilpancingo. Lo dije antes y lo digo ahora.

Sus acciones la delatan. Encabeza un gobierno improvisado. Y un político improvisado, es un peligro público.

Les mintió a los que votaron por ella hace dos años. Nunca les dijo que no estaba preparada para dirigir los destinos de Chilpancingo y que no tenía un plan o proyecto serio para resolver los problemas de la ciudad capital.
Una frase muy elocuente dice que el primer acto de corrupción de un servidor público es aceptar un cargo para el que no está preparado. Pero no toda la culpa es de ella, sino del partido que la postuló y los que votaron por ella.
Habrá quienes defiendan a su administración, especialmente aquellos que ocupan cargos en el Ayuntamiento, los que se han beneficiado con un apoyo social o un favor personal, o los que aún creen en los “Santos Reyes”. Y es válido, entendible y respetable.
Lo cierto es que la mayoría de los chilpancinguenses reprueban su estilo de hacer gobierno, el despilfarro de recursos públicos para las pachangas que realiza constantemente y las desafortunadas declaraciones que hace en ocasiones a los medios de comunicación.

También ha sido cuestionada severamente por permitir que su esposo, Diego Omar Benigno González, se tome atribuciones que no le corresponden en el Ayuntamiento. Resulta que es el que otorga obras del municipio a ciertas empresas constructoras.
Las denuncias públicas ahí están. Nadie inventa nada.

Diego Omar Benigno González no ocupa ningún cargo oficial, pero se presenta en la mayoría de los eventos oficiales y reuniones “secretas” que sostiene la alcaldesa con los síndicos y algunos regidores… los consentidos.

Al igual que sus últimos antecesores, Norma Otilia Hernández ha sido cuestionada por su falta de seriedad para gobernar y por mentirle constantemente a sus gobernados.

La presidencia municipal le quedó grande. Y si no pudo resolver sus principales promesas de campaña (agua y seguridad) en dos años, menos podrá hacerlo en un año.

Quiere ser candidata al Senado de la República, pero no le alcanzan sus canicas. Y los ciudadanos de los otros 80 municipios del estado no tan fácil creerán en sus mentiras, en caso de que Morena se aventure en designarla como su candidata para ese cargo.

Hoy por hoy, los guerrerenses están más informados que nunca.

En lugar de gastarse el presupuesto del pueblo de Chilpancingo en pachangas, debería mejor destinarlo en resolver los problemas que aquejan a los ciudadanos.

También es evidente que carece de buenos asesores que le hagan ver la verdadera realidad de Chilpancingo. Y, a la vez, es entendible. Vive en un mundo color de rosa y prefiere mejor hacerle caso a sus cortesanos, esos que siempre están cerca de los gobernantes sin visión política y social.

A estas alturas, muy difícilmente podrá enderezar el barco que dirige, porque las mentiras siempre caen por su propio peso.

¿O usted qué opina, amable lector?

Comentarios: efrain_flores_iglesias@hotmail.com

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