¿Quién manda realmente en el Ayuntamiento de Chilpancingo?
Por: Efraín Flores Iglesias
No ocupa ningún cargo formal en el Ayuntamiento de Chilpancingo y nadie votó por él en la elección de 2021, pero es el poder detrás del trono.
En casi todos los eventos públicos y reuniones privadas acompaña a la alcaldesa Norma Otilia Hernández Martínez, quien es su esposa.
Se le ha visto en varios eventos escoltado por policías municipales, esos uniformados que deberían de cuidar a los chilpancinguenses de los delincuentes.
Se pasea por el Palacio Municipal como Pedro por su casa. De hecho, hasta el síndico Andrei Marmolejo Valle se le cuadra y le llama «padrino». Y la mayoría de los funcionarios municipales, ni se diga. También se le arrodillan.
En una acalorada sesión pública de Cabildo que se realizó hace unos días en el zócalo de esta ciudad capital, regidores del PRI, del PRD y uno de Morena acusaron a la alcaldesa Norma Otilia Hernández de haber incurrido en graves irregularidades en la asignación de la obra pública del año pasado.
Y lo más grave del asunto fue que los regidores revelaron que su esposo Diego Omar Benigno González es quien asigna la obra pública en el municipio.
En diciembre de 2021, Diego Omar Benigno fue acusado de ser «aviador» por trabajadores del Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos del Estado de Guerrero (CECyTEG). Él lo negó argumentando que tiene un permiso «por tiempo indefinido» y «sin goce de sueldo», pero nunca presentó los documentos que avalen su licencia laboral.
Al personaje de marras también se le ha visto en las pachangas que ha realizado la presidenta municipal, y en las ferias regionales en las que Norma Otilia Hernández ha sido invitada por algunos de sus homólogos.
En todo está pendiente… y sin tener un cargo formal que lo avale.
Y se entiende. Se siente amparado y/o protegido por el ex gobernador Ángel Heladio Aguirre Rivero, el jefe durante muchos años de su señor padre.
Asimismo, se siente cobijado por la Cuarta Transformación y un sector de Morena que no quieren ver ni entender que en el Ayuntamiento de Chilpancingo no toma las decisiones quien debería de hacerlo, sino alguien que nadie votó por él.
Y mientras la alcaldesa y su consorte disfrutan de las mieles del poder, en la capital del estado la violencia, los deficientes servicios públicos municipales y las protestas ciudadanas por la falta de agua entubada, son cuento de nunca acabar. Porca miseria.
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