Norma Otilia y su gabinete
Por: Efraín Flores Iglesias
Todos los presidentes municipales están en su derecho de hacer cambios y/o ajustes en su administración, con el único objetivo de mejorar los servicios públicos a la ciudadanía y consolidarse al frente del poder.
En el caso del Ayuntamiento de Chilpancingo, no solamente el gabinete está mal. La cabeza es la que está fallando.
Esta semana y a través de un boletín, se dio a conocer la designación de nuevos funcionarios, a quienes la alcaldesa Norma Otilia Hernández Martínez convocó a trabajar con profesionalismo y poner todo su empeño en la transformación de Chilpancingo.
Los nuevos funcionarios son Alejandro Fino González, Gustavo Vela Guevara, José Ecliserio Nava Adame y Cristian Zepeda Memije, quienes rindieron protesta como subsecretario de Servicios Públicos, enlace para los trabajos de Protección Civil y obras de mitigación de la falla geológica norponiente, director de Control Patrimonial y encargado de la Unidad de Cambio Climático y Biodiversidad, respectivamente.
También rindieron protesta Yasmín Pérez Hernández, Guadalupe Jiménez Saucedo, Dinorah Senanelly Ulloa Huerta y Félix Humberto Alejo López como encargada de la Unidad de Educación y Cultura Ambiental, coordinador de Delegados, encargada de despacho de la Dirección de Educación y coordinación municipal del Servicio de Pipas en CAPACH, respectivamente.
No se dieron a conocer los nombres de los funcionarios que fueron relevados en sus puestos o si se crearon nuevos cargos en el organigrama municipal.
Lo cierto es que la aprobación de la alcaldesa está por los suelos.
De acuerdo a la última encuesta realizada por la empresa Massive Caller, el 72.2 por ciento de los chilpancinguenses reprueban la pésima gestión de Norma Otilia Hernández Martínez, quien desde su llegada al poder solamente ha privilegiado las pachangas y no la salud ni la seguridad pública de sus gobernados.
Tampoco ha realizado obras de impacto social en la ciudad capital ni en las comunidades.
Lo suyo es derrochar dinero en fiestas y en frivolidades. Y así no hay presupuesto que alcance.
Norma Otilia Hernández Martínez resultó igual o peor que Antonio Gaspar Beltrán (PRD) y Marco Antonio Leyva Mena (PRI), sus predecesores en el cargo.
Lo comento porque ellos, cuando menos, sí hicieron muchas obras y dejaron las pachangas en segundo término.
En lo que sí coincide con ellos, es creer que el pueblo es tonto y que la suerte le favorecerá en 2024 para ocupar otro cargo de elección popular.
Y no solamente es repudiada por amplios sectores de la capital del estado. También la ven mal en su partido: Morena.
Sus asesores, si es que se le puede llamar así a los que le endulzan diariamente el oído, en lugar de ayudarle, solamente la hunden más ante la opinión pública.
La falta de resultados de su gobierno, insisto, no sólo es culpa de su equipo de colaboradores (secretarios, subsecretarios, directores y coordinadores), sino de ella por tomar decisiones irresponsables y en utilizar los recursos para darle al pueblo pan y circo (pachangas y espectáculos).
Lo peor de todo es que han sido 16 meses de retroceso político y social para Chilpancingo.
Y, es obvio, que la alcaldesa no corregirá sus errores, porque para ella todo está bien. ¡Porca miseria!
Pero la culpa de que ella llegara a sentarse en la principal silla del Palacio Municipal, también es de los que ingenuamente creyeron en sus promesas de campaña. Y sobre advertencia, no hay engaño. ¡Zas!
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