Inauguración ¿Cuándo? – Don Chimino

Por: David Flores Botello

INAUGURACIÓN, ¿CUÁNDO? – Ya falta poco para poder ver qué fue lo que construyeron en lugar del edificio del palacio municipal que teníamos al cual ya le habían metido una buena cantidad de dinero, incluso recientemente le habían puesto piso nuevo que, no es por nada pero se veía bonito y elegante. Todo lo derrumbaron, toneladas de escombro, varillas, puertas, ventanas, cristales, la fuente saltarina que supuestamente costó dos millones de pesos, todo, todo fue derruido. Cerros enormes de tierra y decenas de albañiles, soldadores, choferes que, como hormiguitas, trabajan de día y de noche. Llama la atención que la mayoría de la gente local entiende que las molestias que están ocasionando, sobre todo con el tránsito vehicular, valen la pena pues, las expectativas que se tienen de que pronto seremos Pueblo Mágico emociona a muchos. Hasta el transporte público se ha mostrado tolerante, a pesar de los rodeos que hacen, la lentitud del tránsito en las horas pico, la gran mayoría no se desespera, pocos son los que tocan su claxon con desesperación cuando la columna de autos no avanza. Es la primera vez que en Iguala se está haciendo una obra de esta magnitud y en tan corto tiempo. Se decía que la entregarían al inicio de la segunda semana de diciembre pasado y, como se ve, no estará ni para el 24 de febrero fecha histórica para nuestra ciudad. Ojalá que toda esa fuerza de trabajo que acompaña a la obra no se traslade a otra ciudad. Que una vez terminada se sigan con las calles aledañas y que nos construyan un hospital infantil tan necesario para nuestros niños que no cuentan con alternativa local cuando se agravan por cualquier motivo. En Tlaxcala, hace poco más de un año construyeron un hospital de cirugía de mínima invasión y un centro de hemodiálisis en poco más de cien días, con una inversión aproximada a la que se está haciendo ahorita con la remodelación del centro histórico de nuestro terruño, aproximadamente 240 millones. Sabemos que no solo es construir el hospital y equiparlo sino que requiere un presupuesto para su funcionamiento que, casi siempre, equivale a un costo similar a la inversión inicial, es decir, mínimo otros 240 millones anuales. La inversión vale la pena, los niños valen mucho más. Mientras, tengamos paciencia y hagan sus apuestas, ¿Cuándo será la inauguración?

Mañana es su cumpleaños de mi primogénito varón, homónimo de su servidor. Hijo mío: llegas a la edad de Cristo y, a Él le pido, que te siga bendiciendo por muchos años más con salud, trabajo, amor, felicidad y éxitos. Te amo, ¡feliz cumpleaños!

DON CHIMINO.- Dejamos a Norma y Heriberto en el hotel del centro a onde llegaron, asegún dijieron a visitarnos aquí en Iguala, mi vieja le ´bía dicho a Norma su prima, que si querían se quedaran en el cuarto de planchar onde tenemos una cama matrimonial, pero no quisieron, yo me imagino que porque el baño está ajuera del cuarto, es el baño de las visitas y, ta cabrón salir del cuarto calientito al frío del pasillo. Tan siquiera que no quisieron. Un día ya tarda Beto, que asina me dijo que le dijiera porque quería que séamos amigos, y Norma, se quedaron en nuestro cantón un fin de semana, uno de esos días nos pidió pasar al baño del cuarto de nosotros porque el otro lo taba ocupando Norma, que por favor, que ya le andaba. ¡N´hoombree! ¡Como tres días dejó su tufo!. Le eché ácido al güater, le lavé con cloro, le cepillé con dorrillo, le eché harto fa y cubetadas de agua y, por más que dejamos el ventilador sin apagar dos días, nomás nones, no sé si algo comió que le hizo daño o si asina sea su aroma de por sí, mejor no veriguar, qué bueno que mejor se quedaron en el hotel. Lo de que le dijiera Beto me lo estuvo dice y dice, pero uno se acostumbra y yo le volvía a decir Heriberto y él insistiendo, dijo que por favor, que decirle Beto lo hacía sentir mi amigo y me dijo que por favor le permitiera yo que me dijiera Chimi y, pos ya de tantos güisquis que nos ´bíamos jambado ese día, se rompió el turrón entre nosotros. Pero, a pesar de que me dijo que quería que juéramos amigos, bien que tuvo cuidado de no revelarme sus pretensiones, sino hasta que las vivimos a otro día.

Después de que los dejamos en su hotel y llegamos a nuestro cantón me puse a escombrar y sacudir los asientos de mi Forcito, a revisar niveles de aceite, de agua, la presión de las 4 llantas, lavé todos los vigrios y nos juimos a dormir casi a medianoche. Mi vieja casi nunca me ayuda a lavarlo pero, esa noche se apuró a preparar la cena y se jue a echarme la mano nomás pa paticar conmigo. –“¿Qué te dijo Heriberto? -preguntó y siguió- –“Los vimos platicar muy a gusto, hasta le dijiste Beto cuando te despediste de él, no había oído antes que así le dijeras. ¿Qué te cuenta?”. Yo, la verdá no soy chismoso pero tampoco mi boca es bodega y le contesté con una pregunta: ¿te digo algo pero no se lo dices a nadien?. Ella de boleto me dijo – “¿Aaay! ¡¿Cómo creeees?! Anda, dime, ¿qué te dijo? ¿Eeeh?”. Tonces le patiqué de las chospechosas llamadas que ´tuvo haciendo, que taba yo seguro que oyí voz de mujer en algunas de las llamadas, me quedé cavilando unos segundos y, le volví a preguntar: ¿De verdad no le vas a decir a nadien y menos a Norma si te digo algo? –.“¡Ooraaa! ¡¿Cómo vas a creer que yo…?! ¡Yaaa! ¡Anda, dime!” -Me insistió curiosa- y, pos ni modos, no me pude quedar callado, le dije que en la cajuela de su coche dél miré hartas bolsas negras con algo adentro, que él hizo todo lo posible pa que yo no las viera y, que lo más chospechoso jue que me pidió por favor que no le dijiera a nadien lo de las bolsas. –“ ¡Ave María Purísima!” Dijo mi Puchunga santiguándose. Y a ti, ¿qué te paticó Norma? Las vi güiri güiri en la banca del otso, bien cerquitas, como cuchichiando, pos ¿qué tanto paticaban? Y que me dice: –“¡Cosas de mujeres!” Le dije que qué gacha era por no decirme nada a pesar de que yo le despepité todo. Finalmente me dijo que Norma taba preocupada por su comportamiento raro de su marido, que el Beto ´bía venido dos veces a Iguala él solo en los últimos 15 días, quesque a arreglar asuntos con unos clientes. Que por qué las insistentes llamadas del celular de Pedro no las contestó a través del dispositivo manos libres del auto, que con el pretexto de cargar gasolina, teniendo suficiente, se fue al baño a hablar, pero como se le olvidó desconeptar su blutut, se oyó en las bocinas de su coche que le taba llamando a “ingeniero Pedro, celular”, que en vez de contestar él, contestó su hermana Coquis quien le dijo gordito al Beto que, al darse cuenta de su error por fin desconeptó su blutut. Le dijo que tambor ella notaba raro a su marido. Total que más intrigados quedamos. Terminamos de limpiar mi Forcito y nos juimos a dormir. A otro día, como era domingo, festivo y quería Beto que llegáramos a desayunar a las 9 de la mañana al restaurán de Jardines de México, nos levantamos a las 6, agún todavía taba a escuras, nos echamos un baño y mero a las 7 de la mañana tábamos llegando al hotel onde ya nos taban esperando, Norma se subió atrás con mi Puchunga y Beto se jue de copiloto. Pasamos a cargar gasolina a onde ta el otso fresa, bajé la ventanilla de mi lado, cuando el despachador me preguntó que cuánto quería, Beto le gritó: –“¡Llénalo! ¡De la roja!” Nos despachó, le dije que cuánto era, –“¡mil cuatrocientos ochenta y dos!” Me dijo, metí mi mano a la bolsa del pantalón como queriendo sacar mi cartera, en eso Beto extendió su brazo, le dio tres billetes de 500 varos y le dijo: –“así está bien, gracias”. Ay Beto, qué pena, ya iba a pagar yo, me ganaste, no te ´bieras molestado pero, la caseta la pago yo, ¿eeh?. Ni eso me dejó pagar. En las rectas que tan entre la caseta y patanillo le metí la pata a mi Forcito pa que viera cómo jalaba, prendí mi toca cintas, le metí un caset de los Bitles, encendí el ecualizador y les presumí mi sonido con bocinas Clarión, lo oyimos de un lado y del otro ese caset, luego puse uno de los Cridens, mero cuando tábamos oyendo la de Pagana, sentí clarito que una llanta se taba bajando, busqué un lugar pa orillarme hasta encontrar una parada de autobús, me orillé, me bajé a ver y sí, una llanta de atrás del lado derecho taba tan baja que ya casi la mordía el rin. Lo primerito que pensé jue cambiarla por la de refatción, cuando la jui a sacar, me llevé la sospresa de que tambor taba ponchada y… híjoles, ya me volví a colgar, áhi nos pa l´otra graciotas.

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