Desde que el ser humano empezó a organizarse en sociedades más complejas que terminaron germinando en ciudades-estado, reinos, confederaciones o imperios, se volvió imperativo empezar a controlar diversos recursos; agua, vías comerciales, especias, oro, petróleo, secretos de Estado y en estos momentos chips, esos pequeños milagros tecnológicos que han permitido la aparición y expansión del mundo de máquinas que habitamos hoy en día y que requieren de una importante inversión en medios humanos y materiales, inversión mucho mayor de lo que requerirían muchas otras industrias y que en la actualidad concentra su producción en Asia.
Asia, centro mundial de la producción de chips
Aunque en un tiempo no tan lejano -no tan lejano teniendo en cuenta lo joven que es la industria de la microelectrónica- los Estados Unidos fueron líderes en la producción de semiconductores a nivel mundial, tal y como debería ser teniendo en cuenta su papel de superpotencia y líder tecnológico, en estos momentos el grueso de la producción de semiconductores y por lo tanto de chips se encuentra en Asia, concretamente concentrada en dos países, entre los cuales no se encuentra la gigantesca China.
Y es que el grueso de la producción de semiconductores se concentra en Taiwán y Corea del Sur, dos Estados apoyados por los Estados Unidos tras las guerras civiles que les vieron nacer, que experimentaron dictaduras militares y que desde su paso a democracias liberales asimilables a las occidentales han experimentado un crecimiento sostenido y han creado democracias de gran calidad, al menos si se tiene en cuenta la naturaleza humana. Pero incluso en el binomio Taiwán-Corea del Sur, uno de los dos predomina sobre el otro, y sobre el resto del mundo, ya que según un estudio realizado por TrendForce las empresas taiwanesas podrían acumular el 63 por ciento de la producción, siendo TSMC la principal productora a nivel mundial con el 54 por ciento, datos todos estos que se tienen en cuenta en los despachos de estadistas de todo el mundo y por supuesto a la hora de elaborar estrategias por parte de los inversores de acciones, ya operen estos en índices bursátiles, en mercados OTC mediante el trading online -siempre comprendiendo los usos y riesgos del apalancamiento- o quizás en los mercados de futuros de materias primas como el silicio, clave en la creación de semiconductores, análisis que deberán ser lo más exhaustivos posibles debido al riesgo de pérdidas asociado a todo tipo de inversiones.
Por su parte el pequeño país de Corea del Sur sería el responsable de la fabricación del 18 por ciento de los chips del mundo, después China con el 8 por ciento y los Estados Unidos con el 7 por ciento, repartiéndose el resto de la producción entre Israel y Europa.
Para el mundo moderno los chips son tan importantes o más que el petróleo, pero como ya se ha visto, su producción está concentrada en una zona muy concreta del planeta, que además es lo que China, potencia emergente que busca sustituir a los Estados Unidos a la cabeza del mundo, podría denominar su “patio trasero”, una zona en la que Washington aún mantiene una fuerte presencia militar, pero que de ser desalojada difícilmente podría retomar teniendo en cuenta el ritmo al que está creciendo la armada china, cuya primera misión es la de ganar y mantener la hegemonía sobre el Mar de la China Oriental, precisamente el mar que baña las costas de Taiwán y de Corea del Sur, y por lo tanto siendo las aguas por las que la importantísima producción de chips de esos dos países sale para repartirse al resto del mundo.
Por ello no es de extrañar que empresas como Intel o TSMC, esta última la empresa responsable de la mayoría de producción de chips del planeta, ya tengan presupuestadas plantas por valor de decenas de miles de millones de dólares que se pondrán en marcha en los próximos años, ya que es más difícil construir una fábrica de microelectrónica que otro tipo de fábricas, entre otras cosas porque la fabricación de estos minúsculos elementos fundamentales en la actualidad, los chips, requiere entre otros caros elementos de salas blancas, espacios tan limpios que no tienen nada que envidiar a un quirófano, blindados contra la entrada de partículas, vivas o no, del mundo exterior.
Estas fábricas ayudarían a paliar la dependencia de los Estados Unidos de los semiconductores asiáticos, y es de esperar que China esté tomando medidas similares, además de continuar con su objetivo irredentista de asimilar la isla de Taiwán en los próximos años, lustros o décadas.