“Mira, oh Jehová, estoy atribulada…”
Lamentaciones 1:20

Por: José Eduardo Cruz Carbajal


Ciudad de México, Diciembre 17.- Querido doliente: Aquí estoy, no me he olvidado de ti, sigo acompañándote. El año se acerca a su fin, y con estos días finales seguramente tendrás sentimientos encontrados, escribo esta carta para brindarte aliento y algunas recomendaciones para que sepas cómo vivir los días que vienen. Sabrás lo que es vivir una Navidad, y un nuevo año sin tu ser querido a quien tanto amas, el peso de su ausencia quizá sea más agudo que en cualquier otra temporada del año. Tienes la opción de celebrar o no estas fiestas anuales, sé que quizá no tengas el ánimo de hacerlo, y no pasa nada si decides dejarlo pasar, ya que comprendo que en tu corazón no tienes el gozo de celebrar nada.

Pero si deseas unirte a tu familia y amigos que tendrán celebración, adelante, ¡Dile sí, al gozo, dile sí a la oportunidad de crear memorias con los tuyos! Tener una celebración en casa no es traición a quien hoy ya no te acompaña, no es faltarle el respeto a su memoria, no es actuar como si nada hubiera pasado, tú y yo sabemos algo: sí pasó, y fue horrible, fue devastador, te querías morir, pero cuanto más añorabas la muerte, más huía de ti. Sigues vivo, lo que significa que tu misión de este lado del sol aún no se ha acabado.

Quizá llores en algún momento del día, y está bien, es válido, ya que añoras la presencia del amado de tu corazón, en el momento en el que sientas que las lágrimas inundan tus ojos, déjalas correr, abraza tu tristeza, recuerda que al reconocer algo y nombrarlo, ese algo pierde poder sobre ti, no estoy diciendo que ya no te duela, porque la muerte duele y duele mucho, me refiero a que tu llanto será un llanto controlado, y acompañado por otros que seguramente se sentirán igual que tú, comparte tu llanto con quien quiera llorar contigo, te darás cuenta que un llanto compartido pesa menos.

Todo radica en la respuesta que tengas a estas preguntas: ¿Cómo quiero estar durante la celebración? ¿Quieres agradecer a Dios el privilegio de haber tenido a quien fue y todavía es importante para ti? ¿Quieres maldecir su ausencia? Seguramente escogerías la gratitud y escogerías volver a vivir lo que viviste junto a él aun sabiendo que todo tendría el mismo fin: él moriría y tú seguirías viviendo.

Si el precio de haber amado a alguien es padecer su ausencia, yo lo pago, y en plena conciencia, ¿Tú también asumes el costo? La gratitud puede ser tu gran aliado en esta temporada, allí en la mesa rodeado de los tuyos, eleva alabanza a Dios, cierra los ojos y verás el rostro de quien se ha ido, seguramente lo verás con esa sonrisa que tanto te gustaba, en ese momento comprobaras una gran verdad: Él no se fue del todo, él se quedó en ti.

*José Eduardo Cruz Carbajal (Iguala, Guerrero) es psicólogo con estudios en tanatología. Contacto: psiceduardo15@gmail.com

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