Por: Álvaro Venegas Sánchez

Donald Trump quería, ansiaba asumir la presidencia. Llegó el día y de inmediato, varias de sus ofertas de campaña, viables o no, las convirtió en decretos. Por su ímpetu, los primeros siete días han sido de asombro e indignación. Parece no sentirse presidente de un país sino del mundo. No quiere saber de diplomacia ni de negociación, pretende resolver todo agrediendo. Por lo mismo, con las primeras acciones de ejercicio presidencial, merced a su estructura mental de empresario súper rico y no político, ha arremetido contra todos los que considera no están en su nivel ni clase, dentro y fuera de Estados Unidos.


De acuerdo a un reporte de David Brooks, corresponsal de La Jornada, en la elección de allá no votó la mayoría; Trump, dice Brooks, ganó de la minoría que sí votó. Obviamente, para él eso no cuenta; ya con la investidura piensa que a todos tiene en un puño y deben obediencia. No le preocupan ni importan los perjuicios inmediatos de aquellos cuyas empresas o actividades dependen de la fuerza de trabajo migrante. Por tales reacciones y decisiones hay conjeturas; algunos presumen que, tal vez, sufre trastorno obsesivo compulsivo (TOC): no entiende nada ni mide consecuencias. Mentira o verdad es lo de menos, el punto es que las órdenes ejecutivas son reales y, salvo los miembros del gabinete y círculo cercano, a todos preocupan las consecuencias.

Hay razón y motivo. No cualquiera puede presumir protección divina. Al jurar como presidente con la mano sobre la biblia por protocolo, refiriéndose al atentado que sufrió en un acto de campaña, proclamó ufano: “Mi vida fue salvada por Dios para hacer grandiosa América otra vez, la edad de oro empieza ahora mismo”. Enseguida emitió órdenes y pronunciamientos.


En la lista están los que hemos escuchado: militarización de la frontera sur, redadas y suspensión de derechos a hijos de migrantes, cancelación de programas de diversidad racial y sexual, calificación de terroristas a personas y grupos narcotraficantes de México, abandono y dejar de aportar a la Organización Mundial de la Salud (OMS), salida del Acuerdo de París porque no cree en el cambio climático al mismo tiempo incrementar la extracción de petróleo, cambiar el nombre de Golfo de México, recuperar el Canal de Panamá, retirarse del acuerdo fiscal de la OCDE, amagos a Rusia para que ponga fin a la guerra con Ucrania, imposición de aranceles a las importaciones procedentes de China e igual advertencias a países de la Unión Europea hasta que Estados Unidos sea tratado como es debido, etcétera.


Las medidas antimigrantes prometidas e impulsadas de inmediato, provocaron que la tensión y el temor en las calles, escuelas y sitios de trabajo se manifestaran con ausencia visible de personas. Ante ello, esto es para reflexión de los creyentes, la obispa Mariann Edgar Budde, una de las líderes religiosas de mayor rango en aquella nación, aprovechó la presencia de Donal Trump en el servicio tradicional en la Catedral Nacional de Washington. Mirándolo directamente de frente le pidió en nombre de Dios: “Tenga misericordia con la comunidad gay y los inmigrantes indocumentados. Puede que no sean ciudadanos norteamericanos o no tengan la documentación apropiada, pero la vasta mayoría de ellos no son criminales”. “Pagan impuestos y son buenos vecinos; son miembros fieles de nuestras iglesias, mezquitas y sinagogas”. El mandatario aguantó y de pronto no dijo nada, pero luego le pidió una disculpa pública; cuestión que la obispa declaró no estar dispuesta.


Bajo este contexto, igual consterna que connotados representantes de la oposición en México, poniendo de pretexto los problemas de inseguridad que padecemos, condicionen la solidaridad a la presidenta Claudia Sheinbaum. Ricardo Anaya, incluso, planteó firmar un tratado sobre el tema con Estados Unidos. En similar tenor, Jorge Romero, líder del PAN y Alejandro Moreno (PRI), exigieron al gobierno “una postura firme”, algo que para ellos quizás consiste en gritar sandeces. El colmo, Alito, señaló que Morena, “ni idea tiene del momento geopolítico que vive el mundo” y para ello, ofreció que el PRI, “puede enseñarle de política y también de política exterior”. Ni modo; éstos y otros más, aun no entienden que por eso el pueblo les quitó el poder.
Iguala, Gro., enero 27 del 2025

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