Vatican Media
Ciudad del Vaticano. Hoy miércoles 7 de mayo comenzará formalmente el cónclave, en el que 133 de los 135 cardenales menores de 80 años, elegirán al nuevo Obispo de Roma y Pontífice de la Iglesia Católica, tras la muerte el pasado 21 de abril del Papa Francisco.
La ceremonia de ingreso en el cónclave, que se celebrará en la Capilla Sixtina, comienza con los purpurados congregados en la Capilla Paulina del Palacio Apostólico para formar la procesión.
En principio, debería ser el decano del Colegio Cardenalicio, Cardenal Giovanni Battista Re, quien presidiera la ceremonia. Sin embargo, debido a que supera los 80 años y no participará en el cónclave, al igual que su vicedecano, Cardenal Leonardo Sandri, el cónclave será dirigido por el ex secretario de Estado, Cardenal Pietro Parolin.
Después de invocar a la Santísima Trinidad, el Cardenal Parolin se dirige a sus hermanos en el purpurado: “Venerables hermanos: celebrados los divinos misterios, entramos ahora en Cónclave para elegir al Romano Pontífice. Toda la Iglesia, unida a nosotros en oración, invoca sin cesar la gracia del Espíritu Santo, para que sea elegido por nosotros un Pastor digno de todo el rebaño de Cristo”.
A continuación, se formará la procesión de entrada. El maestro de ceremonias inicia el cortejo solemne, portando la cruz, acompañado de dos ceroferarios (portadores de dos luminarias).
A continuación, se sitúan los cardenales electores: los diáconos, los presbíteros y los obispos; por último, el Cardenal Parolin, acompañado por el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, Mons. Diego Ravelli, Arzobispo titular de Recanati.
El recorrido hasta la Capilla Sixtina se realiza de manera ordenada, mientras se entona la letanía de los santos. Al llegar al lugar, cada purpurado ocupa su lugar y los Evangelios ocupan un lugar destacado en la sala.
Es el momento de invocar al Espíritu Santo con el canto del Veni Creator Spiritus, tras el que todos los presentes guardan un momento de silencio para recogerse en oración.
Entonces, el Cardenal Parolin ora de la siguiente manera: “Oh Padre, que guías y cuidas de tu Iglesia, da a tus siervos el Espíritu entendimiento, de verdad y de paz, para que se esfuercen por conocer tu voluntad y te sirvan con total entrega. Por Cristo nuestro Señor. Amén”.
Juramento de los cardenales electores
Tras la oración, los cardenales electores proceden a pronunciar el juramento de acatamiento a la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis que regula las disposiciones para la elección de un nuevo Pontífice.
Además, se comprometen delante de Dios a cumplir las obligaciones como sucesor de San Pedro.
El juramento, concluye con el compromiso de guardar secreto sobre lo que suceda durante el cónclave y rechazar cualquier interferencia externa sobre la elección:
“Ante todo, prometemos y juramos observar con la máxima fidelidad y ante todos, clérigos y laicos por igual, el secreto respecto a todo lo que de algún se relacione con la elección del Romano Pontífice y con lo que ocurra en el lugar de la elección, ya sea directa o indirectamente relacionado con el escrutinio; no violar este secreto en modo alguno, ni durante ni después de la elección del nuevo Pontífice, a menos que se cuente con la autorización explícita del mismo Pontífice; no prestar nunca ningún apoyo o favor a cualquier interferencia, oposición o cualquier otra forma de intervención por la que autoridades seculares de cualquier orden y grado, o cualquier grupo de personas o individuos, quisieran interferir en la elección del Romano Pontífice.”
Al concluir la lectura del contenido de este compromiso solemne, los cardenales, de uno en uno, dicen : “Y yo, Cardenal N., prometo, obedezco y juro”. Y, poniendo la mano sobre el Evangelio, añade: “Así que Dios me ayude y estos santos Evangelios que toco con la mano.
“EXTRA OMNES”
Tras la toma del juramento, Mons. Ravelli pronuncia la famosa expresión “Extra omnes” (Todos fuera), tras la que todos los que no participan en el cónclave abandonan la Capilla Sixtina, dejando a los purpurados bajo la cúpula decorada con alegorías del juicio final realizada por Miguel Ángel Buonarroti en el siglo XVI.
Al concluir, es cuando tanto el predicador como el maestro de ceremonias, abandonan la Capilla Sixtina, se cierran las puertas y se colocan guardias en todas las entradas.
Entonces, el Cardenal Parolin preguntará a los presentes si es posible “iniciar el proceso de la elección, o si fuera preciso aún aclarar dudas sobre las normas” contenidas en Universi Dominici Gregis.
Si no hay más objeciones, se procede como está estipulado en la Constitución Apostólica para la elección de un nuevo Pontífice.