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Ciudad de México. La escuela de su hija cerró después de un tiroteo entre pandillas rivales que competían por el control de las rutas de tráfico de drogas y migrantes en su localidad Chicomuselo, en el sur de México, dijo Yomara.
Luego, los vendedores de productos agrícolas fueron expulsados del mercado tras enfrentar demandas para afiliarse a las pandillas, narró. Ella temía que reclutaran a la fuerza a su esposo, Carlos, si se presentaba a trabajar en una construcción.
Después del asesinato de un destacado activista por la paz local, Yomara y Carlos, quienes omitieron sus apellidos por razones de seguridad, dijeron que ya habían tenido suficiente, cruzaron a Arizona con su hija Karla de cuatro años, a principios de noviembre, y se entregaron a gentes fronterizos de Estados Unidos.
«Era un pueblo tranquilo. Ahorita ya todos están huyendo», dijo Yomara, de 26 años, en una entrevista en Nogales, Arizona.
Rivalidades entre grupos del crimen organizado en estados que han sido violentos durante mucho tiempo y la expansión de estos campos de batalla a otras partes del país, que antes estaban en calma, están alimentando lo que los expertos en migración llaman el mayor éxodo de familias mexicanas en la historia moderna.
La localidad natal de Yomara en el estado sureño Chiapas, que alguna vez estuvo relativamente al margen de la violencia de las pandillas, es ahora el escenario de una guerra territorial entre dos de los cárteles más poderosos de México, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y el Cártel de Sinaloa.
Unos 180,000 migrantes y solicitantes de asilo mexicanos, que viajaban en grupos familiares, cruzaron la frontera hacia Estados Unidos durante los 12 meses que finalizaron en octubre, cuatro veces más que el año anterior, según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) de Estados Unidos, una quinta parte de los 868,000 migrantes de todas las nacionalidades que viajan en grupos familiares.
Reuters obtuvo datos de una encuesta no reportada anteriormente de la Iniciativa Kino para la Frontera, un gran refugio y centro de recursos para inmigrantes en Nogales, Sonora, y entrevistó a 21 familias de inmigrantes a lo largo de la frontera en Texas y Arizona que identificaron la violencia -y no los factores económicos- como el principal factor de su decisión de salir de México.
Las familias representan un cambio con respecto al pasado, cuando los inmigrantes mexicanos eran principalmente hombres en busca de trabajos mejor remunerados.
Alrededor del 88% de los mexicanos que pasaron por Kino este año dijeron que buscaban escapar de la violencia, según las entrevistas del centro con 6,710 personas.
OBLIGADOS A SALIR DE SUS COMUNIDADES
En 2017, fue todo lo contrario: el 87% de los 7,148 encuestados de Kino dijeron que estaban migrando por razones económicas, y sólo el 2% citó la violencia.
Esas cifras están más o menos en línea con una encuesta de 2022 realizada por la Organización Internacional para las Migraciones de la ONU a más de 500 mexicanos que se mudaron al norte de México, casi todos los cuales planeaban ingresar a Estados Unidos. La encuesta encontró que el 90% había huido de la violencia, la extorsión, enfrentamientos armados o del crimen organizado.
Una cuarta parte de ellos afirmó tener un familiar desaparecido.
«Ya no sólo tenemos inmigrantes que vienen a Estados Unidos a trabajar», dijo Pedro De Velasco, director de educación y defensa de Kino. «Estamos viendo personas que se ven obligadas a abandonar sus comunidades. Tienen que huir».